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General: el estrés
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: IKH@NN@  (Mensaje original) Enviado: 15/11/2014 15:23
 

Los diez enemigos del estrés


El estrés en cierto modo, no es un mal moderno. El estrés es algo inherente al ser humano, es una pulsión natural e instintiva que nos pone en alerta. Nos avisa de un peligro y provoca unos cambios hormonales y fisiológicos muy determinados en nuestro cuerpo para que podamos reaccionar. Ya sabes de qué se trata: eleva la tensión cardíaca, aumento del cortisol en sangre, tensión muscular y esquelética, estado de alerta… todo ello configura una activación muy intensa a nivel físico y mental, aceptable para un instante determinado. Un par de horas, un día… el tiempo suficiente para que por ejemplo, nuestro antepasado cavernario escapara de ese oso que lo acechaba.

Pero el hombre y la mujer del siglo XXI, ya no tiene que escapar de osos o mamuts. Y su estado de alerta, no dura un par de horas. Puede durar un año entero. Y su enemigo, por extraño que parezca, es en ocasiones él mismo. Es extraño y difícil de entender.

Pero en nuestra actualidad estamos rodeados de pequeñas amenazas que configuran en esencia, una gran amenaza. Situaciones agobiantes que originan trastornos psicológicos y reacciones psicosomáticas. Sufrimos cefaleas, mareos, pérdidas de cabello… e infartos. ¿Vale la pena? Desde luego que no. Nuestra salud y nuestro bienestar es lo primero, de ahí que valga la pena poner en práctica los siguientes consejos.

1. ORGANIZA TU TIEMPO


¿Llevas una agenda? ¿Apuntas en ella tus citas, tus reuniones, tus plazos de entrega, las citas con el médico y los cumpleaños de tus amigos y familiares? Excelente, está muy bien. Pero ¿Apuntas en ella ese tiempo dedicado a ti mismo/a? Tan importante es ir a trabajar, o atender a los tuyos, como atenderte a ti. Necesitas al menos un par de horas al día para respirar, para ser tú mismo, para pensar, relajarte, estar solo/a…. para escuchar tus pensamientos,


2. APRENDE A DECIR NO


Lo sabemos, a veces cuesta. Pero decir no, no significa ser egoísta. Es delimitar espacios de protección, es evitar que nos manipulen, que exijan de nosotros más de lo que podamos aportar. Decir no desde un principio y saber delimitar espacios y responsabilidades, es dar información clara a los otros de hasta dónde podemos llegar. Es dar a entender lo que aceptamos y que no. Es hablar de valores. Es respetarse.

3. SÉ OPTIMISTA


Mirar al mundo con ilusión, optimismo y esperanza, es ilusionarse por la vida. Es esperar cosas buenas y relativizar problemas y preocupaciones. Nada es más importante que tu propia felicidad, que tú mismo y los tuyos. Relativiza las cosas y ten en cuenta lo que en verdad vale la pena. Mira la vida con una sonrisa y no con un gesto de amargura.

4. GESTIONA TUS EMOCIONES


No dejes que la rabia te desborde. No permitas que la tristeza te cubra con su abrigo cada día hasta quitarte el aire. Canaliza las emociones negativas adecuadamente y déjalas ir, manéjalas y dales una forma más pequeña y manejable. Relativiza preocupaciones y céntrate en lo que en verdad es importante. Tu salud, tu bienestar.

5. SÉ REALISTA


Intenta no marcarte unos objetivos poco claros o demasiado complicados. Hay gente que aspira a alcanzar grandes sueños y se desmorona si día a día, si comprende que dicho objetivo es casi inalcanzable. Lo ideal es proponernos cosas realistas y asequibles. Un trabajo que me permita vivir con dignidad y disfrutar de los míos. Un viaje a esa ciudad europea y no la vuelta al mundo. Una casa cómoda, sin excesivos lujos pero suficiente. La felicidad reside a veces en cosas sencillas. Vale la pena ser realista, prudente.

6. APRENDE A EXPRESAR TUS EMOCIONES


No te guardes palabras, no escondas verdades. No disimules tu rabia o tu indignación. Déjalas ir y con ello, aliviarás tensiones. Y no solo eso, pondrás límites y darás a entender lo que quieres, lo que necesitas y hasta dónde eres capaz de llegar. Si cedes en silencio, si bajas la cabeza y callas, la ansiedad y el estrés te devorarán aún más por dentro. No vale la pena.

7. APRENDE A RELAJARTE


Puede que ya casi ni recuerdes lo que significa relajarse. Respirar con tranquilidad, dejar que el sol tibio acaricie tu piel. Vaciar tu mente, andar sin pesos a la espalda ni cargas en tu mente… ¿Qué tal si lo intentas hoy?

8. VALORAR LAS COSAS SENCILLAS


Te lo repetimos una vez más. La felicidad se esconde en las cosas más sencillas y básicas de la vida. El sonido de la risa de tus hijos, esa caricia de tu pareja, ese paseo a ninguna parte con tus amigos, la mirada impaciente de tu perro cuando te pide que lo lleves al parque… ¿Te habías dado cuenta?

9. UN PEQUEÑO CAMBIO


Hay quien teme a los cambios. Pero en ocasiones, son la solución a nuestros problemas. A nuestro estrés. Debes ser valiente, y si lo deseas, hoy mismo puedes empezar con un pequeño cambio. Un nuevo corte de pelo, una prenda de vestir atrevida, una cena fuera de casa, tomarte la tarde libre, un viaje de fin de semana, esa llamada que nunca te atreves a hacer…

10. MERECES SER FELIZ


Algo tan básico como esto. Mereces ser feliz. Si ahora mismo notas que no lo eres, que apenas tienes tiempo para ser tú misma/o y que estás perdiendo parte de tu vida… ¿a qué esperas para recordarte que mereces ser feliz y que no lo estás haciendo bien? Atrévete a serlo, haz un pequeño cambio. Establece tiempo, prioridades… y consíguelo.

 

lamenteesmaravillosa.com



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 18/11/2014 12:44
Gracias Juana por traer este tema que es mucho más importante de lo que creemos.. porque sin lugar a dudas  estrés es la enfermedad de nuestro tiempo .-
 
ESTRÉS, LA ENFERMEDAD DE NUESTRO TIEMPO

 

 

Nuestra sociedad está gobernada por las prisas, y todos nos vemos un poco obligados a seguir el ritmo frenético que las exigencias de la vida moderna nos imponen, y así, hay momentos en que agobiados por la rapidez con que pasa el tiempo, abrumados por el trabajo, o derrotados por alguna insatisfacción personal, nos sentimos víctimas del estrés.

Pero ¿qué es el estrés? A pesar de las veces que lo oímos nombrar, solemos verlo como algo abstracto, y con una repercusión únicamente psicológica. Sin embargo, en origen, el estrés es un mecanismo natural, es la respuesta del cuerpo ante una situación de peligro o emergencia, y produce principalmente cambios químicos, perceptibles a nivel físico.

La tolerancia a los niveles de estrés varía según las personas, y también las situaciones estresantes son distintas para cada individuo; tienen mucho que ver con nuestros miedos y carencias, con nuestra capacidad de enfrentar los contratiempos de la vida y de asimilar los acontecimientos que nos van sucediendo. El estrés puede estar provocado por factores externos: vivir en una calle ruidosa, trabajar en lugares mal ventilados o poco iluminados, viajar en horas punta, o por factores internos: exceso de trabajo, insatisfacción laboral, dificultades monetarias,  problemas emocionales...

Tanto en el hombre primitivo que tenía que luchar contra un mamut como en el “urbanitas” atrapado en un atasco, con prisa por llegar a tiempo a algún sitio, se disparan las mismas señales bioquímicas, ya que ambas son, para el cuerpo, situaciones de alerta. La diferencia es que el hombre primitivo liberaba la energía acumulada mediante la caza, mientras que el hombre de hoy no puede desprenderse de esa agresividad tan fácilmente. Y las situaciones estresantes que no se han resuelto bien se acumulan y tienen consecuencias para el organismo, provocando, a la larga, enfermedades.

¿Cuáles son esos cambios bioquímicos?

Los sistemas defensivos del cuerpo fueron diseñados para asegurar su supervivencia. Mientras el sistema inmunológico nos protege frente a las enfermedades, el «sistema de alarma» se activa ante las situaciones del entorno, movilizado por el estrés. Este sistema sólo admite dos opciones: enfrentar una situación estresante o escapar de ella, y para ello recurre a la acción conjunta de dos hormonas: la adrenalina y la cortisona.

La adrenalina incrementa el pulso, aumenta la presión arterial y redistribuye el fluyo sanguíneo hacia los músculos. Además hace más eficiente la respiración e induce al hígado a liberar las reservas energéticas hacia la sangre, en previsión de una posible huida. Junto con todo esto, disminuye el pensamiento racional, haciéndonos menos propensos a tomar en cuenta las consecuencias de nuestros actos, lo que nos facilitaría  llevar a cabo la segunda opción: el ataque.

Los corticoides contribuyen a aumentar los niveles de azúcar en sangre, inhibiendo al mismo tiempo los procesos inflamatorios y las defensas inmunológicas.

Estas reacciones del cuerpo permiten evitar el peligro. A corto plazo, no son dañinas y pueden incluso tener un efecto estimulante. Pero bajo un estrés constante, los niveles hormonales no pueden volver a la normalidad y el cuerpo tiene la sensación de estar continuamente bajo agresión. Eso debilita nuestro sistema inmunológico y produce repercusiones a nivel psicológico, afectando a la salud general del organismo.

¿Cómo saber si sufrimos estrés?

Los primeros síntomas de estrés incluyen tensión en hombros y cuello y tics nerviosos. En algunas personas el estrés se manifiesta con dolores de cabeza o indigestión, mientras otras pueden sufrir una sensación de opresión en el pecho y taquicardia. En ciertas personas aparece fatiga, deseos exagerados de comer y desmotivación para hacer ejercicio.

El estrés continuado puede provocar un gran conjunto de síntomas, como: pérdida o aumento del apetito con la consecuente variación de peso en la persona, problemas digestivos, entre ellos gastritis, úlceras, estreñimiento o diarrea, aumento de la presión arterial, disminución de la función renal, afecciones de la piel o disfunción sexual.

A nivel psicológico puede provocar ansiedad, depresión, nerviosismo, problemas de comunicación con los demás, irritabilidad, agresividad o alteraciones del sueño. Y lo que es más grave, puede conducir a adicciones.

En último extremo, el estrés crónico puede contraer arterias ya dañadas, aumentando la presión y precipitando una angina de pecho, un paro cardiaco o una trombosis cerebral.

 ¿Qué podemos hacer?

Para controlar el estrés la clave es la relajación. Muchos creen que eso se consigue tumbándose en el sofá y viendo la tele al final de un largo día. Pero ese tipo de relajación pasiva no proporciona un verdadero beneficio terapéutico para el cuerpo. Los distintos acontecimientos estresantes del día, las críticas, las decepciones y la rabia no desaparecen así. La auténtica relajación implica calmar tanto la mente como el cuerpo. Para calmar la mente es necesaria la introspección y la meditación, analizar nuestros actos diariamente, aprendiendo de los errores y buscando futuras soluciones, y para calmar el cuerpo es bueno hacer deporte o disciplinas como el yoga o el tai-chi, que ayudan a liberar la tensión acumulada .

Si el estrés persiste debido a irritaciones diarias que no se pueden modificar, tal vez un cambio radical de estilo de vida nos ayude; por ejemplo, encontrar un trabajo menos agobiante.

Por último, los efectos del estrés no deben intentar suprimirse con medidas a corto plazo como fármacos, drogas o alcohol.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: LuchoG Enviado: 18/11/2014 13:03
Me encantó este aporte.
Interesante y para tener como conducta de comportamiento para evitar el estrés.


 
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