FRIDA
Caminé Coyoacán.
Vibré en su plaza
La íntima anciana que me vendió los chicles,
El desgarbado mariachi
-Abierta su camisa
Y su trompeta
Con ecos de metralla en bandolera-
Y los chicos del rock.
Y las rosas. Y ese sol.
Y el organillo que cantaba su tristeza
En el veredón de la cristiana iglesia.
Caminé otras calles
-Paredes tan bonitas
Derramando timidez de santarritas
Con pudor de colonia,
Aires de patria-
Y en una esquina
Un bloque azul,
Un garaje con pinturas
De la hermosa Bandera Nacional
Ausente del orgullo de las alas
Del águila real que la serpiente atrapa
Y de la fecundidad del sol de la Enseña pura
Y celeste tan querida de mi Patria.
El aire fresco que un zaguán regala
De emociones y ansiedad atemoriza.
Pero dentro sin querer está la vida
Que con dolor vivencial hoy nos convida
A brindar con la tragedia
Y la belleza,
De una madre que tanto amó
A los hijos que su cuerpo
Destrozado, a parir se le negó.
En aquella pared contemplan expresivos
Los ojos con que el padre, con ternura,
A la pequeña miraba dolorido.
Ella y su amiga invisible ya pensaban
En la vida dura de la niña rota,
Mientras incansable y con denuedo
-En el imposible caballete aéreo
Por el hombre clavado en el dosel-
Plasmaba flores, frutas, y el pincel
Trabajaba, trabajaba, trabajaba…
Frida pequeña, en la Casa Azul
Una mañana yo viví contigo.
Las decoraciones amorosas
Que soñaste para ti y para tu amigo,
Tu amor, tu pasión, tu gran conflicto.
Los autorretratos donde abierta
Te desentrañabas por amar al niño
Al que nunca lograste dar cariño.
Y lo alimentabas con tu sangre.
Con la vida de tu vida.
Con un amor profundo y sin destino.
Una mañana y una tarde,
Frida,
En la Casa Azul me acompañaste
Hasta tu marcha en la camilla
Final
Honrada por el mundo
Y al fin
Definitiva.
¡Cuan pobres son mis versos
Para plasmar el son
De lo que palpita en el misterio
Del llanto en el que frente a tu desierto
Se deshizo esa tarde,
por fin,
mi corazón!
Un fuerte abrazo para l@s amig@s de México
Jove