NOSTALGIAS
Por cosas del destino, digamos que Dios me regaló un rato libre inesperado...
y yo decidí llenarlo de nostalgia pura. Creo que mis pies se pusieron en marcha
solos por la calle hasta llegar a la estación , donde el tren me llevó a mi
viejo colegio, quizás para mostrarme que algunas cosas se mantienen intactas
en el tiempo y el corazón.
En la puerta, una monjita vestida de blanco me recibe con una sonrisa llena
de curiosidad y para mi propia sorpresa, el saludo me salió tan natural como hace 20 años:
“Ave Maria Purisima”
“Sin pecado concebida, buenos días” me respondió la hermanita.
Sólo eso bastó para verme a mí misma nuevamente con falda plisada y medias
hasta la rodilla, cantando el himno nacional y orando en grupo.
La gruta del jardín, el patio donde jugábamosa la pelota y donde nos peleamos
varias veces... La capilla donde íbamos a misa todos los miércoles sigue oliendo
al mismo perfume de madera, las escaleras donde presenté mi obra de títeres
siguen aplaudiendo el éxito de ese día y los bancos donde esperaba que mi mamá
viniera a buscarme ya no son de color naranja sino azules.
Pregunté por mi favorita, Sor Maria del Carmen, y alguien respondió que había llegado
a ser directora del colegio. ¿Y quién sino ella podía serlo?
Mentalmente, me puse a hacer una lista de mis compañeras y me di cuenta de que
recuerdo sus caras pero no todos sus nombres. También volvieron las excursiones,
las obras de teatro y aquella vez que las hermanas nos llevaron a la piscina...
qué época tan sencilla, tan bonita.
En medio del pasillo, me pregunté internamente si me había convertido en la mujer
que me imaginaba que sería... y creo que de alguna forma, sí.
Pienso que, en su inocencia y con las ganas de vivir que tenía, la niña de medias blancas
se habría sentido orgullosa...de la mujer que soy hoy...