La mañana de ayer quedará marcada como un retroceso gravísimo hacia la violencia sin control, hacia la intolerancia y hacia el terrorismo que mata en nombre de la religión.
El comando que asaltó a sangre y fuego la revista Charlie Hebdo en París “asesinó a la risa, al pesimismo inteligente y a la capacidad de ironizar con humor”, dice María Laura Avignolo. Asesinó a periodistas. Pero el periodismo no se mata aunque se asesinen periodistas.
Todos estamos de duelo. Las muertes de Carb, Carbu, Woloinski y Tignous, setentones y hasta octogenarios y de otros seis periodistas nos involucran. Los terroristas no fueron a matarlos a ellos. Fueron a matar la libertad de expresarse.
Charlie Hebdo es un aire libre en Francia. Por su creatividad y por la intransigencia ante los fundamentalistas que intentan convertir al Islam en una religión de miedo: consideran intocable la imagen de su profeta y toman cualquier crítica como una ofensa contra su Dios.
El semanario estaba en el blanco de los fanáticos desde que había publicado dibujos sobre Mahoma. Su director, Stephanne Charbonier, asesinado en el ataque, estaba amenazado de muerte. En 2011 le habían incendiado la revista. Siguió. “Prefiero morir que vivir de rodillas”, había dicho. Murió por ser libre. Por eso todos somos Charlie.
En Charlie Hebdo se reían de todo con talento. No eran islamofóbicos. No refutaban a Mahoma ni a sus creyentes. Sí a los dogmas y a la prohibición del sentido del humor. Pero el fanatismo no permite la duda, menos la crítica y menos aún la sátira.
La de París es otra matanza que pone a prueba la convivencia de creencias o mejor sería decir que busca quebrar la convivencia de creencias. Es una vuelta a atrás. Pero es también una oportunidad para reforzar el proceso que promueve a escala global los valores humanistas y el espíritu de tolerancia. Los valores que consideramos esenciales y que nos permiten preservar las libertades individuales y el pluralismo religioso.
Los dibujantes de Clarín rinden homenaje a los dibujantes franceses en la contratapa de esta edición. Y Sábat, en la página 5, dice: “El ataque transforma la censura en un cuento de hadas... debería hacer reflexionar tanto a políticos como a creyentes sobre los alcances de las egomanías y los delirios de poder”.
El mejor homenaje de todos nosotros es seguir con la crítica, la ironía, las caricaturas y el humor. Defendiendo los valores que Charlie Hebdo defiende. Es modo de defender a los colegas que hoy despedimos con dolor.