Una profesora de idiomas le explicaba a su clase que, a diferencia del inglés, en español y francés los sustantivos tienen designado un género masculino o femenino como parte de las reglas gramaticales.
La palabra “casa” es un sustantivo femenino, por lo que se dice “la casa”, y la palabra “lápiz” es un sustantivo masculino, por lo que se dice “el lápiz”.
Confundido, uno de los estudiantes le preguntó a qué género correspondía la palabra “computadora.”
La profesora pensó que sería un buen ejercicio dejar que los estudiantes pensaran a qué género pertenecía ese sustantivo y por qué. Entonces, la profesora dividió a la clase en dos grupos, uno compuesto por mujeres y otro compuesto por hombres, y les asignó la tarea de decidir a qué género pertenece la palabra “computadora”, incluyendo cinco justificaciones para la respuesta.
El grupo de hombres decidió que la palabra “computadora” sin duda debía pertenecer al grupo de sustantivos femeninos porque:
1- Nadie excepto su creador es capaz de entender su lógica interna.
2- El lenguaje original que utilizan para comunicarse con otras computadoras es incomprensible para el resto de las personas.
3- Incluso los errores más pequeños son almacenados en la memoria a largo plazo para futuras revisiones.
4- Cuando te comprometes con una, de inmediato te encontrarás gastando más dinero del que creías en accesorios.
Por otro lado, el grupo de mujeres llegó a la conclusión de que la palabra “computadora debía pertenecer al grupo de sustantivos masculinos porque:
1- Para poder hacer algo con ellos primero hay que encenderlos.
2- Tiene grandes cantidades de información almacenada pero aún no pueden pensar por sí mismos.
3- Se supone que deben ayudarte a resolver problemas, pero la mayor parte del tiempo ellos son el problema.
4- Luego de comprometerte con uno te das cuenta que si hubieses esperado un poco más podrías haber conseguido un modelo mejor.
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