Queridos amigos, ya saben que me gusta compartir con vosotros muchas de las cosas que me pasan, cosas personales, a veces tristes, otras divertidas, otras un poco raras, como la que les quiero contar hoy.
Esta noche soñé que iba al médico, le enseñaba el ombligo y tenía una especie de pliegue, de bolsita de piel, pequeña, y dentro tenía dos bultitos. No me dolían, no los notaba, pero el médico se echó las manos a la cabeza. Me dió un mal pronóstico, lo que tenía era muy grave, iba a morir. No se imaginan la conformidad, diría más, el descanso que esa noticia me provocó. Absolutamente todos mis problemas y preocupaciones ya no existían .De pronto, en otra imagen de mi sueño, aparezco sentada en un escalón de la calle, viendo pasar la vida a mi alrededor, tranquilamente, como si no tuviera otra cosa qué hacer. Nada ocupaba mi mente, solo un extraño sentimiento de ir hacia lo inevitable casi casi con jovial esperanza.
Fue maravilloso, no se pueden imaginar la paz con la que desperté. Permanecí unos momentos en la cama, saboreando esa sensación. Intenté recordar cada detalle para poder mantener más tiempo todo lo que sentí.
Cada vez estoy más convencida de que la muerte no es tan horrible como nos la han pintado, muy al contrario
.
Mejorana pensativa.