Es preciso hablarle a nuestro niño,
porque él está en nuestro caminar,
no se ha ido está en cada uno,
como el horizonte, como el mar.
En él habita nuestro espectáculo,
de recibir el día o dar marcha atrás,
en él existe odio o tal vez ternura,
dejándole que salga sin escapar.
No dejes que ese niño te torture,
pues has dado ya pasos más y más,
pero el niño te llama, a ti acude,
más allá de cualquier finalidad.
Haz caso a ese niño que te llama,
no dejes que te venza tu edad,
hazle caso a ese niño hablándote,
pues sólo tus nervios te alejarán.
Déjale que se exprese en tu cuerpo,
mírate y no finjas para nada mirar,
que dentro de cada uno va ese niño,
que golpea o destruye tu integridad,
Dale paso para que tu rumbo siga,
déjale tranquilo para tu serenidad,
hazle un hueco en tu corazón tierno,
y abrázale, no dejes tu calor dar.
Y si a ese niño le das tu cobijo,
mejor y más alegre podrás caminar,
pues solo niño y hombre unidos,
podrán alzar su voz sin gritar.
Dale nombre si deseas al niño tuyo,
pues eres tú mismo y nadie más,
dale tu mirada y todo tu mimo,
pues … su corazón y el tuyo van.
Y ese niño que siempre va contigo,
aunque seas anciano o de bastante edad,
no te dejará sino cuando tú quieras,
pues el niño … siempre contigo va.
Rosa Mª Villalta Ballester