El mejor antídoto contra la falta de motivación es hacer. Sí, haciendo es el mejor modo de salir de la inercia y la “falta de”.
Desde hace muchísimos años vengo quejándome, peleando contra esa falta de motivación y la realidad es que dicha pelea ha consistido en la auto compasión, en la queja, pero realmente no ha sido nada fructífera.
Ahora me doy cuenta que cuanto menos hago, menos ganas tengo y al hacer, más ganas me entran de hacer.
Cuesta mucho ponerse a hacer cuando no se tiene fuerza o cuando se cree no tener fuerza para nada.
Es duro reconocer esto; pero es importante hacerlo para empezar a hacer.
Mientras se mantenga uno en la inercia y en el desasosiego sin nada hacer, más grande será la ausencia de ganas y más grande será la queja.
Sé que es este círculo y es tan difícil como fácil salir de él en tanto en cuanto uno se da cuenta de qué ocurre.
Cuanta más auto compasión y queja, más falta de actividad y menos ganas de hacer.
¡Cuántos años sin darme cuenta de este hecho y cuánto tiempo perdido sin hacer!
Ahora es el momento de poner manos a la obra. No puedo permitir perder un segundo, un instante de mi presente.
Es momento de decidir si deseo permanecer en el círculo vicioso o salir de él a pesar de lo que cueste.
Y, sinceramente, a nada me ha llevado la auto compasión y la queja. A nada.
Es el momento de probar hacer, de hacer. Y de tomar decisiones.
La vida es el presente y en él se hace para que no pase el tiempo sin sentido.
De nada sirve lamentarse de algo que no se hace, de lo mal que se está, de lo desdichado que se es, si nada se hace por evitarlo.
Aprendo en mi día a día, a que a través de hacer se consigue algo. No puedo dejar de hacer y lamentarme. No puedo esperar que otro haga las cosas por mí porque la vida es mía y no del otro.
Autora: Rosa Mª Villalta Ballester