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General: LA PALABRA DIARIA MES DE ENERO
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De: Tatisverde (Mensaje original) |
Enviado: 06/01/2020 16:54 |
MI LUZ INTERNA ME LLEVA HACIA EL BIEN QUE BUSCO.
Hoy es el día de la Epifanía. En las tradiciones cristianas también se conoce como el Día de los Reyes Magos, quienes llegaron para rendir homenaje al niño Jesús. Como dice la bella historia, ellos siguieron una estrella que los llevó a Belén. Cuando traigo esta historia a mi vida, sé que yo también tengo una luz que me guía, la luz del Cristo morador.
Yo también tengo momentos de inspiración y claridad, esos instantes cuando mi conexión con mi luz interior es fuerte y el bien que busco es revelado a mí.
Puedo ver y acoger cada nuevo día como una oportunidad para la Epifanía. Todos los días puedo celebrar mi conexión interna con la luz divina y mi apertura a nueva comprensión.
La estrella que habían visto … iba delante de ellos, hasta que se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella, se regocijaron mucho.—Mateo 2:9-10
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LA PAZ, EL AMOR Y LA FORTALEZA DE DIOS ME CONSUELAN Y ME SOSTIENEN.
En los días fríos de invierno disfruto de las comodidades de una cama acogedora, saborear una taza caliente de chocolate después de estar afuera en el clima invernal o quizás sentarme cerca de una chimenea. Si bien aprecio estos tipos de consuelo, descubro el mayor de ellos al saber que, donde quiera que yo esté, haga lo que haga, Dios está conmigo. Nunca puedo estar separado de Dios.
Me concentro en la Presencia divina en mí. Puedo sentir la presencia de Dios como paz, amor y comprensión. En la paz y el amor de Dios, encuentro la fortaleza necesaria para vivir cada estación de mi vida. Tengo presente que, aunque los cambios y desafíos llegan y se van, la presencia de Dios en mí es inmutable. La paz, el amor y la fortaleza de Dios me consuelan y me sostienen.
Cuídame, oh Dios, porque en ti confío.—Salmo 16:1
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LA ENERGÍA ILIMITADA Y DIVINA FLUYE EN MÍ.
La vida de Dios fluye libremente en mí. Tengo toda la energía necesaria para hacer lo que necesito o quiero hacer. Depende de mí como decido usar mi energía. Dirijo mi energía de manera positiva, siempre consciente de mis pensamientos. ¿Acaso pierdo tiempo y energía preguntándome “y si”? El pensamiento negativo agota la energía que podría utilizar en esfuerzos creativos y constructivos.
Recuerdo las palabras de Eleanor Roosevelt: “Se necesita tanta energía para desear como para planificar”. Me comprometo a tomar en serio los deseos de mi corazón y usar mi energía para tomar acciones concretas. Avanzo con confianza y enérgicamente para cumplir los sueños de mi vida.
Y con este fin también trabajo, esforzándome con toda la energía que obra poderosamente en mí. —Colosenses 1:29
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YO SOY BENDECIDO CON UNA CONCIENCIA DE ABUNDANCIA.
A veces, mis pensamientos sobre la falta de dinero, tiempo, salud o amigos me hacen sentir ansiedad o tristeza. Durante esos momentos tomo tiempo para hacer una pausa, aquietarme y respirar. Al inhalar, afirmo vida, sustancia e ideas divinas. Al exhalar, libero sentimientos de miedo y carencia. Mi cuerpo descansa y la ansiedad se disipa.
En silencio, descubro una verdad mayor: Dios es todo en todo. Cuando regreso a mis actividades del día me doy cuenta de que yo soy parte de un universo abundante y próspero. Dios está en el centro de mi ser. Puedo reclamar y aceptar toda sustancia y toda suficiencia. He sido ampliamente bendecido con el poder creativo del Infinito. ¡Yo soy próspero!
Habla con ellos y diles que al caer la tarde comerán carne, y que por la mañana se saciarán de pan. Así sabrán que yo soy el Señor su Dios.—Éxodo 16:12
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EL PODER SANADOR DEL PERDÓN ES MÍO.
Perdonar es muy poderoso. Jesús estaba consciente de ello cuando eligió perdonar a los que estaban en su contra. El perdón nos lleva a mirar más allá del comportamiento de otro y verlo como un hijo de Dios.
No significa tolerar una acción o comportamiento nocivo. Perdonar nos brinda la oportunidad de liberar pensamientos y sentimientos negativos para encontrar la fortaleza para seguir adelante.
También es importante perdonarme y verme como hijo de Dios. Si he actuado de una manera que lamento, me perdono, aprendo de mi error, y sigo adelante. Al perdonar estoy siguiendo las enseñanzas de Jesús. Al mirar hacia adelante y no hacia atrás, siento paz.
Sean bondadosos y misericordiosos, y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.—Efesios 4:32
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LA PAZ INTERNA ME BRINDA FORTALEZA, CALMA Y CLARIDAD.
La paz de Dios brilla desde el centro de mi ser como el suave resplandor de una vela. Dicha paz es parte de mi herencia divina, siempre esperando ser llamada a la expresión, sin importar lo que suceda a mi alrededor. La paz se expresa a través de mí y llega hacia mí cuando recuerdo que yo soy la expresión viva de Dios, creado a Su imagen y semejanza.
Para suscitar la paz divina, sólo necesito estar dispuesto a dejar ir aquello que bloquee su expresión. Permito que la divina facultad de eliminación obre en mí para liberar pensamientos limitantes, falta de perdón, carencia y miedo. Mi energía se torna más pacífica y orientada según libero cada uno de mis pensamientos limitantes. Me concentro en la paz pura de Dios.
Jesús se levantó y reprendió al viento, y dijo a las aguas: “¡Silencio! ¡A callar!” Y el viento se calmó, y todo quedó en completa calma.—Marcos 4:39
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EXPRESO AL CRISTO QUE MORA EN MÍ SIENDO AFABLE.
El Dr. Martin Luther King, Jr., declaró: “La estatura de un hombre no se mide por cómo se comporta en momentos de comodidad y prosperidad, sino por cómo reacciona durante momentos de desafío y controversia”.
Decido permanecer firme cuando mi vida es estable y constante y cuando está llena de pruebas y desafíos. Reconozco que el espíritu de Dios mora en mí, y que superaré cualquier reto.
Mi fe es fuerte e inquebrantable, y mi actitud lo refleja. El compromiso de expresar completamente mi naturaleza espiritual inspira a los que me rodean. Expreso lo mejor de mí mismo a través de mi actitud bondadosa. Es fácil permitir que mi luz brille cuando estoy consciente de la luz de Dios en mí.
Que la luz de ustedes alumbre delante de todos, para que todos vean sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.—Mateo 5:16
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ENCUENTRO LA FUENTE DE FORTALEZA EN MÍ.
Mi firmeza aumenta cuando tengo presente que soy uno con Dios. Confío en la fuente de fortaleza que mora en mí. Jesús enseñó que quien no tiene fe en Dios será derribado como una casa construida sobre la arena. Mas quien tiene fe, es como una casa construida sobre una roca, capaz de mantenerse firme ante cualquier tormenta.
Esta base sólida me sostiene en momentos en que me siento débil o inseguro. Cierro mis ojos e imagino que estoy parado sobre una roca estable y sólida. Noto cómo dicha roca me apoya y me sostiene.
Expreso la naturaleza todopoderosa de Dios a través de mí, y hago surgir mis reservas de fortaleza desde mi interior.
A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.—Mateo 7:24
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YO SOY UNA EXPRESIÓN OPTIMISTA DE LA ENERGÍA Y EL AMOR DE DIOS.
Siento emoción por las posibilidades de este día. Aunque no sé lo que pueda presentarse en mi camino, busco y espero resultados positivos. Atesoro incluso los eventos más insignificantes: ducharme por la mañana, tomar una taza de café o té, caminar al trabajo o completar una tarea pendiente.
Mi acción entusiasta es contagiosa. Los de-más son alentados gracias a mi actitud optimista y jovial. Y, a su vez, yo soy bendecido por la respuesta positiva que recibo. Cada día tomo la decisión de hacer de éste el mejor. Afronto cualquier dificultad con esperanza y confianza, sabiendo que yo soy un ejemplo de fe. Avanzo con regocijo y entusiasmo.
Yo soy bendecido y yo soy una bendición para todos a mi alrededor.
Si algo demanda diligencia, no seamos perezosos; sirvamos al Señor con espíritu ferviente.—Romanos 12:11
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LA GRACIA DIVINA ESTÁ VIVA EN MÍ.
Cuando pensaba en la gracia, lo hacía creyendo que era un regalo de bendiciones o una fuerza exterior que me otorgaba la capacidad de aguantar los desafíos de la vida. Hoy mi entendimiento acerca de la gracia ha evolucionado. Me doy cuenta de que mi vida, todas mis acciones, todo mi ser, están dentro del ámbito de Dios. La energía divina mora en cada célula de mi cuerpo y es parte de lo que soy.
Avivo mi conciencia de esta Verdad respirando profundamente en un momento de quie-tud. Traigo a mi mente un desafío, y siento y visualizo que una ola de gracia se derrama y se lleva toda preocupación. Inmerso en la gracia, imagino que mis preocupaciones se disipan, y aseguro resultados divinos. Tengo fe en la gracia viva en mí, y estoy en paz.
Que la gracia y la paz les sea multiplicada por medio del conocimiento de Dios.—2 Pedro 1:2
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ORO POR LA PAZ EN LAS MENTES Y LOS CORAZONES DE TODOS LOS SERES.
La paz mundial comienza conmigo. Antes de orar por la paz en el mundo, me alineo con la presencia de Dios. Como un lago quieto y plácido, esta Presencia apacible mora en silencio y está disponible siempre. A medida que me sosiego, mi mente se calma, mi cuerpo se detiene y yo siento una gran paz. Respiro profundamente, soltando la tensión en mi cuerpo y disolviendo las preocupaciones en mi mente.
Desde este lugar tranquilo, imagino los corazones y las mentes de todas las personas en paz y brillando como la luz del sol en la superficie del agua. Visualizo que esta paz emana relucientemente de cada persona y se extiende por todo el mundo, llenando de amor todos los corazones. Experimento y afirmo paz interna, y ésta se magnifica por todo el mundo.
Apártese del mal y haga el bien. Busque la paz y sígala.—1 Pedro 3:11
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DEJO QUE DIOS SEA DIOS EN MÍ.
Meister Eckhart, un místico alemán, enseñó: “Lo que Dios te pide más imperiosamente es que salgas de ti mismo y permitas que Dios sea Dios en ti”. Reflexionando sobre las palabras de Eckhart, recuerdo que no tengo que sentir frustración por los límites de la sabiduría y la comprensión humanas.
Dejar ir y dejar que Dios actúe me recuerda que la presencia de Dios va conmigo a lo largo de cada experiencia de mi vida. El amor, la vida, la sabiduría, la comprensión y la fortaleza de Dios, así como el poder divino de liberación, están presentes cada vez que los necesito. Mi yo humano, junto con la presencia permanente de Dios, el Cristo en mí, proporcionan el bien que deseo en mi vida. Dejo que Dios sea Dios en mí.
Las palabras que yo les hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, es quien hace las obras.—Juan 14:10
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