Elogio del Papa a las Madres por sus 41 años de lucha
"Nos enseñaron el camino que hay que seguir”
Francisco con Hebe de Bonafini, hace dos años, en Roma.
El Papa Francisco hizo llegar hoy mensaje de audio en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, al cumplirse 41 años de la primera marcha, el 30 de abril de 1977, que marcó la creación del emblemático organismo de derechos humanos. Lo hizo a través del programa radial de Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres y amiga de personal de Jorge Bergoglio.
El mensaje del Pontífice es el siguiente:
“Querida Ana María, en estos días en que se recuerda aquel 30 de abril del 77, aniversario de la fundación de las madres, cuando las madres surgieron, me acuerdo tanto de tu mamá, que trabajó tanto, que fue una luchadora y con ella tantas mujeres que lucharon por la justicia o porque habían perdido a sus hijos o simplemente mujeres madres que, viendo en el drama de tantos hijos desaparecidos, se juntaron también para luchar por esto. Estoy seguro que además del reconocimiento de la humanidad, Dios las tiene muy en su corazón. Son luchadoras, lucharon por la justicia y nos enseñaron el camino que hay que seguir adelante”.
“Me alegra que vos sigas estas huellas de tu madre y que las transmitas a los demás en tu audición radial. Así que el día hoy, en un modo especial, rezo por las madres, rezo por vos, rezo por tu madre Esther y rezo por todos los hombres y mujeres de buena voluntad que quieren llevar adelante un proyecto de justicia y de fraternidad entre todos. Que Dios los bendiga a todos”.
Esther Ballesterino, de nacionalidad paragauaya, conoció a Bergoglio en un laboratorio químico en el que trabajaban a fines de los años 50 en Palermo. Al llegar la dictadura, sufrió el secuestro de su hija Ana María y de sus dos yernos. Ana María fue liberada y la familia partió al exilio, pero Esther volvió para seguir la lucha por los desaparecidos. Fue una de las 14 personas secuestradas y desaparecidas por la Marina tras la infiltración de Alfredo Astiz, en diciembre de 1977. El operativo incluyó entre otras víctimas a las fundadoras Azucena Villaflor y María Ponce de Bianco y a las monjas francesas Alice Domon y Léonie Duquet.
Ya como Papa, Bergoglio se reencontró con Ana María y su hermana Mabel cuando visitó Paraguay en 2015. "La madre de ustedes me enseñó a pensar", les dijo en Asunción. En el Vaticano, Francisco ha sostenido además encuentros con Hebe de Bonafini, Taty Almeida y Estela de Carlotto.
El presidente Evo Morales, Hebe de Bonafini, Nora Cortiñas, abogadas de los organismos y nietos recuperados dieron a conocer, a través de las redes sociales, la conmoción que produjo el fallecimiento de Chicha Mariani.
La despedida a Chicha Mariani, una de las mejores representantes de la lucha por los derechos humanos.
Organismos de derechos humanos, nietos recuperados, abogados y hasta el presidente de Bolivia, Evo Morales, despidieron a María Isabel Chorobik de Mariani, fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo e icono del movimiento que denunció el terrorismo de Estado desde el comienzo de la dictadura, quien falleció a los 94 años. “Adiós a una compañera de lucha”, arranca el comunicado de Abuelas, que la despidió “con enorme tristeza” y recordó a su ex presidenta como “una mujer fundamental en los inicios de la búsqueda de niños y niñas apropiados”.
“Chicha fue un ejemplo de fuerza, ética y solidaridad, e hizo escuela en la lucha de los derechos humanos”, destacó Nora Cortiñas, de Madres Línea Fundadora, que la definió como “una mujer extraordinaria, con muchas luces y un sentido muy amplio de la lucha”. “El amor por su hijo, nuera y nieta la transformaron en una luchadora única por su respeto, su ternura y su constancia inquebrantable”, escribió Hebe de Bonafini, de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, quien aseguró que “su figura nos acompañará en cada acto y en cada día donde reivindiquemos a nuestros hijos como revolucionarios”. “Muy triste por la muerte de Chicha Mariani”, confesó Evo Morales. “El mundo debe seguir el ejemplo de las inmortales hermanas argentinas y mantener viva la memoria para que Nunca Más vuelvan las dictaduras”, enfatizó el jefe de Estado de Bolivia.
“Se nos fue Chicha, pendiente quedó el abrazo con Clara Anahí, pendiente quedó la verdad y pendiente quedó la justicia. Tuve el inmenso honor de ser su abogada, junto a Valeria Thus y Pablo Lafuente en el juicio del plan sistemático de robo de bebés”, la despidió Elizabeth Gómez Alcorta. “Su lucha continúa porque no bajaremos los brazos ni un solo día, como ella nos enseñó con su ejemplo”, completó. “Siento que la partida de Chicha sin encontrar a su nieta es una batalla que perdimos. Pero también siento, con Juan Gelman, que ‘tenemos sed y paciencias de animal’”, escribió Marta Vedio, tenaz abogada de la Apdh La Plata. “La muerte puso fin a la tortura a la que Chicha fue sometida durante casi 42 años por el genocida Miguel Osvaldo Etchecolatz, el mismo al que nuestros jueces federales insisten en enviar a su casa porque es un pobre viejito, el mismo por el que hace campaña el diario La Nación”, lamentó. “Pude conocer su coherencia, su inteligencia y el enorme cariño con el que nos trataba a los que compartíamos la pelea por condenar a los genocidas”, contó la legisladora Myriam Bregman, que fue querellante contra Etchecolatz. “No pudo encontrar su nieta; continuaremos buscándola!”, agregó. “Falleció Chicha Mariani. En algún lugar, sin su identidad, está su nieta Clara Anahí. La seguiremos buscando, por Chicha, por memoria, verdad y justicia”, prometió María del Carmen Verdú, de Correpi.
“Se fue Chicha, una enorme mujer, de las imprescindibles. Rió y lloró junto a nosotros. Nos dio la fuerza para seguir la búsqueda de nuestros hermanos”, relató la nieta recuperada Victoria Moyano, militante del PTS. “No pudo encontrar a Clara Anahí. Seguiremos con nuestro fiel compromiso hacia ella por encontrarla”, agregó. Horacio Pietragalla, también recuperado por Abuelas, lamentó que Mariani “no pudo abrazar a su nieta”. “Seguiremos buscando a esa hermana y estará orgullosa de su abuela luchadora”, agregó el diputado de Unidad Ciudadana. Victoria Donda, nieta recuperada y diputada de Libres del Sur, la definió como “un ejemplo de coherencia y tenacidad”. “No pudo encontrar a su nieta” pero “se fue con el amor y la admiración de miles que reivindicamos su lucha y su ejemplo”, escribió Wado de Pedro. “Vamos a seguir buscando a Clara Anahí con el amor que nos legó”, agregó el diputado del FpV-PJ.
H.I.J.O.S. Capital recordó que “los genocidas secuestraron a su nieta Clara Anahí en el operativo en el que asesinaron a su mamá Diana Teruggi”, luego mataron a su padre Daniel Mariani y “Chicha murió sin el reencuentro”. “Eso es terrorismo de Estado seguido de pactos de silencio”, destacó. Memoria Abierta difundió fragmentos de la entrevista de Chicha para el invalorable archivo oral del organismo en 2002. “Reivindicamos y acompañamos su lucha por Clara Anahí y por todos los nietos que aún nos faltan”, destacó.
Algún día su nombre será usado en lugar de búsqueda, búsqueda dejará de existir en las enciclopedias y sólo usaremos Chicha como verbo que defina eso de revolver mundos y nunca bajar los brazos.
El pasado domingo por la noche falleció Chicha Mariani, fundadora de la Asociación Abuelas de Plaza de Mayo y de la Asociación Clara Anahí, desde ambos lugares hace 42 años buscaba incansablemente a su nieta Clara Anahí Mariani Teruggi, quien continúa sin recuperar su identidad, y a los más de 500 jóvenes apropiados durante la última dictadura. La militancia de Chicha y las otras abuelas no tenía precedentes a nivel mundial, en pleno terrorismo de Estado iniciaron un camino de recepción de denuncias e investigación que entre otros hitos derivó en el descubrimiento del ADN como información genética que permite establecer los vínculos filiatorios en ausencia de una generación, que fue conocido como el índice de “Abuelidad”, y la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, poniendo la ciencia al servicio del esclarecimiento de los crímenes de lesa humanidad.
Ella además impulsó y sostuvo la creación de un espacio para la memoria en la Casa de Calle 30, casa en la que había sido secuestrada su nieta y que fue blanco de un operativo represivo feroz en el que estuvieron presentes en persona los genocidas Ramón Camps y Miguel Etchecolatz. La casa conserva intactas las huellas de la dictadura y recibe a diario cientos de visitantes que pueden ver por sí mismos el ensañamiento represivo contra un grupo de militantes que sostenían, camuflada detrás de un criadero de conejos, una imprenta que editaba el periódico Evita Montonera, una publicación que en plena dictadura denunciaba los crímenes que aun no se mencionaban como de lesa humanidad, pero daban cuenta del terror ejercido desde el Estado. Esa casa con su limonero siempre cargado de frutos, es una invitación a saber para nunca olvidar.
La perpetuidad de la apropiación de Clara Anahí es quizá una de las más profundas marcas de impunidad que haya dejado la dictadura. Los mismos Camps y Etchecolatz, jefe de la Policía bonaerense y director de Investigaciones, respectivamente, bestias desaparecedoras, dirigieron en persona el operativo contra la casa de Calle 30 y decidieron el destino de Clara Anahí, quien fue trasladada frente a los ojos sicarios de todo su grupo de tareas. Muchos de ellos saben su destino o pueden dar pistas, pero deciden mantener el cobarde pacto de silencio.
Chicha vivió con esa certeza que fue apagando su cuerpo lentamente. En los últimos años, además, debió combatir la política de reconciliación y desmemoria impulsada por el gobierno de Mauricio Macri con la promoción de medidas como el 2x1 o las prisiones domiciliarias a los genocidas. Miguel Etchecolatz caminó libre por su casa en el Bosque Peralta Ramos de Mar del Plata recibiendo la brisa del mar que lo desprecia, mientras Chicha continuó su lucha y su espera.
Para las y los H.I.J.@.S. de La Plata, Chicha ha sido siempre una referencia en nuestras búsquedas individuales y colectivas, cada vez que la necesitamos estuvo allí, crecimos a su lado como militantes y su perseverancia nos empujó cuando creíamos quedarnos sin fuerzas. Fue al mismo tiempo la abuela que nos preparaba un té y se sentaba a charlar, como la archivista más experimentada. Fue el abrazo apretado ante el desamparo como la valiente testigo que interpelaba a los asesinos en medio de los juicios. Su casa, siempre de puertas abiertas, nos recibió adolescentes llenos de furia, nos acompañó en nuestros años de tomar decisiones, nos celebró cuando llegamos con nuestras propias hijas e hijos. Luminosa ella, de brazos abiertos, y sonrisa calma. Cerca, generosa abriéndonos las puertas a los misterios de las búsquedas cuando también fue nuestra la urgencia de encontrar a nuestras hermanas y hermanos.
Las familias rotas que dejó el genocidio se reconstruyeron en otros vínculos, políticos, tejidos por la historia y el deseo de no ser apenas víctimas. Allí, muchas de nosotras y nosotros encontramos una abuela poderosa. Una mujer firme de quien aprendimos a plantarnos con nuestra verdad. A transformar el dolor, a hacerlo otra cosa, a hacernos otras, otros. Y ella puede que tal vez haya sentido que éramos un poco Clara Anahí. Nuestras fuerzas, las de quienes la admiramos, no alcanzaron a detener el tiempo que terminó escurriéndose entre sus manos. La tristeza que hoy nos habita es la frustración de ese abrazo que no pudo ser. Esas historias que Clara aun no pudo escuchar. Esos cumpleaños en los que no estuvo.
Nos queda el compromiso de honor de encontrar a tu nieta y a todas y todos los que nos faltan. Nos quedan tus manos generosas en el tacto de la memoria. Y la hermosa tarea, cuando encontremos a Clara Anahí, de contarle que fuiste de las imprescindibles.