Vamos a conocernos... vamos a hablar para también confiar o... vamos a aclarar nuestras dudas, aceptarnos como somos.
Vamos a compartir para poder aprender, vamos a reír y si es necesario a llorar, vamos a ser discretos y cultos para que perdure nuestra amistad.
Vamos a conversar, vamos a platicar, vamos a ayudarnos, sin hacernos daño, sin herir a los demás.
Vamos a ser sinceros y a querernos... vamos a aprender pequeños detalles y visualizar las bondades, vamos a estudiarnos y analizarnos, vamos a escucharnos y complacer nuestras inspiraciones.
Vamos a respetarnos y motivarnos por medio de la comunidad, para seguir luchando por esas metas ya fijadas y objetivos ya propuestos.
Vamos a acercarnos, usar la capacidad de la razón que se nos había brindado y concedido como hombres sabios que somos.
Vamos a demostrar nuestros sentimientos, vamos a amarnos si es preciso sin temor, vamos a soltarnos, ser libres y expresar nuestras ideas, ilusiones y fantasías.
Vamos a conservar todo lo que compartimos, vamos a caminar en este clima de la vida que ha sembrado nuevas impresiones y vivir nuestras emociones.
Todo tiene su final y según un día empieza con el sol radiante, termina y finaliza en la oscuridad, con la única luz de la luna, pero acompañada de las estrellas, sus eternas y fieles compañeras.
Hay que saber aprovechar los momentos y circunstancias cuando se nos da la oportunidad. Comportarnos como adultos maduros y seres humanos que somos, en consideración, cada cual en su lugar, nuestra posición en la sociedad y medio ambiente que nos rodea, en esta humanidad...
Que cuando llegue ese momento determinado de personalizar alguna relación iniciada, no tengamos que arrepentirnos de los pasos tomados y dados y que todo culmine en una linda realidad, de lo que es tener realmente una amistad.
Vamos a relajarnos y a despertar ese niño que hay dormido dentro de cada uno de nosotros... Como el Alfa y la Omega... esperando que lo que un día comenzó, finalice; aunque toda regla tiene su excepción, la vida un día comenzó y el amor nunca murió...
No es un compromiso, ni una obligación, sino un impulso del corazón que hay que saber tratar y entender, dejarlo desarrollar y crecer, y de estas experiencias podemos aventurar, siempre y cuando, a nadie perjudicar.
Vamos a conocernos... vamos a hacer nuestra historia. Nuestra historia en nuestro propio mundo... Una historia así vale la pena emprender.