Amigas, esto es historia ordenada y comprobada, seguiré, esperando que sea del agrado de todas ... os dejo un besico cariñoso
Ya hemos visto que Eridú fue Ea, la divinidad anfibia del Abismo; otros establecidos en Ur tenían su templo principal consagrado a Sin, el dios Lunar, como Enlil era el dios de Nipur y Ningirsu el dios de Sirpula.
Con el tiempo se trató de relacionar estos diversos dioses locales en una historia de la Creación, que explicase la genealogía de las personas divinas.
En el relato sumerio de la Creación (completamente diferente del de la Biblia) todavía las divinidades que procrean a los demás dioses son las personificaciones del elemento líquido. Esto revela que la preocupación del agua que rodeaba por todas partes a los primitivos sumerios duró hasta muy tarde. El poema épico sumerio de la Creación, traducido por los babilonios más tarde, empieza así:
“Cuando los cielos no tenían nombre – y debajo no había nombre para la tierra,-- cuando no se habían construido todavía cámaras para los dioses - ni se veían tierras en los pantanos – Apsú, el dios del agua dulce, y Tiamat, del agua salada- mezclaron sus linfas – y crearon con ellas a los dioses, sus hijos.” Así, para los sumerios, los padres de la hueste divina, son las dos aguas que envolvían a los inmigrantes establecidos en las tierras bajas del golfo Pérsico, las corrientes crecidas del Éufrates y el Tigris y los furores del Océano amenazando con mareas y oleajes tempestuosos. La genealogía de los dioses continúa por varias generaciones en la épica de Babilonia; pero aparece en seguida Ea, igual a sus progenitores, el dios de Eridú, señor del abismo. Ea es llamado “el fuerte, más fuerte que sus padres, sin rival entre los demás dioses sus hermanos”
Ya veremos más adelante que Ea es quien crea al hombre del barro. Ea, “el del oído fino, el hábil, el que conoce todas las cosas – inventó un sortilegio invencible, -- palabras encantadas que recitó sobre las aguas—e hizo con ellas adormecer a Apsú – el dios del agua dulce, lo ató fuertemente y lo mató”.
La destrucción del primer padre de los dioses, Apsú, el dios del agua dulce, por el dios del fondo, del limo, del abismo, que representa Ea, es razonable hasta físicamente. Pero necesariamente debía provocar la ira de su consorte Tiamat, la diosa del agua salada.Para la destrucción de esta última ya no basta Ea, hace falta un héroe inmortal que es su hijo Marduk, dios de Babilonia, identificado después por los asirios con su dios Assur. Aquí vendría la descripción del nacimiento de Marduk. (lo pondré mañana )