
Si te llamo azucena, si te llamo...
Si te llamo azucena, si te llamo, ¿a qué jardín del mundo no le obligo? Si te digo romero, si te digo, ¿a qué monte del mundo no reclamo
que tenga tu color y olor? Te amo por el romero en ti, porque te sigo como a jardín del alma que te digo, como monte del alma que te llamo.
Y con tanto nombrarte y renombrarte sin variar de nombre, a cada cosa bella, la voy llamando con mi acento
y la dejo morir al silenciarte, y si digo azucena y digo rosa, las nombro a ellas, pero a ti te siento.
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