Vivir Semana Santa, un desafío
Por Celia Escudero Celia Escudero
Lic. en Teología, docente y liturgista
liturgia@san-pablo.com.arArtículos publicados: 6
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Celebrar la Pascua, vivir la Semana Santa es un desafío. En primer lugar, deberíamos prepararnos para celebrarla, con fe, asombro y alegría por todo lo que ella encierra y significa. Tantas veces nos preparamos con anticipación para fiestas familiares, fiestas del pueblo o del barrio, fiestas de amigos…
Nosotros creyentes debemos prepararnos, para que no nos tome de sorpresa y que nuestra disposición interior, espiritual nos ayude a vivir la Pascua como un momento fuerte de encuentro con el Señor. Momento vivido en comunidad, en familia.
La Pascua es el acontecimiento que, a través de lo que Jesucristo vivió en esos días, cambió la realidad y el destino de los hombres, aunque millones lo ignoren. Cada día es importante y tiene su propio significado, pero todos están unidos por el acontecimiento final, la Resurrección. Para muchos sólo el Viernes Santo es importante, desconocen o no valoran todo el sentido y la riqueza del Jueves, dedicado a la Eucaristía, de la Vigilia del Sábado, el Domingo que es especial, pero puede quedarse en un domingo más de nuestra vida.
Cada día nos pone ante un hecho con un fuerte significado propio. No deberíamos dar por sentado que sabemos todo lo que se celebra ese día. Tomar los textos de la Palabra que nos presenta la Liturgia, y leerlos con ojos nuevos, en actitud de contemplarlos con el mismo interés de la primera vez, nos ayudará a descubrir detalles nuevos, a encontrar nuevo sentido al relato. Si lo hacemos como preparación a cada celebración, la viviremos de manera distinta.
Todos sabemos que la Pascua de Jesús es el hecho que nos alcanzó la salvación. Pero generalmente, nos quedamos en la salvación del pecado como único fruto de la muerte y resurrección del Señor. Olvidamos que la Pascua es vida plena, vida nueva, que nos hace hombres nuevos, según San Pablo en Col 3,7-11. Celebrar la Pascua puede trasformarnos y ayudarnos a ser mejores hijos de Dios y mejores hermanos de las demás personas. Es la posibilidad de renovarnos, después que la Cuaresma nos ha preparado de muchas maneras. Nunca seremos perfectos pero, Jesús muerto y resucitado, está siempre junto a nosotros para ayudarnos a ir creciendo, en este largo camino que es la vida.
Jesús en la cruz, asume las dos cosas que más nos cuesta entender, el dolor y la muerte. El les da un nuevo sentido porque a dos hechos que son negación de la vida y la felicidad, por su resurrección las vence en lo negativo y los transforma en paso al la vida plena, a la felicidad definitiva junto a Dios. Por esto, Pascua también es el germen de nuestra esperanza que nos puede fortalecer siempre, más aún hoy, donde todo nos parece confuso y difícil. Tenemos por la fe, la seguridad del amor de Dios manifestado en la muerte de su Hijo, y la fortaleza y seguridad que la esperanza hoy nos ayuda a vivir, para encontrarnos con El al final del camino, gracias a la resurrección. Pensemos entonces qué significa decir "Felices Pascuas", para decirlo sinceramente, hay que haberlo vivido. (Liturgia- San Pablo)