|
Reflexiones: ¿Quiénes somos para quejarnos ante Dios?
Elegir otro panel de mensajes |
|
De: conmariano (Mensaje original) |
Enviado: 11/08/2010 11:42 |
|
Autor: Claudio de Castro | Fuente: Catholic.net ¿Quiénes somos
para quejarnos ante Dios? |
Ocurre que de pronto piensas que Dios te ha olvidado. Te asedian
tantos problemas y no los puedes comprender. |
|
|
¿Quiénes somos para quejarnos ante
Dios? | Ocurre que de pronto piensas que Dios
te ha olvidado. Te asedian tantos problemas y no los puedes comprender. Quedas
envuelto en un torbellino del que parece no existir una
salida.
Recientemente pasé por algo parecido, y sentí una gran confusión.
Procuraba estar tranquilo y confiar en Jesús.
Solía visitarlo en el
Sagrario para quejarme... ¿Hasta cuando?...
Y oraba con el Salmo
6:
Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues si estás
enojado. Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo
sostenerme. Aquí estoy sumamente perturbado, tú, Señor, ¿hasta
cuando?... Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida, y líbrame por tu gran
compasión.
Sentía entonces como si una voz interior me dijera:
-Lee a Job.
-¿Job?- me dije extrañado.
Y fue lo que empecé a
hacer, y lo que te recomiendo cuando no entiendas lo que te ocurre, y cuando
sientas que no puedes más.
Mientras escribo, tengo frente a mí una
Biblia. Está abierta en el libro de Job. Ahora se ha vuelto un amigo entrañable.
Me ayudó a comprender las enseñanzas de Nuestro Señor. ¿Quiénes somos para
quejarnos ante Dios? ¿Acaso pensamos ofrecer nuestros sufrimientos por la
salvación de las almas? No somos dignos de nada. Todo es gracia de Dios. Job lo
supo bien:
Reconozco que lo puedes todo, y que eres capaz de realizar
todos tus proyectos. Hablé sin inteligencia de cosas que no conocía, de cosas
extraordinarias, superiores a mí. Yo sólo te conocía de oídas; pero ahora te han
visto mis ojos. Por eso retiro mis palabras y hago penitencia sobre el polvo y
la ceniza. (Job 42,2-6)
Comprendes de pronto lo pequeño e
insignificante que eres ante la inmensidad y magnificencia de Dios.
Parece como si Dios mismo te llevara al límite, para probar tu fe,
fortalecerla y hacerte comprender que sin él nada podemos.
Porque así
como el oro se purifica en el fuego, así también los que agradan a Dios pasan
por el crisol de la humillación. (Siracides 2,5)
A Él le agradan los
hombres humildes, sencillos, rectos de corazón. Y nos enseña a ser como desea
que seamos.
| |
|
|
|
Primer
Anterior
Sin respuesta
Siguiente
Último
|
|
|
|
|
©2024 - Gabitos - Todos los derechos reservados | |
|
|