Autor: Ma Esther De Ariño | Fuente: Catholic.net Señor, ayudame
a ser humilde |
Desconéctame, Señor, de las cosas de mi vida que tanto
amo....quiero que tu me ayudes a encontrar esa "perla escondida" que es aprender
a vivir en la humildad. |
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Señor, ayudame a ser
humilde |
Aquí estoy, Señor, para darte
ese tiempo de mi vida, que es muy poco, comparado con el tiempo que siempre
tengo para trabajar, para distraerme y pasear. Es muy poco pero quiero que sea
tuyo y que será el mejor de mi tiempo porque es para ti.
Dame paz,
tranquilidad. Auséntame de todas mis preocupaciones, quedarme vacía de todos los
problemas y dolores que llevo en mi alma, muchas veces causados por mi
equivocado proceder, y entregarme de lleno a ti.
Desconéctame, Señor, de
las cosas de mi vida que tanto amo.... quiero que tu me ayudes a encontrar esa
"perla escondida" que es aprender a vivir en la humildad.
A veces
pienso, al acercarme a ti, que es el único momento en que siento mi nada, mi
pequeñez, porque cuando te dejo y me voy a mis ocupaciones me parece que piso
firme, que hago bien las cosas, muchas de ellas, muy bien y casi sin darme
cuenta reclamo aplausos, reclamo halagos y me olvido de ser humilde, de aceptar,
aunque me duela, mis limitaciones, mis errores, mis faltas y defectos de
carácter, que siempre trato de disimular para que no vean mi pequeñez y cuando
llega el momento de pedir perdón... ¡cómo cuesta! Qué difícil es reconocer que
nos equivocamos, qué juzgamos mal, que lastimamos y rogar que nos
perdonen.
Ante ti, Señor, buscando alcanzar esa HUMILDAD, que tanta falta
me hace, me atrevo a rezarte la hermosa:
ORACION POR LA
HUMILDAD
Señor Jesús, manso y humilde. Desde el polvo me sube y me
domina esta sed de que todos me estimen, de que todos me quieran. Mi corazón
es soberbio. Dame la gracia de la humildad,mi Señor manso y humilde de
corazón.
No puedo perdonar, el rencor me quema, las críticas me lastiman,
los fracasos me hunden, las rivalidades me asustan.
No se de donde me
vienen estos locos deseos de imponer mi voluntad, no ceder, sentirme más que
otros... Hago lo que no quiero. Ten piedad, Señor, y dame la gracia de la
humildad.
Dame la gracia de perdonar de corazón, la gracia de aceptar la
crítica y aceptar cuando me corrijan. Dame la gracia, poder, con tranquilidad,
criticarme a mi mismo.
La gracia de mantenerme sereno en los desprecios,
olvidos e indiferencias de otros. Dame la gracia de sentirme verdaderamente
feliz, cuando no figuro, no resalto ante los demás, con lo que digo, con lo que
hago.
Ayúdame, Señor, a pensar menos en mi y abrir espacios en mi corazón
para que los puedas ocupar Tu y mis hermanos.
En fin, mi Señor
Jesucristo, dame la gracia de ir adquiriendo, poco a poco un corazón manso,
humilde, paciente y bueno.
Cristo Jesús, manso y humilde de corazón, haz
mi corazón semejante al tuyo. Asi sea. (P. Ignacio Larrañaga)
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