Perdonar
Cada vez que perdono, mi corazón se abre.
Al abrir mi corazón al amor, encuentro la fortaleza para perdonar. Aferrarme a sentimientos de resentimiento o juicio puede parecer lo correcto cuando se me hace difícil perdonar. Quizás desee que la persona cambie antes de perdonarla. Mas siempre puedo permitir que el espíritu del Cristo en mí abra mi corazón al amor y el perdón.
Gracias al Cristo en mí y Su fortaleza, tengo la entereza y el valor para soltar el peso de la falta de perdón. El amor crístico es más fuerte que cualquier percepción de injuria o daño. La rudeza de otra persona no tiene poder para herirme. Perdonar es amar, y amar es permitir que el espíritu crístico me sane.
Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas.—Marcos 11:25