Callabas. Bajo la blanca noche de agosto temblaban estériles y ausentes las sombras de nuestras figuras, como el rumor del viento que nacía de los árboles y moría en nuestros labios sin decir nada. Una bandada de pájaros negros cruzó por nuestros ojos, sin saber a dónde ir, dónde esconderse. Me invadió un aire frío, un llanto de cenizas. No supe que decirte. Tú te alejabas. Ladraban unos perros al fondo de la noche,
Sueño
En esta alargada sombra en que deriva la vida aún queda un trozo de mar azul e inmenso en el que podemos soñar que donde se extinguió el amor aún quedan frescos los labios, que donde secaron los labios aún permanece, húmedo, fresco y rosado, el roce de su poesía.