Santiago Montobbio
Ex libris
No es bueno apretar el alma, por ver si sale tinta. El papel sigue siendo el asesino –el asesino de ti- y quizá es mejor que la sombra y que sus dagas por antiguas voces descalzas vayan. Por antiguas voces, muy lejos del número y sus cárceles, entre nieblas olvidadas. Pero también pienso que con todo esto tal vez puedas hacer algún día un cuadernillo; que con todo esto –rojos, nieblas y niños que se dicen adiós por las esquinas- quizá sí puedas reunir unos ilegibles pedazos de diario para con paciencia zurcirlos, tarde adentro, hasta que torpemente formen un libro hecho de frío. Y quizá sobre sus grises tapas de lluvia puedas tú poner también mi nombre antiguo y, justo debajo, las sabidas fechas de mi nacimiento y muerte. Y entonces mi nombre pequeño allí, mi nombre –pobre- que no sé ya si da pena o si da risa así grabado en unas tapas ante las que puedas abrazar las evaporadas siluetas de unos tristes fantasmas sentimentales que no soy pero que los viejos papeles tercamente dicen que sí fui.
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