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Santiago Montobbio
Cinco o parecidas tretas
Igual que las fotografías, los abrazos o recuerdos, el sexo es poco más que un miedo, uno más entre los tantísimos trucos que trabajosamente acunamos, para seguir viviendo. Un cansancio necesario, una sabida pero inconfesada treta que nos permita sentarnos en un bar hasta que sin quemar se consuman las colillas de la lluvia y abrazar después en ellas aquellos anticuados fantasmas que fueron nuestros o que, simplemente, a nuestro vacío nombre respondieron. Un cansancio, una azucarada daga, cinco o parecidas tretas y total para poder decir este pecho es mío, en sábanas así ha de palpitar el mundo, o risibles cosas de este estilo; para engañarnos aún y hacer ver que somos nuestros, que somos en la desgarrada soledad de alguien, que no me abandones, amor, que cuánto nos queremos y sino mira cómo conservamos adolescentes trucos con los que aún fingimos creer estar haciendo feliz al otro.
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