Fernando Calderón
La risa de la beldad
Bella es la flor que en las auras con blando vaivén se mece; bello el iris que aparece después de la tempestad: bella en noche borrascosa, una solitaria estrella; pero más que todo es bella la risa de la beldad.
Despreciando los peligros el entusiasta guerrero, trueca por el duro acero la dulce tranquilidad: ¿quién su corazón enciende cuando a la lucha se lanza? ¿Quién anima su esperanza?... La risa de la beldad.
El conquistador altivo precedido de la guerra, cubre de sangre la tierra, de miseria y orfandad. ¿Y quién el curso detiene de su cólera siniestra? ¿Y quién desarma su diestra? La risa de la beldad.
¿Quién del prisionero triste endulza el feroz tormento? ¿por quién olvida un momento su perdida libertad? ¿Y quién, en fin, del poeta hace resonar la lira? ¿Quién sus acentos inspira? La risa de la beldad.
Una suerte inexorable llena de luto mi vida, y mi alma gime oprimida por la dura adversidad; pero yo olvido estas horas de tanta amargura llenas, cuando suaviza mis penas la risa de la beldad.
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