Salvador Diaz Miron
A MARGARITA
¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila bajo el dosel de tu melena blonda! ¡Qué abismo tan profundo tu pupila, pérfida y azulada como la onda!
El fulgor soñoliento que destella en tus ojos donde hay siempre un reproche viene cual la mirada de la estrella de un cielo ennegrecido por la noche.
Tu rojo labio en que la abeja sacia su sed de miel, de aroma y embeleso, ha sido modelada por la gracia más para la oración que para el beso.
Tu voz que ora es aguda y ora grave, llena de gratitud suena en mi oído, como el saludo arrullador del ave al sol naciente que despierta el nido.
|