Un Califa de Bagdad
Sabiendo que Al-Mamun solía pasear con su caballo
por un determinado camino, Omah se tendió junto
a dicho camino disfrazado de mendigo
y simulando estar muy enfermo.
Y como Al-Mamun era un hombre de buenos sentimientos,
al ver al mendigo sintió lástima de él,
desmontó y se ofreció a llevarlo a un hospital.
- Por desgracia, - se lamentó el mendigo -
llevo tres días sin comer y
no tengo fuerzas para levantarme.
Entonces, Al-Mamun lo alzó del suelo con mucho cuidado
y lo montó en su caballo, con la idea de montar él a continuación.
Pero en cuanto el falso mendigo se vio sobre la silla,
salió huyendo al galope,
con Al-Mamun corriendo detrás de él para alcanzarlo
y gritándole que se detuviera.
Una vez que Omah se distanció lo suficiente de su perseguidor,
se detuvo y comenzó a hacer caracolear al caballo.
- ¡Está bien, me has robado el caballo!
- gritó Al-Mamun - ¡Ahora sólo tengo una cosa que pedirte!
- ¿De qué se trata? - preguntó Omah también a gritos
- ¡Que no cuentes a nadie como te hiciste del caballo!
- ¿Y por qué no he de hacerlo?
- ¡Porque quizás un día puede haber un hombre
realmente enfermo tendido junto al camino y,
si la gente se ha enterado de tu engaño,
tal vez pase de largo y no le preste ayuda!
Enviò a mi Correo Sol Monasterio
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