Bendita eres, María la criatura electa, remanso de agua clara, milagrosa, inmaculada vía, la niña predilecta, la joven inocente y amorosa. Nítida lozanía de la mujer dilecta, sumisa esclava, reina dadivosa, Madre de la Alegría, Casa de Oro, perfecta, el Arca de la Alianza, prodigiosa.
Te rindes al Amado como Eva salvadora reservando sin mancha tu virtud. Su Verbo has encarnado, piadosa servidora, con su sombra triunfal nació la Luz. En tu jardín cercado surge la Nueva Aurora, luminaria de Vida en plenitud. Al mundo has liberado por ser corredentora unida a su martirio y a su Cruz.
Te elogian en el cielo. La bienaventurada te llaman todas las generaciones. Escancias el consuelo, Señora consagrada, mediadora de gracias y de dones. Eres guía y modelo, amada y venerada, refugio de dolientes corazones. El mimoso desvelo de tu vida abnegada es bálsamo en efluvio de oraciones.
Emma-Margarita R. A.-Valdés
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