Sembradores oscuros de guadañas
que violáis la tierra con vuestras nieblas
de hierro quemado y cruz en tinieblas
¡Maldigo vuestras negras telarañas
de sangres y podredumbre aledañas!
Te digo a ti, soldadito, que amueblas
el campo de tenazas, y despueblas
al hombre de raíz con tus cizañas.
Un charco de sangre será tu tumba,
porque el suelo profanado se niega
ya a recibir tu sombra, se derrumba
y hiela sólo de recordar tu siega.
Cuando la cicuta que eres sucumba
y te pudras, él no será tu vega.
Jacinto Deleble Garea