Debiéramos orar fervientemente por el descenso del Espíritu Santo.Juan 14:15,21. Si me amáis, guardaréis mis mandamientos Éxodo 20:1,17 ;
16 y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre,
17 el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros.
18 No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros
Debiéramos orar tan fervientemente por el descenso del Espíritu Santo como los discípulos oraron en el Día de Pentecostés. Si ellos lo necesitaban en aquel entonces, nosotros lo necesitamos más hoy en día.—
El descenso del Espíritu Santo sobre la iglesia es esperado como si se tratara de un asunto del futuro; pero es el privilegio de la iglesia tenerlo ahora mismo. Buscadlo, orad por él, creed en él. Debemos tenerlo, y el cielo está esperando concederlo.—
La medida del Espíritu Santo que recibamos estará en proporción a la medida de nuestro deseo de recibirlo y de la fe que ejerzamos para ello, y del uso que hagamos de la luz y el conocimiento que se nos dé.—
No estamos suficientemente dispuestos a importunar al Señor con nuestras peticiones y pedirle el don del Espíritu Santo. El Señor quiere que lo importunemos con este asunto. Quiere que insistamos con nuestras peticiones ante el trono.—