Ayer fue el cumpleaños de mi papá, al que le guardo una infinita admiración por la forma como es, como se comporta, como lleva y ha llevado su vida. Cumplió 75 años, y una de las cosas que mas admiro de él son su ilusión por vivir y por mejorar cada día. De él aprendí aquella frase “Es una lástima que el tesoro de la juventud se lo hayan confiado a los jóvenes”. Y es que nosotros los jóvenes, (se que estoy en límite a mis 32 años pero insisto en considerarme de ese grupo), con tanto por hacer, con todo una vida por vivir, nos sobrecargamos de preocupaciones innecesarias, nos deprimimos con facilidad, perdemos la ilusión de vivir esta época en la que podemos aprovechar el tiempo al máximo por hacer tantos proyectos, no solamente a nivel personal, sino también en nuestros trabajos, o de ayuda a los demás.
Ya lo decía Helen Keller: “La presente generación está perdiendo la capacidad de disfrutar de la vida desde el interior. Los jóvenes de hoy están perdiendo el gusto por las manualidades. Quieren máquinas que les canten, jueguen, hablen y lean. Reclaman y piden ser entretenidos en lugar de entretenerse por sí mismos”
No concibo que alguien pueda ser feliz sin tener una ilusión que lo engrandezca como persona, cualquiera que sea, desde las mas pequeñas, como ilusionarnos porque llega el fin de semana y podremos aprovecharlo para hacer cosas que no tuvimos tiempo de hacer en la semana, o ir a una fiesta, o se acaba el día y volveremos a ver a nuestra esposa, enamorada, amigos, etc. O aquellas ilusiones mas a largo plazo, un viaje de vacaciones, un proyecto social que ayude a mejorar el nivel de tantas personas que lo necesitan, el inicio de un nuevo trabajo, o de una Maestría, etc. Todos tenemos no una, sino mil razones para vivir con ilusiones. En la medida que éstas nos sirvan para mejorar, o ayudar a alguien a hacerlo les aseguro que los dejarán mas satisfechos una vez cumplidas.
Al respecto, me viene a la memoria el poema preferido de Matsushita, aquel japonés visionario, fundador de Panasonic: “La juventud no es un período de vida, es una forma de pensar, no son mejillas sonrosadas, labios rojos y rodillas flexibles, es fuerza de la voluntad, calidad de la imaginación, vigor de los sentimientos. Es la frescura de los hondos manantiales de la vida. La juventud significa el predominio temperamental del valor sobre la timidez, del ansia de aventura sobre el amor a la tranquilidad. No es raro encontrar mas vigor en un hombre de sesenta años que en un muchacho de veinte. Nadie se hace viejo por el número de años. Nos hacemos viejos al traicionar nuestros ideales. Los años pueden arrugar la piel, pero la renuncia al entusiasmo arruga el alma. La preocupación, el temor, la falta de confianza en uno mismo agobian al corazón y convierten en polvo al espíritu. Con ochenta o quince años, todos los corazones humanos sienten la atracción de la maravilla, el apetito infantil de lo que está por venir y la alegría del juego de vivir.”
Quizá el secreto de vivir siempre joven y lleno de ilusiones no esté en la cantidad de años que uno pueda haber acumulado, sino mas bien en el estilo de vida que uno lleve, en lo que haga con su tiempo, en las metas que se proponga llegar a corto y largo plazo, en la forma de lograrlas, y una vez logradas, en la satisfacción de haberlo hecho y trazarse unas nuevas.