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General: MANIFIESTO PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO ANTICAPITALISTA
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De: Pedro Rodriguez Medina  (Mensaje original) Enviado: 24/10/2009 04:46


Crisis económica y reajuste capitalista

En el vocabulario común de cada proletario, la crisis económica se ha asumido, cada vez más, como los rasgos de "algo natural".
Un tipo de calamidad que, con ritmo periódico, se abate con persistencia en la vida de cada trabajador.
Un acontecimiento con límites indefinidos que se considera como la causa y, la justificación de cada nuevo ajuste que hay que hacerse en el cinturón a causa de que cada vez la cintura es más estrecha.
Sin embargo la crisis es, en realidad, algo más serio. Que impone seriedad en el análisis y en la capacidad de medirse con ella. De la crisis económica tenemos que evidenciar la naturaleza, tenemos que captar las manifestaciones más concretas, las que se traducen en costos altísimos para los trabajadores, en aumento de los ritmos de explotación, con la consiguiente "carga" de muertos y heridos de un lado y el desempleo del otro.
La crisis económica determina una crisis política que produce cada vez choques más feroces entre las diferentes fracciones de la burguesía, para conquistar la supremacía, choques que se dan utilizando todos los medios posibles.
En el ámbito mundial, la crisis agudiza el choque entre diferentes grupos imperialista, exasperando guerras comerciales, desarrollando un empuje hacia la profundización de la explotación de los países llamados del “tercer mundo”, con intervenciones imperialistas directas, hoy camufladas como "intervenciones humanitarias".
Se necesita que rompamos la lógica que trata de separar la crisis económica del proceso mismo de producción capitalista, la lógica que siempre atribuye a "factores externos" al sistema de la propiedad privada las causas de la crisis.
De la misma manera tenemos que mostrar y explicar las peculiaridades de la actual crisis económica, es decir la de superproducción absoluta de capitales.
Reiterar esto no debe de servir para llenarnos la boca y la cabeza de un concepto, sino para afirmar que el régimen capitalista ha alcanzado su propio límite histórico y las vías de salida no se darán sin que tengan consecuencias desastrosas si el sistema capitalista no desaparece, o bien la clase obrera hace la revolución.

Diferentes teorías de la crisis

En el momento en que la más grave crisis de superproducción esta sacudiendo al sistema capitalista desde sus bases, sobre ella circulan las más diferentes teorías, alimentadas por la burguesía y todas ellas conducidas a la defensa de su punto de vista.
La fracción de la burguesía imperialista en el poder trata de influir sobre el proletariado alimentando, a través de los medios de comunicación, ideas falsas para que la crisis aparezca como algo que ella misma padece por causas ajenas, debida a elementos externos como la competencia extranjera y las contradicciones temporales de los mercados.
Las fracciones de la burguesía en la oposición tratan de explicar las causas de la crisis por la mala gestión de ciertas fuerzas económicas y políticas; de tal manera tratan de utilizar el descontento popular trasformándolo en apoyo para las fuerzas de oposición.
Los representantes de la burguesía en el movimiento obrero, por su parte, tratan de disminuir las responsabilidades del sistema canalizando la rabia de los trabajadores hacia los "corruptos" y los "incapaces".
Todas estas teorías, a pesar de que parezcan en oposición entre ellas y diferentes, algunas llevan a la pasividad, y otras al apoyo de los trabajadores a las fuerzas de oposición burguesa, tienen en común la defensa de un punto de vista burgués que quiere resolver el problema trabajando sobre las distorsiones producidas por la crisis para que quede inalterada la causa principal que sigue produciendo la crisis: la propiedad privada de los medios de producción, sobre la que se basa la lógica del beneficio.
En realidad, la crisis tiene razones profundas, todas internas al modo de producción capitalista.
En esta sociedad el obrero, el proletario, el trabajador no tiene ningún valor por si mismo, pero su fuerza de trabajo, si se utiliza como mercancía en el proceso de producción capitalista, tiene una peculiaridad que ninguna otra mercancía tiene: la de generar, junto con su mismo valor, también la plusvalía a través del trabajo no pagado del que se apoderan los capitalistas.
La producción capitalista, entonces, es esencialmente producción de plusvalía y su transformación en beneficio.
La búsqueda de cada vez mayor plusvalía lleva a los capitalistas a aumentar los niveles de explotación y perfeccionar el nivel tecnológico y las técnicas de producción para aumentar la productividad del trabajo.
Pero el incremento de la composición técnica y orgánica del capital determina, en última instancia, la tendencia decreciente de la cuota de ganancia.
Diferentemente de los otros modos de producción, donde los trabajadores padecían el hambre y la miseria como efectos de los abusos, en el modo de producción capitalista los proletarios caen en la miseria o padecen el hambre por haber producido en exceso.
La crisis de superproducción de capital se manifiesta bajo varios aspectos, penetrando el campo productivo, financiero y del gasto público. Consecuencia de esto son las luchas que se agudizan entre los diversos grupos de capitalistas, cada cual intenta la valorización máxima de su propio capital.
Pero el elemento que nos interesa evidenciar es cómo la crisis lleva consigo la agudización de la contradicción fundamental del sistema capitalista, es decir la que contrapone el carácter social del proceso productivo a la forma privada de apropiación de sus resultados, (apropiación privada en manos cada vez menos numerosas, con el resultado de un puñado de monopolistas que detentan el poder económico y político). Dicha contradicción en la crisis lleva a manifestar, de forma aún más clara, la contradicción entre las dos clases principales: la burguesía y el proletariado.

¿Adónde lleva la crisis?

La superproducción de capital no es otra cosa sino superproducción de medios de producción (es decir de medios de trabajo y subsistencia) que pueden obrar como capital, es decir empleados en la explotación de los obreros a un determinado nivel.
La disminución bajo determinados niveles de explotación produce "perturbaciones" y agudiza las contradicciones entre capitalistas.
El proceso de producción, en estos casos, se crispa y de la crisis, como la historia ha demostrado ampliamente, se puede salir sólo destruyendo el capital a través de la guerra, premisa de la revitalización de un nuevo ciclo de acumulación capitalista.
Para los patronos, los trabajadores no son nada más que una mercancía, para utilizar y explotar, solo cuando sirven para obtener ganancias, o para utilizar como carne de cañón para el matadero y para defender sus beneficios.
En este sistema social los trabajadores, explotados y obligados a trabajar a ritmos imposibles cuando se les utiliza en el proceso productivo para enriquecer a sus patrones, se les expulsa de las fábricas y se les hace padecer hambre cuando la producción se estanca.
Pero el empeoramiento de las condiciones de los trabajadores de los países capitalistas no se da sólo con la crisis, ya que también en los períodos de bienestar, los burgueses no emplean la excedencia de capitales para elevar el nivel de vida de las masas proletarias de los respectivos países, ya que esto llevaría a una disminución de los beneficios.
Cada clase social, entonces, vive la crisis desde su punto de vista; los capitalistas como escasa posibilidad de realizar beneficios, y los obreros como escasa solicitud de su fuerza de trabajo.
Pero la crisis ha demostrado el fracaso del capitalismo. Nosotros, los proletarios conscientes debemos empezar el camino del anticapitalismo militante, pensamos que ha llegado el momento de trabajar en las contradicciones que se han abierto, preparando las condiciones de la superación del sistema del trabajo asalariado.

Propuesta para la constitución de un Movimiento Revolucionario Anticapitalista

Nos debemos organizar como organismos de fábrica, de territorio, en la universidad, etc., asumiendo el discurso de la "auto-organización" (que para nosotros no es otra cosa que la Organización de clase) decidiendo no delegar nunca más ni en el sindicato, ni en los partidos la defensa de nuestros intereses, debemos empezar a trabajar colectivamente de manera organizada, política y sindicalmente, dentro y fuera de las fábricas, llegando a conocer las diferentes realidades.
Debemos comprender la importancia de unirse con otras fábricas y realidades sociales, ya que la experiencia nos ha enseñado que podemos ser fuertes, podemos enfrentar al patrón consiguiendo, en ciertos casos, algunas victorias parciales, pero debemos darnos cuenta de que nuestra lucha no tiene posibilidad alguna si no esta relacionada y organizada en un marco más amplio.
Al mismo tiempo el desarrollo de la situación nos plantea el problema de la coordinación y del trabajo, coordinando con otras fábricas y otros barrios. Y esto, es el trabajo que requiere los mayores esfuerzos La crisis golpea no sólo a los obreros. Los trabajadores, como individuos, forman una clase sólo cuando tienen que dirigir una lucha común contra otra clase; el resto del tiempo se encuentran uno contra otro, enemigos en la competición por un trabajo.
Desde aquí ha nacido la necesidad de comprender como unir a todos los proletarios golpeados por la crisis contra el enemigo común, contra quien trata de oponer obreros y trabajadores de la industria contra los de la administración pública, los obreros empleados contra los desempleados, los obreros españoles contra los extranjeros; en fin tenemos la necesidad de hallar instrumentos para oponernos a todo esto.
Ya en muchas ciudades y pueblos se ocupan obreros inmigrados que trabajan en empresas que han sustituido a los obreros del país, no sólo en los servicios, sino cada vez más frecuentemente en la producción. Hechos de esta naturaleza llevan a desarrollar contradicciones entre los explotados.
El trabajador desempleado, a través de la demagogia de los diferentes partidos de la burguesía, piensa que la causa de la precariedad de su situación se encuentra en los inmigrantes "venidos del sur", en los "extracomunitarios" que les roban el puesto de trabajo. Nosotros tenemos la tarea de realizar acciones entre estos trabajadores y canalizar estas protestas contra el verdadero enemigo el Capitalismo y su Estado.
La solución de nuestros problemas no se encuentra en la guerra entre trabajadores. A partir de estas condiciones ha nacido esta propuesta.
La unidad de clase o recomposición de clase, que interesa a todos los Trabajadores

Pensamos que todos los que se ponen del lado y adoptan el punto de vista de los trabajadores pueden jugar un papel para su emancipación. Los estudiantes no son una clase, pero si hay compañeros estudiantes que se sitúan en la perspectiva de la lucha de clase del proletariado, con ellos queremos establecer una relación.
Desde estas consideraciones nace la exigencia de la coordinación y ampliar los enlaces.
Nuestro punto de partida, está en la convicción de que en los centros de trabajo, es donde nace nuestro punto de fuerza, pero esto no quiere decir que consideramos otros sectores, de importancia secundaria.
A través de nuestra misma experiencia dentro del proceso de auto-organización, hemos podido comprobar los esfuerzos, los límites y los defectos de estas organizaciones. La necesidad de defenderse del adversario de clase nos debe empujar, a los trabajadores, a organizarnos.
La auto-organización tiene que tener un fundamento general. Organizándose exclusivamente en el ámbito sindical, en el ámbito de la compraventa de fuerza trabajo, nos organizamos sólo bajo un aspecto, por importante que sea, pero nos quedamos únicamente en la lógica de jugar un papel subalterno en el sistema capitalista.
En un marco de crisis mundial, frente a una superproducción de mercancías y capitales, se ponen de relieve todos los límites de este sistema social. La riqueza de algunos explotadores, una minoría de individuos, vive gracias a la miseria de los proletarios y de las masas explotadas de todo el mundo.
Aún en presencia de un sindicato de clase, los obreros podríamos oponer una resistencia organizada general en el ámbito económico, pero a pesar de todo, esto no podría impedir el empeoramiento de las condiciones de vida y trabajo, los despidos y el cierre de las fábricas. Sólo los ilusos pueden creer lo contrario.
Como Movimiento Revolucionario nos reconocemos dentro del Movimiento Proletario Anticapitalista estamos dentro de las organizaciones de los auto-organizados, trabajando para que prevalezcan posiciones anticapitalistas.
Una de las batallas que nos caracterizan es el del ANTICAPITALISMO.
Esto nos puede crear algunos problemas con ciertos sectores de la auto-organización, y grupos que piensan que es suficiente moverse a nivel económico, limitándose a criticar los efectos del sistema, sin indicar y combatir sus causas.
Otros problemas surgen de las posiciones que una parte de ellos reivindican, el radicalismo en los centros sociales o en su propia estructura política, pero no llevan este radicalismo a su lugar de trabajo, no expresan consecuentemente un punto de referencia o un proyecto que sepa indicar algunas perspectivas de clase.
En cambio pensamos que hoy la clase obrera, los trabajadores puedan defenderse y oponerse sólo si se mueven y organizan en la base del anticapitalismo. Los trabajadores o actúan de forma independiente y autónoma, o siempre quedarán supeditados al capital y como tales no tendrán otra posibilidad que ser apéndice de la burguesía.
En este régimen social, basado en la explotación, no hay que eludir la lucha por una mejora económica pero sabiendo que esa situación no cambia el sistema. Incluso puede darse que algunos sectores puedan mejorar temporalmente su situación, pero si se da esto, sin poner en discusión las reglas del beneficio, de la propiedad y las relaciones sociales correspondientes, estas mejoras se producen exclusivamente a costa de otros proletarios.
Por estas razones, tenemos que situarnos en una óptica de analizar juntos cómo seguir adelante hacia la superación de esta sociedad, de otra forma seguiremos jugando un papel subalterno, aún en presencia de un fuerte sindicato o partido de clase. Por esto decimos que él limite mayor de los auto-organizados ha sido no asumir una posición anticapitalista.
Pensamos que hoy hay que combatir algunas posiciones no dialécticas que detienen el desarrollo del movimiento sobre posiciones de clase. La posición de quienes dicen que necesitamos desde ahora, un sindicato de clase y la de quienes dicen que desde ya necesitamos de un partido, corren el riesgo de no apreciar completamente los intentos autónomos e independientes de clase, por parciales que sean.
Ambas posiciones, dividen de hecho la lucha de resistencia, económica y sindical, de la política y revolucionaria, como si entre las dos existiese una barrera absoluta; no hacen más que alimentar, un viejo error, producto de una determinada posición, que define la lucha política como un cuerpo aparte, fuera del proletariado; delegar la lucha política a los funcionarios de partido o a los intelectuales en el parlamento, dejando que los obreros y proletarios se preocupen de la lucha sindical, ha sido en los años pasados la forma mejor para engañarnos. Para nosotros el problema es que la lucha política tiene que ser asumida por los trabajadores.
Concebimos la construcción de la organización de clase no como el fin de nuestro trabajo, sino como instrumento que necesitamos para conseguir determinados objetivos. Las organizaciones asumen formas distintas según los momentos y las clases que representan. Las formas organizativas que se dan en una lucha determinada tienen el destino de morir con el mismo, nosotros tenemos que dotarnos de una organización anticapitalista que perdure y se consolide, convirtiéndose en espina dorsal o, mejor dicho, en punto de referencia de los futuros movimientos de clase.
Estamos convencidos de que el movimiento debe crear y contar con bases más amplias, ya que a los efectos que padecemos, seguirán otros determinados por la agudización de la crisis. En el debate de hoy, entre los que apoyan el sindicato de un lado, y el partido del otro, pensamos que hay que proponer un camino y estructuras organizadas que marchen en el sentido de la independencia y autonomía de la clase. Pensamos que ya hoy existe la posibilidad, a la luz de un balance que podemos hacer, de construir una tendencia organizada que, teniendo como punto de partida el objetivo de la UNIDAD DE CLASE o RECOMPOSICION DE LA CLASE PROLETA­RIA, se mueva para contribuir a la construcción de una organización de clase en sentido integral.
Hoy hay la posibilidad de trabajar para construir una tendencia de lo que nosotros llamamos MOVIMIENTO PROLETARIO ANTICAPITALISTA en el ámbito nacional e internacional.
Insistimos con el concepto de movimiento, con el concepto que sea proletario y anticapitalista ya que ésta es la única forma que nos da la posibilidad de realizar una unidad y un debate con instancias proletarias que se mueven en campos y sectores diferentes.
Esta tendencia no está en competición ni con los intentos de construir los nuevos sindicatos, ni con la de quien quiere marchar desde ya hacia la construcción del partido, porque pensamos que el anticapitalismo es la base de cualquier discurso de clase.
Para las vanguardias de lucha que se mueven dentro del enfrentamiento de clase, el enlace representa un paso necesario y obligado. Tenemos que romper el localismo, las divisiones y diferencias reciprocas. El carácter de clase proletario de las diferentes realidades sociales que trabajan en distintas fracciones del proletariado y el anticapitalismo son los elementos comunes que nos unen.

Los objetivos del Movimiento Proletario Anticapitalista

Estableciendo los objetivos partimos de la constatación de que si la crisis de un lado obliga a la proletarización de algunos sectores de la pequeña burguesía, empujándolos hacia el proletariado, del otro está que produce divisiones dentro de las mismas filas proletarias.
De esta situación se aprovecha la burguesía, a través de sus organizaciones y partidos, que trabajando dentro del movimiento obrero, tratan de organizar la protesta proletaria hacia falsos enemigos.
La crisis produce contradicciones dentro del proletariado que, si no se resuelven en términos de clase, tendrán un desenlace reaccionario. Por esto el primer objetivo que tenemos es LA UNIDAD DE CLASE DE TODOS LOS EXPLOTADOS.Pensamos que cualquier discurso sobre la recomposición de la clase proletaria tiene que basarse sobre el reconocimiento de la centralidad obrera.
Sobre este punto sabemos que incluso entre nosotros hay diferentes opiniones, y estamos listos para debatirlas con cualquiera que lo desee, si está moviéndose sinceramente en la idea de la liberación de la clase proletaria. Estas concepciones representan el fundamento de la propuesta del Movimiento Revolucionario Anticapitalista que no está concebido como un simple movimiento de resistencia, ya que para nosotros dentro de él se organiza la resistencia y la oposición.
UNIDAD DE CLASE, RESISTENCIA Y OPOSICION son los objetivos desde los cuales cualquier vanguardia debe arrancar para organizar la lucha contra este régimen social.
Lograr la transformación de algunas concepciones de la unidad y solidaridad de clase en objetivos concretos es la tarea que tenemos que enfrentar. Despertar la conciencia de clase, que nos lleve al reconocimiento de nosotros mismos, como grupo de vanguardia dentro de la misma clase social explotada, no sólo a nivel teórico, sino también práctico, es una de las batallas que hay que realizar.
Tenemos que trabajar para que lo antes posible, cualquier ataque a estructuras proletarias de parte del estado del capital, tengan una respuesta adecuada, de parte de todas las estructuras que se reconocen, como pertenecientes al movimiento de la clase obrera.


Centralidad obrera y recomposición del proletariado

Las distintas fases de la reorganización que ha tenido el sistema capitalista en su desarrollo, la transformación de las formas a través de las cuales se cumplen los procesos productivos, la metamorfosis del trabajo, han producido una progresiva proletarización de amplios sectores sociales.
Este proceso, todavía no definido y cumplido, muchas veces ha tenido lecturas contradictorias, ha desarrollado en diferentes ámbitos del movimiento de clase un duro debate y, no raramente, ha llevado a acometer errores graves.
No es raro, de hecho, escuchar intervenciones a través de las cuales se afirma sin problemas que los tiempos buenos de la centralidad obrera se han acabado, avalando de esta forma la propaganda burguesa, que con el fin de que la centralidad, afirmaba la desaparición de la clase obrera misma.
El conocido concepto de "obrero social" se ha ido diluyendo en el tiempo, hasta tal punto, que ha permitido surgir nuevas centralidades, dentro del enfrentamiento entre las clases, en los frecuentadores de las organizaciones sociales.
Si de un lado es innegable la tendencia en los países imperialistas al reajuste de la clase obrera empleada en la producción material de mercancías, cada vez más diluida dentro de la heterogénea clase de los explotados, nos parece equivoco confundir este dato económico-social con el dato político que se refiere al papel que puede y tiene que jugar la clase obrera dentro del enfrentamiento entre las clases.
Reiterar el concepto de centralidad obrera, por parte nuestra, no quiere decir renunciar a la convicción de que el problema de llevar adelante la lucha contra la explotación capitalista no pueda ser exclusiva tarea del sector directamente empleado en la producción del mercancías, sino que es básico e interesa a todo el cuerpo de la masa proletaria explotada.
El proceso de proletarización de la sociedad capitalista y la extensión de su dominio sobre la totalidad de las necesidades humanas han ampliado el frente de los explotados y diferenciado los lugares del enfrentamiento de clase, desde las fábricas a los barrios, desde la defensa del derecho a las viviendas hasta la necesidad básica de la salud.
En el desarrollo de este enfrentamiento, la centralidad de la clase obrera se da a partir del hecho que ella está directamente contrapuesta al capital, en una condición tal que no pueda concebir otra emancipación sino la superación del modo de producción capitalista.
Una centralidad que se produce a partir del inmenso patrimonio de lucha adquirido en la propia historia, que representa un indispensable enlace con que se puede poner en marcha un proceso de recomposición entre los sectores proletarios que se contraponen al capitalismo.

Por un Movimiento Revolucionario Anticapitalista


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