LA RESTAURACIÓN DE LA HABANA VIEJA
Un modelo humanista integral de rescate del Centro Histórico de La Habana, Patrimonio Cultural de la Humanidad
“Un pueblo no se funda como un campamento”.
José Martí
• Por Santos Urbina
El casco histórico de la ciudad de La Habana, Cuba, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO)[1], mejor conocido como La Habana Vieja, vive una experiencia singular de restauración de su patrimonio cultural arquitectónico, misma que se ha convertido en una referencia para otros centros históricos del Continente.
Efectivamente, el trabajo de reconstrucción y rehabilitación de la Habana Vieja no se reduce a la actividad material de regeneración patrimonial, como tradicionalmente ocurre en otras latitudes; la experiencia de La Habana Vieja es en una propuesta creadora regulada por el interés humano, bajo una orientación multidisciplinaria de beneficio social.
A partir una visión integral del trabajo de restauración que incluye no sólo la recuperación física del patrimonio arquitectónico sino su adaptación a la condición económica, política y social del lugar; el proyecto de rehabilitación adquiere un carácter sustentable y humanista, para el desarrollo integral comunitario.
Este modelo restaurador del patrimonio cultural representa, además, una nueva experiencia de protección del medio ambiente asociada con las necesidades objetivas de la población. De esta manera, cada espacio recuperado es una conjunción de memoria histórica, arte, sociedad y naturaleza.
Otro aspecto interesante del plan de reconstrucción lo representa la visión innovadora de su financiamiento que lo convierte en un modelo de gestión autofinanciable que genera una derrama económica que se invierte en proyectos sociales y culturales del lugar.
Por su carácter innovador de trascendencia humana y cultural, por los excelentes resultados de su labor, el enfoque integral de restauración y conservación del patrimonio cultural de La Habana Vieja ha sido adoptado por la Oficina Regional de la UNESCO como un nuevo modelo de rehabilitación cultural urbana para aplicar en otras latitudes. Una experiencia de conservación del patrimonio histórico ajena al irracional criterio utilitario y mercantilista que, lamentablemente, domina en los planes reguladores de los centros históricos de la mayoría de ciudades en Latinoamérica.
ANTECEDENTES
Hace casi 490 años, un 16 de noviembre de 1519, a la sombra de una ceiba se fundó La Habana. Diego Velázquez con la asistencia de Narváez y Casas, dio principio a la fundación y establecimiento de la ciudad que entonces fue bautizada con el nombre de Villa de San Cristóbal.
El lugar, de forma natural ofrecía abrigo a las embarcaciones españolas que utilizaron el puerto como punto de apoyo para la conquista de la región continental. Pronto se edificarían las primeras construcciones que servirían de guarnición en la empresa, como una enorme muralla de piedra que acordonó los primeros edificios. De este puerto partiría el conquistador Hernán Cortés, que en 1521 derrotaría al pueblo azteca, tomando Tenochtitlán para fundar ahí el virreinato de la Nueva España.
En la original Haban, pronto surgirían sólidas fortificaciones militares que todavía hoy superviven, como el castillo de La Fuerza, con muros de 8 metros de espesor, y el Morro; una fortaleza de gran significado histórico para la soberanía de Cuba que tiene la forma de polígono irregular sobre un peñasco donde revienta furioso el mar, con olas de más de 40 metros de altura.
Ante el ataque de feroces contrabandistas, bandidos y piratas, estas fortificaciones militares protegerían el bullicioso auge comercial y la vida cotidiana de los comerciantes y familias adineradas que poblaron el lugar.
En los primeros tiempos habría de construirse la Parroquial Mayor y, luego, la catedral de La Habana. Alrededor de las plazas de Armas y de la Catedral, de las estrechas calles adoquinadas y los portales, se edificarían los primeros palacios de influencia morisca y barroca. Luego, en el siglo XVII, el lugar se poblaría con ostentosas mansiones y casonas, como la del Conde de Bayona, que es la más antigua; la Mansión de los dos Frentes, del Marqués de Arcos, con exquisito gusto artístico en la herrería de sus balcones; la casa del Conde de Lombillo o la vieja mansión del Marqués de Aguas Claras, en la Plaza de la Catedral, por mencionar algunas de las construcciones que representaron el máximo exponente de la arquitectura doméstica colonial.
El encanto del ambiente habanero se vería coronado con la atmósfera de sus patios engalanados con flores, macetas y enredaderas trepando por los gruesos muros, como una adaptación de los patios españoles de influencia árabe. La vida familiar cubana transcurriría en ellos, por más sencilla o modesta que fuera la casa.
Un perfume natural producto de la musgosa humedad de las construcciones, la vegetación y la flora tropical; sus palmas, sus ceibas, framboyanes, orquídeas, y jazmines en eterna primavera esparcido por el cálido aliento de la brisa habanera completaría el cuadro, inundando la ciudad con un aroma de sensual exhalación que hoy mismo todavía se respira recordando aquellos tiempos.
En La Flor de La Habana de Los Cantos del Siboney, recogidos por el poeta cubano José Fornaris, autor de La Bayamesa, depositaría el espíritu habanero en la flor más hermosa del Siboney, la tierra de gente preciosa:
Serán ¡oh cubana!
Flexibles los talles
Del verde juncal:
Nos brindan su sombra
Del mar en la orilla
Los frescos ramajes del alto yanal;
Serán, india bella,
Preciosas las flores
Que da el sabicú;
Gallardos los cedros,
Altivas las palmas;
Mas yo te lo juro, no son como tú.
Que viva la tierra
Del cedro y el mango,
La ceiba, el mamey;
Que vivan en sus valles
La flor de la Habana,
La flor más hermosa que vio el Siboney.
Las condiciones en que transcurrió la colonia, así como los sucesos políticos y sociales que llevaron a la independencia de los pueblos de América, vincularon a La Haban a distintos senderos. Las nuevas aristocracias y clases acaudaladas erigieron suntuosas construcciones y elegantes mansiones; paseos, parques, jardines, alamedas y vías de comunicación como el Paseo del Prado (Paseo Martí), la arteria que desde 1772 fue recorrido cotidiano de los habaneros, especialmente de la nobleza y los adinerados; vía donde se edificarían las más suntuosas mansiones.
Sin embargo, los palacios, las casonas, los portales empedrados, los estrechos callejones y las calles adoquinadas que conducen a las cinco plazas que conforman el casco viejo habanero resistieron los casi cinco siglos de historia conservando su perfil original. Una memoria urbana colonial resguardada por un fiel testigo omnipresente: el estoico Malecón centenario que desafía las vigorosas crestas del mar que estallan contra él y funde la azul bahía con el suelo caribeño. Un viejo muro de más de 6 kilómetros de longitud, símbolo de la ciudad que lleva al esparcimiento, la contemplación y al amor.
LA RESTAURACIÓN
El casco de La Habana, envejecido y deteriorado por el implacable paso de tiempo, abandonado en su preservación, sobresaturado en sus condiciones de habitabilidad, con gran carencia de servicios, sujeto a un uso inadecuado de los inmuebles y víctima de modificaciones inadecuadas al carácter histórico de la zona, con una superficie total de poco más de 2 kilómetros cuadrados, concentra 242 manzanas y unos 3 mil 500 edificios donde habitan en condiciones precarias aproximadamente 70 mil personas distribuidas en 22 mil 500 viviendas, concentrando una alta densidad promedio de 625 habitantes por hectárea.
Lo anterior, aunado a la carencia de recursos para el financiamiento de la recuperación del patrimonio arquitectónico y urbanístico significó tremendo reto para la Oficina del Historiador de La habana, que es la entidad encargada de rescatar ese valor histórico y de elevar la calidad de vida de sus pobladores. Institución fundada en 1938 como una dependencia del Ayuntamiento de aquella ciudad por el doctor Emilio Roig de Leuchsenring quien, hasta el momento de su muerte en 1964, representó el ejemplo de una infatigable lucha por la conservación del patrimonio histórico nacional de Cuba.
Continuando y acrecentando la obra de Roig de Leuchsenring, la Oficina del Historiador, bajo el encargo del Dr. Eusebio Leal Spengler, extendería su función socio cultural a otros inmuebles del Centro Histórico, acumulando prestigio y reconocimiento en Cuba y en el extranjero.
A partir de 1993, mediante la Ley-Decreto 143, expedida por el Consejo de Estado el 30 de octubre de ese año, además de las facultades de la preservación de la memoria material y espiritual de La Habana y la formulación y ejecución de los planes de restauración de la zona, de conservación de sus valores históricos, mediante estatuto especial se le otorgaría respaldo legal para instrumentar métodos de apoyo financiero al trabajo de restauración; fiscalizar las actividades de las entidades enclavadas en el lugar; fomentar fuentes propias de financiamiento para la restauración y preservación de la zona priorizada para la conservación, al mejoramiento de las condiciones de vida de sus habitantes, al sostenimiento de las funciones propias de la Oficina del Historiador y a los ingresos del país; así mismo, concertar contratos con entidades nacionales y extranjeras, organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales y otras personas naturales o jurídicas acreditadas, para los fines planteados; abrir y operar cuentas bancarias en moneda nacional y en divisas; además de conceder o denegar autorizaciones para obras y usos de los espacios urbanos en la zona para la conservación.
Así mismo, para llevar a cabo sus funciones, la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana se le otorgó derecho a exportar e importar, comprar, vender y realizar otras operaciones mercantiles; formalizar convenios con organismos y entidades situadas en la zona priorizada para la conservación con el fin de garantizar el uso adecuado de sus valores patrimoniales; recibir y utilizar donaciones con destino a la restauración y a la propia Oficina.
En correspondencia al tamaño del desafío, la Oficina del Historiador del Centro Histórico de La Habana asumiría un Programa integral de gran envergadura que, como señalamos, no se reduce al aspecto puramente material, como tradicionalmente ocurre regularmente en otras latitudes.
Plan Maestro
Con las amplias facultades legales otorgadas para impulsar el desarrollo auto financiado y sostenible se diseñó un Plan Maestro de Rehabilitación Integral de La Habana Vieja, donde se reestructura la organización institucional para continuar con la recuperación física del patrimonio e impulsar los programas de desarrollo social.
“El Plan Maestro para la Revitalización Integral de La Habana Vieja sienta las pautas para la restauración, garantiza la continuidad de dicho proceso y la operatividad de la inversión, al tiempo que genera instrumentos de dirección eficientes que se recogen en el Plan Especial de Desarrollo Integral. Basa su cometido en la participación de todos los sujetos del patrimonio, o sea, ciudadanos y entidades con influencia en el territorio, a partir de la creación de espacios de concertación entre actores. Por eso, los planes elaborados con el consenso de los implicados, constituyen verdaderas herramientas al servicio de las autoridades que deben ejecutarlos. Conceptualmente, el modelo de gestión aplicado a partir de 1993, considera a la cultura como eje principal del desarrollo, y al ser humano, creador, portador y transmisor de patrones culturales, protagonista del proceso. A la visión sociocultural de la recuperación, se le sumó un enfoque de rentabilidad económica. En materia de desarrollo humano, se reconoce una importancia estratégica a la rehabilitación económica y social, estrechamente vinculada al rescate patrimonial. Entendidas las tres dimensiones con un enfoque integrador, se garantiza la implicación de los ciudadanos en el proceso.” [2]
Según lo señalado por este Plan, la rehabilitación se efectúa vinculando criterios de desarrollo integral, con mecanismos de recuperación autofinanciada y de desarrollo cultural, regidos bajo cinco políticas fundamentales:
1) Salvaguardar la identidad nacional a partir de la investigación, promoción y desarrollo de la cultura;
2) Proteger el patrimonio heredado, rehabilitando el territorio mediante un Plan Especial de Desarrollo Integral continuo y con fuerza legal;
3) Evitar el desplazamiento de la población local mejorando su calidad de vida.
4) Dotar al territorio de una infraestructura técnica y de servicios básicos en correspondencia con las necesidades contemporáneas; y
5) Lograr un desarrollo integral autofinanciado que haga recuperable y productiva la inversión en el patrimonio.
Este Plan, según lo puntualiza la Oficina del Historiador, contempla los siguientes aspectos:
I. Patrimonio cultural
Bajo la Dirección de Patrimonio Cultural, la Oficina del Historiador contribuye al conocimiento de la historia y la cultura cubana, orienta a la preservación de los símbolos y expresiones materiales y espirituales de la nacionalidad, así como a la recuperación y preservación de la memoria histórico-cultural de la ciudad, especialmente de su Centro Histórico.
a) Museología
Dentro de la Dirección de Patrimonio Cultural existe la Vicedirección de Museología, encargada de establecer las metodologías, planes y controles sobre la labor investigativa histórica, arqueológica y museológica, así como el control de inventarios, documentos, museología y museografía de todo el sistema. del Centro Histórico.
Desde ahí se dirige la política expositiva de los museos y se controla su calidad, rigiendo 11 museos, 13 casas y 8 salas históricas y 13 centros culturales, además del parque Infantil La Maestranza.
b) Proyecto sociocultural
La Oficina del Historiador se propuso involucrar a la comunidad del Centro Histórico como partícipe y protagonista de un proyecto sociocultural que ya tiene profundas raíces. El proyecto es materializado mediante tres grandes gestiones bajo la Vicedirección de Programas Culturales, Divulgación y Ediciones:
Gestión social dirigida a los niños. La presencia habitual en los museos de niños de diferentes niveles de enseñanzas, la existencia de talleres de creación, círculos de interés y, muy especialmente, el desarrollo de las aulas-museos, han distinguido el trabajo con el público infantil;
Gestión social dirigida a la tercera edad. Promover cambios en los estilos de vida del segmento de la población llamado «tercera edad» o adultos mayores, a partir de acciones educativas y culturales;
Gestión comunicativa. Dirigida a los principales medios de comunicación, con énfasis en la radio y la televisión y la prensa escrita, teniendo su máximo exponente en la redacción del tabloide Programa Cultural, de periodicidad mensual, y su versión digital.
Se organizan exposiciones de artes plásticas, conciertos, conferencias, cursos y eventos —nacionales e internacionales—, a la vez que asegura sus necesidades materiales. Una de sus iniciativas más relevantes es el proyecto Rutas y Andares, concebido como un acercamiento de la familia cubana a las colecciones museológicas a partir del trazado de rutas temáticas.
c) Conservación y Restauración
La Dirección de Patrimonio Cultural, a través de su Vicedirección de Conservación y Restauración, se encarga de valorar las afectaciones, dictaminar los tratamientos e intervenir de forma directa en la conservación o restauración de los bienes patrimoniales muebles y brindar atención a los inmuebles donde radican los centros culturales y comerciales. Para ello cuenta con especialistas de vasta experiencia que, unidos a jóvenes egresados de la Escuela Taller Gaspar Melchor de Jovellanos, institución creada en 1992, cuya misión es crear especialistas para rescatar los oficios de la restauración de inmueble, laboran en talleres de restauración de madera y carpintería, orfebrería, papel, encuadernación, textiles, metales, cerámica, yesería, pintura, lámparas, relojería. Además, de los laboratorios de biología, química y arqueometría.
d) Sistema de información
Integrado por el Archivo Histórico de la Ciudad, la Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle, la Fototeca y las Bibliotecas Asociadas, además de contar con un Departamento de Informática.
Archivo Histórico de la Ciudad: Atesora documentos cubanos, especialmente relativos a la Guerra por la Independencia y de Familias Cubanas, grabados y planos, además de las Actas Capitulares de la Ciudad desde 1550 hasta nuestros días.
Biblioteca Histórica Cubana y Americana Francisco González del Valle: Cuenta con más de 30 000 volúmenes con selecta información, especialmente habanera y sobre La Habana. Brinda servicios de sala, búsquedas, préstamo externo, referencia, fotocopia y escaneo.
Fototeca: Cuenta con más de 10 mil imágenes fotográficas (ferrotipos, ambrotipos, imágenes sobre cristal, albúmina y papel, diapositivas y videos) referentes a la vida habanera en distintas etapas, familias, obras constructivas, figuras históricas y la memoria gráfica de la Oficina del Historiador en su quehacer cotidiano.
Bibliotecas Asociadas: Se trata de las bibliotecas pertenecientes a los museos y casas del Centro Histórico, como la Biblioteca Fermín Valdés Domínguez (Museo Casa Natal de José Martí), el Museo de Arqueología, el Museo Numismático. La Biblioteca Ibn Jaldún (Casa de los Árabes), la Casa de Asia, la Biblioteca Ada Elba Pérez (Casa de la Poesía), la Biblioteca Dora Alonso (Centro Estudiantil José de la Luz y Caballero), Biblioteca Alfonso Reyes (Casa del Benemérito de las Américas Benito Juárez), Biblioteca Simón Rodríguez (Casa Simón Bolívar), Biblioteca especializada en lengua alemana (Casa Alejandro de Humboldt), Biblioteca Pedagógica Félix Varela; así mismo Biblioteca Pública Rubén Martínez Villena, adscripta a la Oficina del Historiador de la Ciudad.
e) Publicaciones
Bajo la Dirección de Patrimonio Cultural se encuentran las Ediciones Boloña, cuyo sello editorial identifica las publicaciones de la Oficina del Historiador de la Ciudad. Se edita también el Boletín del Gabinete de Arqueología, además del Programa Cultural y su versión digital, así como la página Web de la Dirección (www.ohch.cu).
f) Investigaciones
Orientado a refrendar la restauración del patrimonio edificado y el rescate de la memoria cultural, el quehacer científico de la Oficina del Historiador incluye las investigaciones históricas, museológicas y arqueológicas. Como las que realiza el Gabinete de Arqueología, constituyendo el antecedente obligado a cualquier intervención arquitectónica en todo inmueble que pretenda ser restaurado; además de otras investigaciones útiles para el conocimiento y documentación de los bienes patrimoniales, como las realizadas por el Laboratorio de Arqueometría, además de estudios históricos que aportan informaciones útiles para la comunicación directa (visitas dirigidas, cursos, conferencias y eventos) y ediciones divulgativas y de rigor científico.
II. Proyectos sociales
Uno de los proyectos significativos lo constituye El aula museo, junto a la Armería 9 de abril, la Casa Simón Bolívar brinda una experiencia única en Cuba y en el mundo, donde los niños aprenden a respetar el patrimonio.
Al respecto, la Oficina del Historiador comenta que por lo general, en las visitas guiadas a los museos, el “mirar y no tocar” es la regla inflexible donde unas tras otras, se suceden las procesiones de vitrina en vitrina, con breves detenimientos ante lo que el maestro supone de mayor interés, convirtiendo la actividad en una tediosa jornada plagada de prohibiciones con cientos de preguntas por aclarar y una saturación de datos y conceptos nuevos, convirtiendo la intención educativa se convierte en una maniqueísta orden de cuidado y disciplina.
De esta manera, “con tal rigidez de formas, sólo se mutila la capacidad creadora del pequeño, su espontaneidad, su curiosidad por longevo, lo raro... su necesidad de inquirir y fantasear con los objetos en exhibición. Custodio de evidencias históricas, el museo comienza a aislarse del universo infantil desde sus primeros pasos en la escuela, en un proceso lamentable y difícilmente reversible.”
Por tanto, concluye “en la época actual, el museo no puede resignarse a la simple presentación del mensaje… El desafío consiste en superar los estigmas que le imponen nociones de estatismo y pasividad, para lograr corresponderse con el dinamismo que implica el concepto de educación. Sin embargo, la técnica más sofisticada y el proyecto más ambicioso ceden frente a la actitud natural del niño que permanece dentro del recinto expositor durante todo el horario docente. El deambular entre una y otra colección se convierte en una aventura diaria que, además de instrucción docente, deviene experiencia cultural enriquecedora.”
III. Obras en marcha
La Oficina del Historiador de la Ciudad ha ejecutado una labor de conservación y restauración del patrimonio arquitectónico, cultural y social del Centro Histórico de La Habana, centrando el proyecto en la actualidad en varias obras ejecutadas por diferentes direcciones de esa institución.
a) Dirección de Proyectos:
Iglesia Ortodoxa Rusa, Hotel Cueto III, Ampliación del Convento las Brigidinas, Ampliación del Centro de Niños Discapacitados, Laboratorio Software (Grupo Desarrollo Local), Mercaderes 317 (Café Escorial), Oficina de Proyectos (Nueva sede), Oficina de Diagnóstico (Nueva sede), Instituto Cubano del Libro, Centro Andaluz, Museo de los CDR (Comités de Defensa de la Revolución), Museo del Reloj Suizo (Oficios 212), Santa Clara 55 (Viviendas), Casa Verde, Parqueo Aguiar 364, Comercio Habaguanex (Los Paraditos), Tienda Habaguanex (Noble Habana)
b) Dirección de Arquitectura Patrimonial:
Mercaderes 13, Teatro Martí, Castillo de la Fuerza, Ampliación de RETAZOS, Amargura 65, Parque del Holocausto, Convento «Las Teresas», Iglesia «Las Teresas», Parque de Habana y Tte. Rey, Almacenes «San José», Casa de Prat-Puig, Museo de la Música, Convento de Belén,
c) Restauración del malecón de La Habana:
Universidad de Sto. Domingo (2da. etapa), Cuba y Obrapía (Oficinas), Escuela Taller #2 (Cuba #151), Museo de la Revolución y Palacio Matrimonio de Prado.
IV. Colaboración
Como se ha señalado, el modelo de rescate del Patrimonio Cultural de La Habana Vieja es una propuesta humanista integral que se contiene en el Método de Gestión, desde la etapa de programación participativa a través de encuentros en los barrios, talleres sectoriales, entre otros y utilizando diversas metodologías como son los Mapas de Riegos y Recursos se identifican los principales problemas de la localidad y la capacidad potencial que existe para enfrentarlos.
a) Prioridades
Así, se obtienen las Prioridades para el trabajo las cuales se desglosan en 7 Líneas Estratégicas fundamentales. Contando con la Cooperación Internacional, cada Línea Estratégica se divide en Ejes Estratégicos y Acciones en apoyo a la recuperación integral del Centro Histórico.
b) Líneas estratégicas:
Estas son: Servicios Comunitarios, Medio Ambiente, Gestión Local, Desarrollo Social, Patrimonio Cultural, Vivienda y Desarrollo Económico Local.
c) Proyectos de Cooperación
1) Multilaterales
Estas Iniciativas de cooperación se realizan a través de organismos internacionales como las agencias especializadas de Naciones Unidas. Entre este tipo de iniciativa se destaca el Programa de Desarrollo Humano Local (PDHL) del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD.
2) Bilaterales
Estas Iniciativas de cooperación se ejecutan directamente con las agencias de cooperación de los gobiernos nacionales.
3) Descentralizados
Estas Iniciativas de cooperación se efectúan directamente con alcaldías, gobiernos locales (municipales, provinciales y regionales), ONG y universidades, entre otros.
RESULTADOS
Con estos elementos, en una década, de 1994 a 2004, se lograría la recuperación del 33 por ciento del área del centro histórico, y la rehabilitación de tres mil 300 viviendas y edificado 437, en beneficio de 13 mil 200 personas.
Los magníficos resultados de esta experiencia serían reconocidos por el director de la Oficina Regional de Cultura de la UNESCO para América Latina y el Caribe, el señor Herman van Hooff, quien manifestó su interés de que la experiencia de La Habana Vieja "sea sustentable a largo plazo", por ser un “modelo de gestión que genera sus propios ingresos, que se invierten a su vez en los proyectos sociales y culturales". [3]
El propio Van Hooff, en el libro titulado "Una experiencia singular. Valoraciones sobre el modelo de gestión integral de La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad", considera la experiencia cubana como "un modelo inédito en la conservación del patrimonio" alcanzado "sin perder la autenticidad del legado, ni su disfrute público". [4]
Fernando Carrión, experto de la UNESCO, considera que “Más que un caso triunfante o un modelo que pueda ser replicable en otras ciudades, la renovación de La Habana Vieja es una política exitosa que muestra cómo en una situación de alta diversidad es factible encontrar soluciones propias a los propios problemas” y afirma: “El proyecto de renovación de La Habana Vieja es uno de los pocos de América Latina que está en correspondencia con el proyecto de desarrollo nacional”. [5]
Eusebio Leal, Director de la Oficina del Historiador, apuntó en relación con el aspecto financiero que partieron de la idea de que no podían buscar dinero en casi ningún lugar:
“La colaboración no alcanzó nunca un por ciento significativo, además de haber sido victimada” y subrayó que “el 99% del sector económico del Centro Histórico es propiedad de la Nación.
“Sin duda, un aspecto esencial del proyecto cubano de restauración es el cuidado con que aborda la cuestión social. ‘No es un proyecto sólo arqueológico, es más complejo, pues es una ciudad habitada. Lo fundamental es una restauración sin sacar a las personas, no convertirla (a La Habana Vieja) en una ciudad para turistas’”. [6]
El arquitecto cubano José Linares Ferrera, quien dirigió la rehabilitación del Antiguo Cuartel de Milicias, construido en 1764, y proyectista del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, señaló que la restauración del Centro Histórico de aquella ciudad "es un caso interesante de cómo se ha enfrentado el problema de reestructuración desde el punto de vista arquitectónico, urbano, humano, social, cultural y turístico, para garantizar la permanencia de la población dentro de esta zona y que realmente sea un lugar vivo y habitado". [7]
Sin duda, la restauración del centro histórico de la capital cubana representa un aporte al mundo actual por su significado como verdadero generador del desarrollo humano, social y cultural.
Eusebio Leal, abundaría:
"Hemos devuelto la vida a cada recinto en todas sus manifestaciones, como digno hábitat en que proliferan escuelas, instituciones culturales y de salud.
“Llamar la resurrección de lo que parecía como muerto, resultaría a miradas pueriles una cruzada romántica. Y si así fuera no nos desentendemos ni avergonzamos de ser románticos en tiempos señalados por acontecimientos apocalípticos.
“Nuestros menesteres proyectan otras formas de la esperanza: aquella que nace de la recuperación de la memoria, del sueño compartido por muchos de crear un nuevo orden”. [8]
Ciertamente, el modelo integral de preservación de la memoria material y espiritual de La Habana, se explica y se entiende como resultado natural de la visión social del Estado Cubano, orientado a satisfacer las necesidades de la población preservando su derecho a la autodeterminación.
Sin embargo, el modelo de reconstrucción y rehabilitación de la Habana Vieja, insertado en una visión integral de lo que debe ser el centro histórico de una ciudad, el cual debe vivir para su gente y donde sus habitantes son los dueños del patrimonio y de la ciudad, deja de ser un elemento típicamente nacional, para proyectarse como una experiencia inédita que debe servir como ejemplo a seguir en otras latitudes.
Siendo un proyecto estatal, la orientación humanista domina el modelo pero sin excluir fórmulas de financiamiento y de cooperación que lo hacen sustentable, despojadas estas de una visión meramente mercantilita. Por el contrario, todas las acciones se comprenden subordinadas al interés social del proyecto.
Sin entrar en complicaciones teóricas y técnicas en torno a la restauración, para la población de La Habana Vieja, ahora resulta mucho más agradable vivir ahí. Es el resultado tangible del proyecto materializado en su beneficio; un modelo que no les ajeno pues participa en su diseño y realización; es la comprensión clara de la asociación orientada de la cultura con desarrollo y bienestar.
Guadalajara, Jalisco., 6 de mayo de 2008.
Notas:
1. El 14 de diciembre de 1982, la UNESCO declaró al Centro Histórico de La Habana y al sistema defensivo colonial de la ciudad, Patrimonio de la Humanidad, con el número 27 en la lista del rango internacional.
2. Habana Nuestra. Portal de la Oficina del Historiador de La Habana. “Plan Maestro”. 5 de mayo de 2008. Disponible en:
http://www.habananuestra.cu/index.php?option=com_content&task=section&id=18&Itemid=43
3. Matos, Orlando. IPS. “La Habana, modelo para usar”. Caminos. Cuba. 30 de noviembre de 2007. Disponible en: http://www.ecaminos.cu/leer.php/4306
4. Ibíd.
5. Ibíd.
6. Ibíd.
7. Linares, José “Un centro histórico no debe ser una escenografía turística”. CONACULTA, 2002. Disponible en Caché:
http://www.google.com/search?q=cache:ZhiTJXdZXnoJ:www.conaculta.gob.mx/
saladeprensa/2002/12jun/mayer.htm+UN+CENTRO+HIST%C3%93RICO+NO+DEBE+SER+UNA+
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es&ct=clnk&cd=1&gl=mx
8. Leal Spengler, Eusebio. “Habana Patrimonial”. 5 de mayo de 2008. Cuba. Disponible: http://www.ohch.cu/
josurbina@yahoo.com