El libro de los Hechos de los apóstoles cuenta que Pablo de Tarso -que era un contumaz perseguidor de cristianos- tuvo una revelación, en el camino de Damasco, luego de la cual quienes lo acompañaban “llevándole por la mano, le metieron en Damasco, donde estuvo tres días sin ver, y no comió ni bebió”. Pablo de Tarso fue desde de entonces uno de los más eficaces difusores de la prédica cristiana, a través de sus célebres epístolas, sufrió a partir de su conversión cárcel y persecución para, finalmente, morir decapitado en Roma en tiempos de Nerón.