La decisión política oportunista de Barack Obama de traicionar y abandonar a su pastor, el reverendo Jeremiah Wright, puso de manifiesto su cobardía y colapso moral. En ese momento, tomando el papel de Judas, renunció a los últimos vestigios de integridad. Se volvió nada más que un peón del poder, o como dijo Cornel West, “la mascota negra de Wall Street”. Obama, cuando se apaguen las luces del poder, tendrá que enfrentar el hecho de que no sólo traicionó a su pastor, el mismo que ofició su matrimonio con Michelle, el que bautizó a sus hijas y él que lo ayudó a mantener su moral y espíritu, sino que también se traicionó a sí mismo.