La voz de que al enrolarse en el Ejército podría obtenerse la ciudadanía norteamericana, se corrió como la pólvora entre los aspirantes a mercenarios, y al otro día se presentaron masivamente. Esta ilusión no fue alcanzada por muchos, quienes varias décadas después todavía exigen que se les reconozca por Estados Unidos como “veteranos de guerras extranjeras” para recibir atención médica y otros beneficios.