La línea oficial en casi todas partes es que la economía-mundo pronto se pondrá bien si tan sólo hacemos esto o aquello. El hecho es que nadie -ni los gobiernos ni los megabancos, ni siquiera los economistas obtusos- realmente lo cree. El mundo se encuentra en una depresión, tambaleándose al borde de un colapso realmente importante. Nadie en ningún lado estará exento de los efectos negativos de este colapso, aun si algunos cuantos afortunados se las arreglan para hacer dinero con éste. La primera preocupación de todo gobierno no es cómo desempeñarse bien, sino cómo podemos desempeñarnos menos mal que otros estados.