Cuando alguien escribe con énfasis que defiende a la gente común, en la mente de un lector con baja autoestima se dibuja una interrogante: ¿y yo qué seré? Pero si en plática con aquel alguien verbaliza la inquietud, se le dirá que también es parte de la gente común. El también suena interesante. Distinto sería si el atribulado lector preguntase qué es la gente común. Entonces, sin mucho rollo (la gente común sería inmune a los rollos), el alguien le responderá: la gente común es la gente común.