Aunque es algo elemental vale la pena repetirlo: el surgimiento, desarrollo y existencia del sistema capitalista no ha sido resultado de la voluntad de individuos o grupos, sino un modo de producción que se instaló a escala planetaria como parte de un proceso necesario, de una lógica de formación y organización de la sociedad humana que al igual que en etapas anteriores, trasciende el metabolismo socioeconómico y se extiende al modo de vida.