Se dice que algún político estadunidense, justificando el apoyo de Washington a dictadores, declaró que “Somoza es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, y esa frase, cambiando el apellido, tal vez resume más que nada la relación de Estados Unidos con el régimen de Hosni Mubarak durante los últimos 30 años. Y al igual que ocurrió con Nicaragua, ahora parece ser el caso en Egipto -con muchos más ejemplos en medio-, en donde un pueblo decide sorprender al autoproclamado defensor mundial de la “democracia” sólo por demandar, pues, democracia, y con ello provocar una”crisis” para los que manejan eso de la “geopolítica”.