El Apóstol encontró tiempo para cantarle al músculo dentro de su periodismo. Hombre que rompe esquemas, es mucho más que un escritor modernista, mucho más que un periodista u orador magníficos. Tampoco se limita a ser un creador para niñas y niños a pesar de su maravillosa revista La Edad de Oro. No podemos, pues, vestirlo con la ropa del periodismo deportivo: le queda chica. Simplemente, y es grandioso, nada de lo que ocurría le era ajeno y juntaba con eficacia la objetividad con una subjetividad cimera para desbrozar caminos hacia la vida: razón e imaginación en matrimonio logrado.