Durante los últimos siete meses el soldado estadounidense de 22 años Bradley Manning ha estado incomunicado 23 horas diarias en su celda y sometido a un acoso constante, primero en una prisión del ejército en Kuwait, ahora en el calabozo en Quantico, Virginia. Si sus ojos se cierran entre las 5 de la mañana y las 8 de la noche lo sacuden para despertarlo.
Durante el día tiene que responder “sí” a los guardias cada cinco minutos. Una hora al día lo llevan a otra celda en la que camina siguiendo la forma de un ocho. Si se detiene lo devuelven a la otra celda.