A guitarra limpia nació a finales de la década del 90 en el vacío que la crítica situación económica había provocado, también, para la nueva trova, para la canción pensante, doliente y amante. Los espacios que existían para compartir y difundir se fueron apagando, hasta prácticamente desaparecer. Los artistas que los frecuentaban, muchos de ellos jóvenes, se vieron –como otros sectores de la sociedad– ante dos alternativas: buscar fortuna en otros horizontes geográficos o tratar de afrontar los rigores de aquel áspero tiempo, entre los alumbrones del momento, sin perder la guitarra ni la esperanza.