Asimétrica, espontánea, activada por un núcleo de militantes invisibles, la tantas veces anunciada “guerra de las redes” o ciberguerra escribió su primer gran capítulo colectivo. Los ciberactivistas del grupo Anonymous lanzaron una vasta ofensiva contra las empresas que se sumaron a la persecución de que fue objeto Julian Assange, el cofundador de Wikileaks. Amazon, PayPal, Visa, Mastercard y Postfinance, la filial de los servicios financieros de los correos suizos, vieron sus portales de Internet bloqueados por los ataques de esta nebulosa.