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General: Teatro Martí : Una mirada a su historia
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 24/02/2014 09:08

Teatro Martí: Una mirada a su historia

24 febrero 2014 Haga un comentario

Grabado-fachada-T.-Martí

… Un nuevo Teatro abrió ese año (1884), El Irijoa, propiedad del Vasco Ricardo Irijoa, de ahí su nombre (conocido después como Teatro Martí), comenzó el 8 de julio en plena canícula, y tal vez por eso mereció el sobrenombre de Teatro de Verano. Situado en Dragones, esquina a Zulueta tenía tres pisos de altura con un Área Total de 4 100 V2., de las que correspondían sólo 1680 al edificio y el resto al vestíbulo exterior y jardines. La sala poseía 560 lunetas, 3 líneas de butacas en el anfiteatro, 44 palcos con sus verjas de hierro floreado donde cabían hasta 10 sillas, y una amplia tertulia con graderías separadas en 3 secciones. Su capacidad total es de 2500 espectadores, de los cuales 1090 podían sentarse en los palcos, 400 en lunetas, 70 en butacas y 400 en asientos y gradas de tertulia. El orgullo del nuevo coliseo era no sólo su ventilación, que lo hacía el preferido de los meses de verano, sino también sus «butacas Irijoa» de maple y hierro colado, móviles en la base, que ocupan el sitio de los palcos de platea o primer piso…”

Así describe “La Selva Oscura. De los bufos a la Neocolonia” (1) el entonces naciente teatro Irijoa, un edificio de arquitectura singular, situado en la esquina de Dragones y Zulueta, que albergó hechos trascendentales para la historia política y cultural de nuestra Isla, razón por la cual quedó convertido en símbolo de nuestra cubanía.

Una particularidad distinguía al que en 1899 se convirtiera en Teatro Martí, además de su arquitectura particular que lo liberaba de la línea de portales característica de los inmuebles que circundaban la manzana donde estaba localizado: su sala tenía la capacidad de transformarse.Esta singularidad permitió que fuera escogido para celebrarse varios mítines y asambleas de los obreros, que conllevaron a la celebración, el 1ro. de mayo, del Día Internacional de los Trabajadores en 1891, provocando la intervención estatal del Teatro y la separación de Irijoa, su propietario, de la administración del mismo.

Una cadena imparable de sucesos se desató, entonces, en el centro que fue abatido en 1898 por una bomba, justo en el año en que España perdía sus posesiones en Cuba y estallaba Maine colocando la guerra por la independencia en una nueva fase con la intervención de los Estados Unidos en el conflicto.

Al año siguiente el Teatro Irijoa reabrió sus puertas con el nombre de Teatro Martí, justo después de su primera remodelación, manteniendo su ambiente genuinamente popular. Una programación especializada en el teatro bufo representaba temas nacionales en dramas, zarzuelas, lírico, teatro vernáculo… y todo comenzó a vincularse con temas patrióticos, atrayendo públicos distinguidos como la familia de nuestros próceres José Martí y Máximo Gómez.

Pero no solo su reapertura fue lo que hizo de 1899 un año particular para el Teatro Martí; el 19 de febrero de este año sus salones sirvieron como sede a la Asamblea convocada por los primeros líderes de la incipiente clase obrera cubana, que convocados por Diego Vicente Tejera se reunieron, bajo represalias, con la intención de organizar el primer partido que defendiera sus intereses. Unos días más tarde el 24 de febrero se estrenó la zarzuela “El Grito de Baire”, para celebrar el aniversario de la guerra de independencia a la que asistieron como invitados Máximo Gómez y demás jefes y oficiales del que fuera el Ejército Libertador.

En sus salones se realizó también una función benéfica, con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para comprar la casa natal de José Martí y regalársela a su madre, Doña Leonor Pérez.

Un año no menos importante fue 1900; entre sus paredes, el General Leonard Wood declaró establecida la Asamblea Constituyente, en nombre del Presidente de los Estados Unidos, sesionando en el Teatro desde finales de año hasta principios de 1901. Allí se elaboró el texto de la Constitución de la República y allí se produjeron los debates ante la imposición de la Enmienda Platt por los Estados Unidos.

Años más tarde, exactamente en 1955, la Asamblea Ortodoxa radicó en él durante el mes de agosto y allí se reunieron Pedro Miret, Armando Hart, Faustino Pérez y Ñico López para dar lectura al Primer Manifiesto del Movimiento 26 de Julio, enviado desde el exilio por el joven Fidel Castro.

En 1959 el Teatro Martí es intervenido por la Revolución, bajo la administración de Violeta Casals, y se mantuvo activo hasta 1965, año en que cerró sus puertas durante cinco meses de reparación.

Por las condiciones en que se encontraba la edificación, en 1977 el Ministro de Cultura instruyó su cierre para la restauración definitiva, y en 1982 le fue entregado al Poder Popular. No fue hasta 1985 en que se comenzó a pensar en las obras de restauración, llevadas a cabo en los últimos años por la Oficina del Historiador de la Ciudad.

(1)    “La Selva Oscura. De los bufos a la Neocolonia” Teatro y Danza. Ed. Arte y Literatura. C. Habana, 1982. pág.187-188.

(Información de Habana Radio)

 

Foto del Teatro Martí en 1930

Foto del Teatro Martí en 1930

 

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Cafetería del Teatro Martí en 1900

Cafetería del Teatro Martí en 1900

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Aurora Basnuevo con Ramón Espígull en la obra Tambores. Teatro Martí

Aurora Basnuevo con Ramón Espígull en la obra Tambores. Teatro Martí



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 25/02/2014 19:49
Renacer de lujo del habanero Teatro Martí PDF Imprimir E-Mail
Escrito por Nubia Piqueras Grosso   

El presidente cubano Raúl Castro y el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel25 de febrero de 2014, 01:54Por Nubia Piqueras Grosso

La Habana, 25 feb (PL) Con un espectáculo de lujo y muy cubano, que contó con la presencia del presidente Raúl Castro, reabrió sus puertas el habanero Teatro Martí a 119 años del inicio del movimiento emancipador dirigido por el apóstol de Cuba. (RadioPL)

En las palabras de apertura, el Historiador de la Ciudad de La Habana, Eusebio Leal, rememoró las luchas independentistas protagonizadas por los cubanos a lo largo de la historia en aras de alcanzar la libertad y soberanía plena.

Nunca será suficiente el tributo de todas las generaciones al hombre (José Martí) que supo unir, inspirar, movilizar y apuntalar la fe de todos aquellos que creyeron en la posibilidad soñada y diseñada por él, dijo.

Leal recordó que cuando este edificio de estilo neoclásico se inauguró en 1884 por el esfuerzo del inmigrante español Ricardo Irijoa, la esclavitud no se había abolido en Cuba, por ello una de sus novedades fue la admisión de personas mestizas y de color que aparentemente eran libres.

Pero este inmueble también sirvió para homenajear a los miembros del Ejército Libertador que el 24 de febrero de 1899 entró a La Habana. Poco después tuvo lugar aquí la Asamblea Constituyente.

En este recinto, apuntó Leal, se escuchó la voz de hombres como Salvador Cisneros Betancourt y Juan Gualberto Gómez, quienes se opusieron rotundamente a la incorporación de un artículo intervencionista que el gobierno de Estados Unidos quiso imponer a la naciente República bajo la Enmienda Platt.

Y como si todo ello fuera poco, en el Teatro Martí se celebró por primera vez en Cuba, en 1891, el Día Internacional de los Trabajadores, lo que evidencia que cultura, política y reivindicaciones marcharon juntas en este emblemático edificio del siglo XIX.

Símbolo del teatro vernáculo y bufo, la zarzuela y la ópera, entre otros géneros musicales cubanos, este coliseo de las cien puertas también vio encender la luz del cinematógrafo de los hermanos Lumiére junto al estreno de emblemáticas piezas como Cecilia Váldes y María La O.

Esta vez esos temas y otros como Damisela encantadora, Amalia Batista, Mesié Julián y un popurrí de canciones de La bella del Alhambra se escucharon en la voz de jóvenes talentos del Teatro Lírico, en un espectáculo donde la danza fue otra de las protagonistas.

Después de 40 años de silencio, el Martí renace como anunció la mulata (Aurora Basnuevo), uno de los personajes clásicos del teatro vernáculo, para rendir un pequeño y modesto tributo a la memoria histórica de la patria, gracias a los hombres y mujeres que hicieron posible esta majestuosa restauración, dijo Leal.

Pero también para quienes viven en nuestra memoria como Enrique Nuñez Rodríguez, Eduardo Robreño, Bola de Nieve, Candita Quintana, Rita Montaner y muchos otros artistas, porque la cultura marcha paralela a la vida, sueños y esperanzas de la nación, apuntó.

Leal se refirió al trabajo de rescate que se realiza en varias obras de la capital.

Entre ellas mencionó el Capitolio Nacional, el Gran Teatro de La Habana y otras notables edificaciones patrimoniales que se levantan como símbolo de sacrificio, de exaltación de la dignidad nacional y del espíritu radiante invencible de Cuba, concluyó.

tgj/npg

Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 03/03/2014 21:12

Las tres campanadas de la tercera función

3 marzo 2014 Haga un comentario
En este artículo: Cultura, Teatro Martí
Foto: Laya del Carmen.

Foto: Laya del Carmen.

Llegué a la Habana desde Holguín en 1977, y ya el teatro Martí no funcionaba. Mi trabajo por años frente al Capitolio, hicieron que me acostumbrara al derruido edificio cuando lo miraba desde la acera. Hace un tiempo que empezó el movimiento de rastras dejando cosas, personas que entraban y salían al recinto, resguardado por una suerte de pared de zinc, mucho más alta que mis ojos.

Por eso no fui testigo  de lo que hacían hombres y mujeres bajo la batuta de la arquitecta Marilyn Mederos Pérez, proyectista general de las obras de restauración del Martí, perteneciente a la Dirección General de Proyectos y Urbanismo de la Oficina del Historiador de Ciudad de  La Habana (OHCH). Hubo algunas construcciones, pero esencialmente se llevó a efecto una restauración exquisita de los techos, las paredes, los pisos y las lámparas, especialmente la del centro que con centenares de luces sube hasta el techo cuando la sala queda oscura. Setecientas veinte butacas confortables y cómodas barandas permiten  que el público se sienta a gusto. 

El sentido de belleza es lo primero que te invade cuando llegas al Martí, lo  sintieron decenas de personas que no se cansaban de tirar fotos y  en ese escenario me enteré que Milagritos, una buena amiga de la UNEAC, fue secretaria de Enrique Núñez Rodríguez. Fue la primera señal, luego en cada uno de los actos de la puesta en escena y dirección  general  de Alfonso Menéndez, supe que Núñez estaba cerca, con su risa socarrona, recordando cuando allí se estrenó su pieza teatral Voy abajo. 

Estuvo  en cada nota de la Orquesta del ICRT dirigida por el Maestro Miguel Patterson, en la estampa de Aurora Basnuevo  y Mario Limonta, en las canciones de Rodrigo Pratt, Gonzalo Roig o Ernesto Lecuona, especialmente cuando tres jóvenes intérpretes, acompañados de bailarines de Lizt Alfonso, regalaron Damisela encantadora y fue un coro de casi todo el teatro. 

Claro, Nuñez no estaba solo, él fue premonitorio y en su crónica “La reapertura del Martí” apuntó: “Eusebio Leal, ese ser extraordinario que se asegura la permanencia histórica por el trabajo, que según los sociólogos hizo al hombre, anuncia la reapertura del coliseo de las cien puertas y aparecen los nombres de Eduardo Robreño y el mío como figuras designadas para echar a andar la temporada de teatro cuando vuelvan a sonar allí las tres campanadas de la alegría. Confieso que cuando me lo comunicó, sentí deseo de excusarme, alegando motivos de edad y hasta su capacidad intelectual. Pero no me sentí con fuerzas para negarle mi cooperación a uno de los hombres que nos sobrevivirá a muchos, por la obra realizada en esta etapa en que nos tocó vivir una de las páginas más difíciles y gloriosas de nuestra identidad nacional.”

Y  más adelante dice “En mi pueblo no tuve referencias del buen teatro. Los negritos y los gallegos suplían con sus chistes y bailes mi incultura teatral: Castany, Otero, Federico Piñero, Acebal, Pous, Garrido, Arredondo, Bolito, un tesoro de carcajadas que no cambio por los nombres de las figuras más destacadas de la escena mundial. Y de pronto, un salto como los de Sotomayor en las olimpiadas: de asiduo a las cazuelas, gallineros o tertulias, a los camerinos de dirección, para codearme con Gonzalo Roig, Rodrigo Prats, Agustín Rodríguez, Candita Quintana y Alicia Rico. Con el teatro Martí iluminado y sonoro, repleto de público y aplausos. No, eso no se olvida fácilmente. Como ese bolero que habla de las heridas que cierran en falso y si alguien las toca se vuelven a abrir…”

Nuñez, estés donde estés, yo tampoco podre olvidar este domingo dos de marzo. Acabo de llegar del teatro Martí. Es el tercer día de función luego de que se reinaugurara el 24 de Febrero. Había allí actrices como Nilda Collado que trabajaron contigo, y todas se saludaban, volvían a los quince años, los actores-cantantes de entonces, caminaban erguidos, como cuando el Martí funcionaba 40 años atrás.

Esta vez con la modernidad de la época a las luces, voces y preciosos vestuarios se unió la imagen audiovisual, para recordar a Rita Montaner, Esther Borjas, Blanquita Becerra y otras tantas figuras que caminaron –y caminan- por el edificio. Una síntesis audiovisual, realizada por Magda Gonzalez Grau,  con muy buen ritmo mostró la historia de la institución que guarda una importante parte de nuestra historia cultural.

De nuevo, bajo los ojos de Eusebio Leal, un monumento ha sido rescatado. Cuánto esfuerzo y cuánto arte depositado en esas paredes. Toca ahora cuidarlo y que sea un buen escenario para piezas que estén a la altura de la imponente presencia del Martí.

Así que Núñez querido la orden que diste hace unos lustros se cumplió: “Eusebio: como director titular te estoy invitando, desde ahora, a que des la tercera campanada de la primera función del teatro Martí en su reinauguración.”



 
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