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General: NADAL, EL MAESTRO DEL DÍA A DÍA x Juán José Mateo
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 25/02/2014 03:22 |
Nadal, el maestro del día a día
El español, especialista en optimizar recursos, gana en Río y ante Dolgopolov su 62º título pese a sus problemas de espalda
El ucraniano es un tenista talentoso. Dueño de un librillo impredecible, porque tan pronto cambia de dirección en un contraataque fulgurante como dispara una dejada, el número 54 quiso hurgar en las dudas del mejor del momento. The Dog, que se dedica al rap en su tiempo libre, probó las piernas del campeón de 13 grandes y le buscó las cosquillas a su derecha. No encontró casi nada. Apenas la rotura que el español le concedió cuando sacaba por el duelo, llegada tras un remate que el número uno falló evidenciando de nuevo sus problemas de espalda. Nadal le opuso solidez sin alharacas. Levantó un muro de juego serio y ordenado, porque en la constancia se ahoga Dolgopolov, un tenista anárquico, alérgico a los esfuerzos, que vive de chispazos y no de la continuidad en su desempeño. Nadal juega para levantar Copas, Dolgo para protagonizar los resúmenes de YouTube.
Dolgopolov corrió de una esquina a otra. Con la lengua fuera. Sin opciones hasta que Nadal cedió el saque en el que servía por el duelo. Él devolvió el favor protagonizando un tie-break horrible, en el que regaló con dos errores y una doble falta sus tres primeros puntos al saque, impidiéndose a sí mismo comprobar si el maltrecho físico del luego campeón aguantaría una tercera manga forzando su espalda.
El español afrontará ahora la defensa del Masters 1000 de Indian Wells, sobre cemento y ya sí contra los mejores tenistas del planeta —en Brasil no se cruzó con ninguno de los 20 mejores—. Las circunstancias de juego y sus sufrimientos físicos —espalda, mano...— no permiten pensar en un horizonte despejado. Él, sin embargo, seguramente lo vea de otra manera: hora a hora, día a día, a trabajar para conquistar otra Copa. La marca de Nadal.
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Nadal es el tenista con mejor balance de victorias en arcilla de la Era Open
Este año podría batir el record de títulos de Guillermo Vilas en arcilla.
Rafa Nadal consiguió hoy más que una victoria ante Andreas Seppi, se convirtió además en el onceavo tenista de la Era Open en registrar 300 partidos ganados sobre tierra batida, 12 años después que lograra su victoria número uno en esta superficie: fue en Mallorca, frente al paraguayo Ramon Delgado. El listado de tenistas con más victorias de todos los tiempos en arcilla está liderado por el argentino Guillermo Vilas con un total de 644 partidos ganados y 46 títulos, si bien Rafa Nadal ostenta el mejor balance de victorias/derrotas con un porcentaje del 93 por ciento, seguido "de lejos" por Ivan Lendl con un 81 por ciento. Por último, un dato más que pone de manifiesto la extrema supremacía de Nadal en tierra batida: Rafa está a tan sólo 4 títulos de superar a Guillermo Vilas como el tenista con más títulos en tierra batida de todos los tiempos, logro que aunque complicado, podría acontecer en la presente temporada. |
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Nadal es todo corazón
El español tumba a Murray pese a encajar un 1-6 de salida y un 2-4 en la manga decisiva
Fue la victoria del camaleón. Un impresionante ejemplo de capacidad de adaptación y talento para detectar sobre la marcha qué ajustes tácticos acometer. Rafael Nadal jugará hoy (20.00, Tdp) las semifinales del Masters 1.000 de Roma contra el peligrosísimo Dimitrov tras remontar 1-6, 6-2 y 7-5 a Andy Murray en un partido en el que se vistió de Mr. Jekyll y Mr. Hyde. El número uno encajó un 1-6 de salida en el que el revés cruzado de su contrario martilleó su drive, desnudando sus defensas, quitándole la iniciativa, penalizando su segundo saque y aculándole contra la valla. Superado por tierra, mar y aire, Nadal se lanzó a pecho descubierto a por el encuentro, y empezó a ganar en la red lo que perdía en el fondo. Llovía en Roma, pero ardía el duelo entre los gritos del gentío (“¡Andy!”), que vio cómo el ganador perdía un 2-0 de ventaja en la tercera manga y cómo recuperaba con una racha portentosa de puntos sumados un 2-4 en contra. Tenis épico, combate para tipos duros.
“Esta victoria me hace sentir vivo. Fue difícil”, acertó a decir Nadal, que ganó 12 de los 13 últimos puntos. El adjetivo, sin embargo, se quedó corto.
Fue un pulso castigador. A los dos tenistas les dolió la raqueta, la cabeza y el alma. El duelo exigió todo de los rivales, y todo lo sacrificaron los contrarios en el altar de la victoria. Nadal, mejorado en el juego, sufrió para convertir sus opciones de rotura (cuatro de doce), estadística que antaño fue su sello: en consecuencia, sus piernas devoraron kilómetros, su raqueta tuvo que pelear a contracorriente (percutiendo el drive de Murray, no el revés) y su mente volvió a graduarse en pasión, en deseo, en ganas de ganar aunque la victoria cueste los pulmones, los ojos y la vida entera. Murray, en su mejor partido desde que en 2013 se operó de la espalda, perdió varias veces la ventaja conquistada (el 1-6 o el 2-4 en la tercera manga), y por eso tuvo que impulsar hacia terrenos desconocidos su drive, su punto débil. Se compitió al límite, y al límite los dos rompieron sus barreras. El espectáculo tuvo la intensidad de una guerra. Murray quiso ser Aníbal y sus elefantes, los invasores de Roma. Nadal fue más que las murallas de la ciudad eterna: fue sus soldados, sus ciudadanos y sus esclavos, todos juntos para detener, expulsar y derrotar al intruso tras rozar la derrota.
Tras jugar tres maratones en tres partidos para llegar a semifinales, el número uno se cruzará con Dimitrov, un tenista al alza y con un revés a una mano que no sufre contra su drive. El búlgaro, con un partido más, suma 6h 21m horas de juego, por 8h 44m del español, exento de primera ronda. Pase lo que pase en Roma, donde por primera vez desde 2005 llega a esa etapa de un torneo en tierra habiendo cedido una manga en todos los duelos, el campeón ya sabe una cosa: viajará a Roland Garros (desde el 25 de mayo), habiendo recuperado una de las señales que le distinguían. En su corazón, vuelve a arder el fuego del que quiere ser eterno.
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