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General: La conservación del patrimonio rupestrológico cubano. Situación actual
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De: Ruben1919  (Mensaje original) Enviado: 24/10/2013 22:56

 La conservación del patrimonio rupestrológico cubano. Situación actual y perspectivas.

Divaldo Gutiérrez Calvahe, Racso Fernández Ortega, José B. Gonzàlez Tendero Instituto Cubano de AntropologíaGCIAR. Grupo Cubano de Investigadores del Arte Rupestre


RESUMEN

Las últimas investigaciones referidas a evaluar el potencial rupestrológico cubano han permitido fijar la existencia de mas de 200 estaciones en todo el territorio nacional. Esta cifra nos habla por si sola de la necesidad que existe en nuestro país de conservar y proteger este legado histórico de nuestro pasado. Pues comparada con las otras islas de las Antillas Mayores, es Cuba la que menor densidad de estaciones posee por Km.2, pues para poner solo un ejemplo, baste señalar que en la porción Dominicana de la vecina isla de La Española se reporta en la actualidad una cifra superior a las 450 estaciones ( Atiles Bido, G. com. pers.). Sin embargo a pesar de la existencia de regulaciones legales, e instituciones cuyo objeto social esta dirigido a la conservación del patrimonio cultural de la nación, el arte rupestre cubano ha sido y es en no pocas ocasiones victima de numerosas acciones vandálicas e inescrupulosas decisiones administrativas que han causado serios daños y hasta la perdida definitiva de una parte importante de esta riqueza arqueológica. En este trabajo se exponen los daños mas importantes a que ha estado sometido nuestro arte rupestre, los daños potenciales que lo amenazan y las perspectivas de conservación, así como la necesidad de hacer un correcto uso de la legislación ambiental y patrimonial de nuestro país, por aquellos que dirigimos nuestros esfuerzos a la investigación rupestrológica en especial y arqueológica en general.

1. INTRODUCCIÓN

La primera noticia sobre la presencia de dibujo rupestre en Cuba son dadas a conocer en el año 1839 cuando se incluye en un artículo adicional a los “Apuntes para la Historia de Puerto Príncipe” publicado en las Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana, (Tomo 9, (i.e., tomo 20) pp. 301- 309) la mención a los dibujos que se encontraban adornando las paredes de la Cueva de Seña María Teresa en la Sierra de Cubitas, Camagüey (Núñez 1975:154). A partir de ese mismo momento comienza a desarrollarse en Cuba la problemática de la conservación de este patrimonio cultural.

Los más de 160 años transcurridos hasta hoy, han sido ricos en descubrimientos, descripciones y otras investigaciones sin embargo la problemática de su conservación, protección y/o restauración ha sido pocas veces abordada desde puntos de vista críticos y científicos. El indudable deterioro, peligro y vulnerabilidad de este patrimonio nos impone dejar a un lado la pasividad y abordar esta problemática desde una posición crítica y valiente que permita definir, al menos dentro del círculo académico, las estrategias a seguir para lograr que las generaciones futuras puedan tener la oportunidad de admirar la obra de nuestros antepasados.

Por otra parte es bien conocido que tanto las pictografías como los petroglifos están sujetos al lógico envejecimiento de sus soportes y de los pigmentos o aglutinantes,  lo que los hace vulnerables con el tiempo, pero sin lugar a dudas la experiencia nacional demuestra que la afectación antrópica, voluntaria o no, es la mayor fuente de las agresiones irreversibles sufridas por esta manifestación (Fernández, González 2001b:17) lo que motiva la urgente necesidad de proteger con efectividad los registros rupestres de Cuba en su contexto medio ambiental, situación que intentamos al menos ordenar en este trabajo.

2. NO A LA RESTAURACION

La ausencia en nuestro país durante todo el periodo prerrevolucionario de una política y legislación que protegiera al registro rupestre provoco que al sucederse el triunfo del ejercito rebelde y la instauración de nuevas leyes, muchos de los investigadores que durante años habían protestado y exigido a los gobiernos de turno la protección de éste legado cultural, vieran en la nueva revolución la vía, por la que canalizar sus preocupaciones y exigencias hacia oídos receptivos y preocupados por la riqueza cultural del país.

En la década de los años 60 algunos arqueólogos e investigadores cubanos consideraron la posibilidad de llevar a cabo tareas de restauración en las conocidas estaciones rupestres Cuevas de Ambrosio, Matanzas y No. 1 de Punta del Este, Isla de la Juventud, con la noble intención de proteger y salvar para la posteridad esta importante evidencia de nuestros ancestros.

Eran los años en que se suscribía la Carta Internacional  sobre la Conservación y Restauración de Monumentos y Sitios que pasaría a la historia con el nombre de la Carta de Venecia que promulgaba en sus artículos 9 y 12 respectivamente:

La restauración es una operación que debe guardar un carácter excepcional. Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto hacia los elementos antiguos y los documentos auténticos” (Capablanca 1981:13).

Los elementos destinados a reemplazar las partes faltantes deben integrarse armónicamente en el conjunto, distinguiéndose al mismo tiempo de las partes originales, con el fin de que la restauración no falsifique el documento de arte y de historia” (Capablanca 1981:13).

En esos momentos la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) comisiona a la Misión Maranzi para contener el deterioro el “gran dios del Sefar” en el Tassili n’ Ajjer, Argelia aplicándole barnices paraloides.

La posibilidad de los cubanos de contar, por primera vez, con un gobierno que protegiera los valores culturales e históricos de la nación motivó a llevar a efecto dichas tareas de restauración en dos de las estaciones rupestre más importantes del país. Solo que el criterio de la UNESCO compartido por numerosos especialistas en el orbe, de que la operación de restauración era con “carácter excepcional” y para “reemplazar las partes faltantes”, no fue totalmente comprendida y fue realizada en la totalidad de los dibujos de la primera y en la generalidad de la segunda (Rodríguez y Guarch 1980:166-167).

Hoy, cuarenta años después de aquella intervención, la ciencia moderna y las investigaciones referentes al desarrollo de aquellos hechos y métodos han demostrado que los trabajos de restauración en la Cuevas de Ambrosio y la Cueva No. 1 de Punta del Este, fueron realizados sin los conocimientos mínimos indispensables para este tipo de acción, lo que se ha constatado al analizar científicamente los efectos secundarios provocados en ambas estaciones.

En este sentido, y no con la intención de desacreditar aquellos esfuerzos sino más bien con el ánimo de aprender de nuestros errores, debemos reconocer que en el instante en el cual se ejecutan dichas obras, en el país sólo se habían realizado acercamientos al análisis de los colorantes empleados en las pictografías en tres ocasiones.

El primero se realizó en 1939, por el Dr. Rene Herrera Fritot, el que observó al microscopio un fragmento de roca con pintura que se había desprendido de la Cueva No. 1 de Punta del Este, estimando que los componentes presentes en la muestra eran dióxido de manganeso y limonita ocre para el negro y rojo respectivamente (Herrera 1939:16). El segundo en 1956 se efectuó a una muestra de los pigmentos de los dibujos de la Cueva de Pichardo, Sierra de Cubitas, Camagüey (Rivero de la Calle y Núñez 1958:94) y el tercero y último, en la década del sesenta también con muestras de colorantes de la Cueva No. 1 de Punta del Este, cuyo informe final arrojó la utilización de carbón vegetal para el negro y dióxido de hierro para el rojo, (Núñez 1975:72) pero los resultados de esta no se conocieron hasta varios años después (Fernández, González y Gutiérrez 2007:21).

Lo más significativo en este sentido y que constituye un error histórico, es que producto de esas sencillas aproximaciones, se ha venido repitiendo en la literatura nacional y foránea (Guarch y Rodríguez 1980:56; Dacal y Rivero de la Calle 1986:37; Linville 2005:73) el concepto de que nuestros aborígenes utilizaron los dióxidos de manganeso e hierro y el asfalto(1) en la confección de los pigmentos.  Así las cosas con la información aportada fundamentalmente por el acercamiento microscópico de 1939, la publicación parcial de los datos del análisis de los sesenta y la apreciación personal de algunos autores de que nuestros aborígenes utilizaron los dióxidos de manganeso y hierro, es que se emprende la restauración de las localidades antes referidas utilizando para dicha acción las materias primas antes mencionadas; sin esperar los resultados de los análisis de laboratorio, para lo cual, como ya se dijo, se habían tomado nuevas muestras(Fernández, González y Gutiérrez 2007:21) lo que trajo por resultado que hoy dichas pinturas estén restauradas con colorantes ajenos a la realidad pictórica de sus hacedores.

Como es conocido hoy en día las acciones de este tipo son fuertemente criticadas por los círculos científicos debido al escaso conocimiento -en la práctica experimental internacional- sobre la posibilidad de que se instalen microorganismos vegetales o animales entre el soporte y la nueva capa aplicada, como sucedió en el Sefar poniendo en peligro su existencia y conservación.

Probablemente este fenómeno se esté desarrollando en la Cueva No. 1 de Punta del Este pues según un estudio realizado en el año 1995 por investigadores del Centro de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM), en la Cueva se han detectado una considerable variedad de microorganismos oportunistas, transportados por los frecuentes visitantes, los que han encontrado hospedaje en las “zonas restauradas” afectando las áreas repintadas con grave peligro de desaparición; pues debe tenerse en cuenta que solo los hongos están presentes en mas de 10 géneros, dos de ellos el Sporothichum y el Phymatotriechum están hospedados directamente en las paredes de la estación, provocando junto a las algas serios cambios de coloración (Martínez 19996 ms.); hoy se reconoce que la restauración tiene serias implicaciones en la pérdida de los valores estéticos de la obra y representa una invasión a la integridad física de la misma (Fernández 2000:2).

Desafortunadamente esta experiencia negativa de la restauración antes mencionada, no ha sido considerada seriamente por la totalidad de los investigadores nacionales, recientemente conocimos del intento infructuoso -por parte de algunos arqueólogos- de restaurar los petroglifos de la Sala García Valdés de la Cueva de Mesa en la Gran Caverna de Santo Tomas en Viñales, Pinar del Río.

En esta ocasión los colegas intentaron restaurar algunas de las grafías aplicándoles salpicaduras de arena de carbonato, obtenida del entorno de los petroglifos, con un sepillo dental a modo de rústico aerosol para luego, con un instrumento agudo, remarcarlos. Este procedimiento, además de no contar con un adecuado registro y documentación de las formas, tamaños y posición de los petroglifos originales, introduce en los mismos un número inimaginable de peligros microbiológicos y microclimáticos, que hoy no podemos valorar, además de que los investigadores no tomaron en consideración que esta localidad tiene categoría de Monumento Nacional (Resolución No. 64 del Ministro de Cultura, 1989), por lo que cualquier intervención en dicha estación, sin la aprobación correspondiente, constituye un delito a tenor de lo establecido en la legislación nacional.

Hace mucho tiempo dejamos atrás los años de Viollet-le-Duc y Camilo Boito y existen prestigiosas instituciones como el ICOM, ICCROM, ICOMOS-CAR y la Getty Fundation o el Centro Camuno di Studi Pristorici(2) con grupos de expertos dedicados exclusivamente a estos temas. En este sentido no podemos compartir el criterio de emprender acciones -de ningún tipo- sin antes realizar consultas, buscar asesoría y llevar las propuestas a la mesa de discusión donde participen todos los especialistas con los elementos y la experiencia necesaria para analizar un tema tan delicado y de tanta connotación.

Ya no estamos en la década de los sesenta y la dolorosa realidad ha demostrado que no basta con enarbolar las banderas del noble objetivo de “salvaguardar tan excepcional patrimonio” que como veremos mas adelante en el acápite dedicado a la conservación, está siendo destruido aceleradamente. Finalmente,  en el país con la experiencia acumulada se hace necesario e imperioso establecer un Código de Ética para el registro, documentación e investigación del registro gráfico rupestre además de establecer una política coherente para su verdadera protección y conservación(3).

 No es un secreto para los entendidos que en la comunidad científica internacional se reconoce como el método ideal para la protección del dibujo rupestre, todas aquellas acciones que estén dirigidas a la conservación de la estación y su entorno natural y no a la restauración en toda la acepción de la palabra, esta alternativa en última instancia, siempre deja serias interrogantes en cuanto a los daños que inconscientemente podremos producir por lo que en la actualidad es totalmente rechazada. Aquí es oportuno destacar que las intervenciones de conservación son diseñadas por equipos multidisciplinarios que incluyen, en primer término, a los restauradores, conservadores, químicos, físicos, geólogos, biólogos, microbiólogos y además a arqueólogos y rupestrólogos no olvidemos que la restauración y la conservación son disciplinas que requieren la colaboración de todas las ciencias y de todas las técnicas que puedan contribuir al estudio y la salvaguardia  del patrimonio cultural(4).

En nuestro país, gracias a los esfuerzos en esta dirección del Ministerio de Cultura, fue creado en  el año 1981 el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (CENCREM) por el Decreto No. 77 del Consejo de Ministros (Dirección de Patrimonio Cultural 1996:40), donde se encuentran un colectivo de especialistas capacitados en la restauración y conservación de la pintura mural, por lo que es a ellos a los que debemos acudir cuando debamos emprender los trabajos de conservación donde estos sean impostergables. La Conservación y la Restauración de la pintura Mural constituyen una disciplina especializada en el campo de la preservación del Patrimonio, puesto que este trabajo requiere de conocimientos especializados, capacitación, experiencia y responsabilidad. Los conservadores y restauradores de este tipo de bienes culturales deben tener una educación y una preparación profesional idóneas, como recomienda el Código de Ética de 1984 del Comité de Conservación del ICOM (Arteyrupestre 2005:5).




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De: Ruben1919 Enviado: 24/10/2013 22:56
3. PRINCIPALES AMENAZAS PARA EL DIBUJO RUPESTRE CUBANO

El registro primigenio del Archipiélago Cubano, como manifestación de la ideología y psicología de nuestros antepasados, aparece en menor o mayor cuantía en casi todas las provincias del país, su datación nunca ha sido realizada por métodos absolutos, sin embargo la mayoría de los investigadores consideran que existen en nuestro archipiélago representaciones rupestres que pertenecen a los grupos pretribales con antigüedades superiores a los 4000 años AP. hasta representaciones ejecutadas por las sociedades tribales que poblaban las Antillas mayores a la llegada del almirante Cristóbal Colón en 1492, o aquellas adjudicables a los esclavos africanos introducidos durante los siglos XVII, XVIII y XIX.

Dando por aceptada esta premisa debemos admitir que los materiales, herramientas e instrumental utilizados por nuestros antepasados en la creación de este patrimonio, fueron al menos genéricamente similares y en muchos casos iguales a los utilizados por toda la humanidad en el trance desde el paleolítico hacia la neolitización; de ahí que el dibujo rupestre en Cuba esté sujeto a los mismos problemas de agresión y/o destrucción descritos para otras partes del mundo.

En general los rupestrólogos consideran que existen tres grandes grupos de afectaciones para esta manifestación universal y las han denominado por su tipo en amenazas:

  • naturales
  • industriales
  • antrópicas

Para algunos especialistas – con mucha razón-  las afectaciones industriales deberían estar incluidas dentro de las antrópicas, esta línea de pensamiento, sin embargo no se ajusta a nuestra voluntad de diferenciar marcadamente aquellas amenazas que a pesar de tener su origen en el actuar del hombre sobre el medio geográfico, repercuten en el arte rupestre de forma indirecta en contraposición con aquellas causas o afectaciones antrópicas que son producto de la ineficiente  interacción directa  hombre – arte rupestre.

En este sentido quisiéramos introducir al lector en las particularidades que definen a cada una de ellas y sus relaciones con la realidad cubana.

Amenazas Naturales.

Quizás uno de los problemas más importantes a que se enfrentan los rupestrólogos es la necesidad de poder definir cuándo los daños son ocasionados por las personas o cuando los daños ocurren solos, sin intervención humana; igualmente es saludable saber en que medida pueden ser evitados o pueden ser corregidos sin causar peores daños como en los casos referidos con anterioridad.

Aunque estas amenazas son el resultado de procesos naturales como consecuencia de las alteraciones geológicas, carsológicas, biológicas o climáticas, los cambios que se originan en las estaciones son considerados también como daños, puesto que de todas maneras afectan, o pueden afectar, una estación a la que ya se le reconocen unas determinadas características.

Desde el punto de vista de la categorización de las amenazas naturales se pueden citar las siguientes categorías o tipos:

Geológicas

En este grupo se encuentran los daños producidos por la formación de depósitos de carbonatos sobre las áreas donde aparecen representaciones gráficas. Los nuevos depósitos traen por consecuencia la formación de pátinas y pústulas que van cubriendo lentamente el arte parietal; en Cuba, es muy conocido el caso de la Cueva de García Robiou en La Habana, donde muchas de sus pictografías han sido parcialmente cubiertas por nuevas capas de carbonatos que cubren todo el mural del Salón de la Rana.

También en este grupo se encuentran aquellos desprendimientos o derrumbes de bloques o fragmentos de rocas como resultado del propio ajuste estructural de las localidades, en algunos casos estos desprendimientos logran impactar sobre el dibujo rupestre y dañarlo considerablemente.

Lamentablemente, la mayoría de los casos de caída de piedras y concreciones que conocemos y que han provocado el daño a manifestaciones rupestres, no han sido de origen natural, sino propiciadas por la pobre previsión humana en el desarrollo industrial, tema que veremos mas adelante.

Otro caso peculiar, es el conocido en la literatura como desestabilización por fragmentación que ocurre cuando las pinturas o los petroglifos, localizados en zonas muy fracturadas, sufren cambios como consecuencia del aumento de esa facturación o de los movimientos de los bloques en que se encuentran, lo que conlleva a rupturas en la composición rupestre por la caída de los fragmentos, sean grandes o pequeños. La continuidad del proceso natural de formación y desarrollo de muchas cavidades es el que provoca el origen del aumento de esa facturación. También en este orden aparece la fisuración o escamado que no es más que el "daño" que ocurre cuando hay agrietamiento o saltan pequeñas partes del soporte que contiene a la gráfica por las mismas causas que la fragmentación. Es a esas pequeñas partes -a veces muy pequeñas- a las que se les llama escamas, y al fenómeno se le denomina regularmente descamación; en Cuba el ejemplo más conocido es el de la Cueva No. 1 de Punta del Este, Isla de la Juventud.

Biológicas

En este grupo se incluyen los daños ocasionados por el crecimiento natural de hongos, líquenes, musgos, algas y otros vegetales, sobre los soportes o sustratos en los cuales se realizó la grafica rupestre, (ver figura No. 1). Este fenómeno sumamente común es un serio problema para la conservación del patrimonio, principalmente si se trata de estaciones ubicadas dentro de cuevas húmedas y donde penetran los rayos del sol, sea de frente a la entrada o a través de las claraboyas. En Cuba, dada nuestra ubicación en el trópico, su consecuente exuberancia y prolífica biodiversidad(5), el crecimiento de líquenes, musgos y otros vegetales, como los helechos, siempre será una amenaza imposible de erradicar, a lo sumo lo más que puede lograrse es evitar la deforestación en torno a las cuevas, de manera que pueda mantenerse el ambiente más sombrío posible y evitar la penetración de los rayos del sol hasta las paredes cargadas de humedad; de esporas o semillas, evitando así el desarrollo y crecimiento de la vegetación oportunista -que con sus raíces penetran en la roca y produce reacciones químicas de los microorganismos- este tipo de afectación en un grado u otro esta presente en más del 50 % de las estaciones rupestres cubanas, siendo significativos los casos de la Cueva Pluma en Matanzas y de Matías en Camagüey.

También en este grupo se incluyen el daño que sufre el dibujo rupestre por otros fenómenos biológicos como son la caída sobre él de eyecciones fecales de murciélagos, roedores, aves y otros habitantes permanentes o eventuales de las estaciones, este es un fenómeno común que se observa en gran cantidad de sitios, siendo particularmente llamativo el caso de la Cueva de los Bichos en la Caverna de la Patana, donde varios petroglifos presentan signos de erosión bioquímica producto del guano de murciélago que cae sobre ellos.

Finalmente, se encuentran aquellas obras rupestre que han sido dañadas por la acción de algunos animales, al caminar sobre las mismas como pueden ser los insectos y hasta los mamíferos; por ejemplo los daños presentes en las pictografías de la Solapa del Quemado en Pinar del Rió, por el desplazamiento sobre las pinturas de especies de moluscos de sierra endémicos de la región y también los provocados por las Jutías (Capromys Sp.) al caminar sobre los dibujos de la Cueva de los Perros Jíbaros en la Habana.

 

Figura No. 1. Las flechas señalan las áreas donde han comenzado a desarrollarse musgos o algas;
sobre los dibujos de la Cueva No. 1 de Punta del Este, Isla de la Juventud, Cuba.

Climáticas

Como es conocido la humanidad esta asistiendo a un verdadero cambio climático universal, al que no escapan las cavernas, cuevas y solapas que albergan mas del 99 % del registro gráfico rupestre cubano; sin embargo, el clima de una caverna es el conjunto de un importante número de variables altamente sensibles a cualquier cambio de su estructura interna y/o entorno; pero no es necesario esperar por los cambios climáticos globales, para que el microclima subterráneo sufra alteraciones que de manera negativa influyen en la conservación de los diseños distribuidos en estas cavidades.

Dentro de este grupo de amenazas o daños climáticos esta la erosión eolica, la cual afecta directamente a las estaciones a la intemperie como solapas y abrigos rocosos.

Esto representa un serio problema que a su debido tiempo debemos enfrentar los rupestrólogos. Aunque no es común este peligro para el arte rupestre en condiciones subterráneas, si se han detectado estaciones que al ser afectadas por derrumbes naturales, incendios forestales, etc., han cambiado sus sistemas de flujo y ventilación provocando nuevas corrientes de aire que han afectado o afectan directamente los motivos y diseños.

El ejemplo más conocido internacionalmente de este tipo de daño, es del Salón de los “Policromos” de la Caverna de Altamira, en Santillana del Mar, España, donde una grieta que se abre contigua al cuello de  la gran cierva ha provocado la pérdida de color de las zonas aledañas (Beltrán 1990:20). O más recientemente la propagación de un hongo, blanco como la nieve,  con el nombre de Fusarium solani que se está adueñando rápidamente de las paredes y suelo de las siete galerías que conforman la Cueva de Lascaux, en Francia, motivado por la instalación en el 2001 de un sistema de climatización con el ánimo de mantener constante los parámetros de temperatura y humedad de sus galerías (Le?o 2006:1).

Lamentablemente en Cuba, estos fenómenos generalmente también están asociados a la intervención inadecuada e irresponsable del hombre como es el caso de la Cueva Mural, en la costa norte de Matanzas, donde la tala indiscriminada del bosque existente en la dolina de acceso a la estación provocó un reajuste climático de la cavidad. Esto afecto sensiblemente sus grafías en apenas 4 años; pero este ejemplo lo desarrollaremos detenidamente más adelante.  

Otros fenómenos climáticos que afectan considerablemente a las estaciones pictográficas son los producidos por los cambios de la humedad -tanto relativa como absoluta- en los ambientes hipogeos, así como la evaporación, la condensación, la presión de CO2, la oxidación y otras numerosas variables microclimáticas que conforman la estabilidad en la oxidación y despigmentación de la gráfica rupestre; estas variaciones también están relacionadas con otros fenómenos producidos en el área circundante a la cavidad, como pueden ser la sequía extrema, intensa actividad de lluvia, los huracanes y otras.

En ocasiones, por razones ajenas a la cavidad, las aguas de infiltración llegan a la misma transportando partículas de diversos materiales y con variaciones en su composición química provocando cambios en el Ph de las aguas de goteo subterráneo.

No son pocos los casos en que el escurrimiento toca o cae sobre las manifestaciones y provoca concreciones, el lavado de las mismas o velos que las cubren con un daño generalmente significativo lo que en no pocas ocasiones ha culminado con la perdida parcial o total de los dibujos en el zona donde se produce.

Amenazas Industriales

El crecimiento industrial en nuestro planeta ha ocasionado numerosos daños -a veces irreversibles- prácticamente en todos los ecosistemas conocidos por el hombre. Hasta hace muy poco se pensaba que los casquetes polares se encontraban a salvo de esta situación, sin embargo, en la actualidad ha quedado claro que no han escapado a esta triste realidad.

Desde el punto de vista de la categorización de los daños de tipo industrial se pueden citar las siguientes categorías o tipos:

Minería

Son virtualmente reconocidas las afectaciones por la expansión de canteras, las que llegan en ocasiones a destruir totalmente las estaciones rupestres como es el caso de la estación conocida como Cueva Grande de Santa Isabel, en la Isla de la Juventud, la que fue casi totalmente destruida por la explotación minera de la Sierra de Casas.

También se presentan las afectaciones producidas por las emanaciones de smog, otros gases y aerosoles residuales al medio ambiente y por consiguiente al interior de abrigos y cuevas afectando de manera irreversible los pigmentos de las pictografías. Esto provoca reacciones químicas en los soportes y sustratos, además de cambios en el microclima subterráneo. El ejemplo más ilustrativo en nuestro país es el de la Caverna de las Cinco Cuevas, en la provincia Habana. La zona de Boca de Jaruco, donde se ubica la estación, es pródiga en yacimientos de petróleo por lo que su explotación se inició en la década de los años 80 de la pasada centuria.

Una de las características que distingue a la extracción del  oro negro del área es que viene acompañado con un gas que posee un alto componente de sulfídrico, este al escapar a la atmósfera ha entrado en reacción con la roca caliza del entorno provocando su descalcificación y con ello de descamación de las pictografías que se localizaban en el salón de entrada.

Aquí, no debemos olvidar las afectaciones provocadas por las voladuras producidas durante el proceso minero, las que dañan mantenidamente las estructuras de muchas de las estaciones rupestres colindantes. Estas provocan la fractura y desprendimiento de la roca estructural así como la caída de fragmentos de rocas -en el mejor de los casos- que sirven de soporte a petroglifos y pictografías.

Constructivas

El desarrollo industrial está asociado a otros fenómenos relacionados con la construcción de carreteras. Estas provocan vibraciones permanentes por el paso de vehículos pesados que afectan sostenidamente las estructuras naturales de las estaciones rupestres. Además, se debe considerar que  el aumento de la circulación vial en áreas de patrimonio rupestrológico contribuye a la formación de lluvias ácidas las que a mediano plazo afectarán al mismo por las causas explicadas anteriormente.

Por su parte la construcción de presas ha ocasionado grandes pérdidas al registro gráfico rupestre universal desde que en 1969 se puso en marcha la presa de Krasnojarsk sobre el río Yenisei, creando una retención de aproximadamente 400 Km. sumergiendo varios centenares de figuras rupestres en la cuenca de Abakan-Minusink en Rusia y Kahkasia. Mucho más reciente está el polémico incidente por la construcción del complejo hidráulico en el Valle de Guadiana en Portugal que movilizó a equipos de científicos de numerosos países y organizaciones internacionales dedicadas al estudio de la gráfica rupestre, para lograr el registro y documentación de las estaciones antes de que fueran cubiertas por las aguas. En nuestra área geográfica el caso más lamentable es el de la construcción de la Presa de Hatillo, en Maimón, entre Bonao y Cotuí en la República Dominicana, donde quedó sepultada bajo las aguas la Cueva del Peñón de la Sabana, con numerosos petroglifos.

Aún cuando hasta el presente, en Cuba solo se conoce el posible caso de la construcción del Embalse Carlos Manuel de Céspedes, en Contramaestre, Santiago de Cuba, el que en un principio se pensó que podría haber cubierto con sus aguas, el área donde fuera encontrado en 1963 el famoso petroglifo del Maffo, esto en la actualidad ha sido desechado, pues las coordenadas del sitio del hallazgo han sido ubicadas con precisión en los últimos años y las mismas quedan fuera de los limites del embalse(6). Sin embargo hoy no sabemos si en el entorno remoto de ese descubrimiento podría haber existido otras manifestaciones de la grafica rupestre, que si podrían haberse perdido para siempre. Por otra parte hasta hoy no tenemos que lamentar en el país un hecho similar, que se conozca, pero la experiencia internacional debe ser tomada en consideración permanentemente.

         

Figura No. 2. (A) Pictografía de la Solapa del Arquero como se podía observar en
1999  y (B) como se observa en la actualidad, el daño acelerado de esta estación
parece estar relacionado con la deforestación del entorno.

Vinculados a la construcción se encuentran las áreas adaptadas para el almacenaje de sustancias químicas, tóxicas e hidrocarburos. Estos almacenes construidos específicamente sobre el carso y en los cuales en no pocas ocasiones se producen derrames eventuales o sostenidos han sido los responsables del daño de numerosas estaciones del arte rupestre universal.

Agropecuarias.

En este tipo están las relacionadas con el desarrollo agropecuario y que agreden a las estaciones rupestres como puede ser el relleno de las cavidades con piedras, desechos industriales y de las cosechas, basura doméstica, carsolitos etc., que son retirados de los campos a roturar y de múltiples actividades que se realizan en las empresas agropecuarias y poblados cercanos donde habitan sus trabajadores.

Ya hemos mencionado los cambios microclimáticos que se produce en las estaciones producto de la deforestación y/o reducción de la capa edáfica en el entorno de las cuevas o abrigos rocosos como sucedió en la importante Cueva de Matías en la Sierra de Cubitas, Camagüey, donde se desmontaron los árboles inmediatos a la entrada del sitio -donde permanecen las pictografías- para prolongar el área de cultivo de viandas. Esta acción dejó a merced de las corrientes de aire y la incidencia directa de los rayos solares, durante un prolongado período del día, los murales pictográficos con efectos devastadores (ver figura No.3).

Otro problema es el que ocasiona la cría de ganado (vacuno, porcino, etc.) que comienza a penetrar en las áreas de luz y penumbra de las estaciones rupestre estableciendo campamentos y espacios de habitación y al frotar su cuerpo contra las paredes, inciden en el desgaste de las pictografías o petroglifos además de provocar cambios climáticos y microbiológicos que a mediano y largo plazo afectan al dibujo rupestre.

          

Figura No. 3.- A la izquierda pictografía de la Cueva de Matías como se podía observar en 1972  y
A la derecha como se observa en la actualidad después de talado el bosquecillo
que protegía la entrada de la estación.


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: Ruben1919 Enviado: 30/05/2014 08:55

Santiago de Cuba

Inician rehabilitación del emblemático Hotel Imperial

Como parte de las acciones dedicadas a los 500 años de la fundación de esta villa (que se cumplen en julio del 2015), el rescate emprendido en el emblemático Hotel Imperial, luego de alrededor de tres décadas cerrado, reportará un significativo aporte al fomento del turismo de ciudad y el embellecimiento de la calle Enramadas

La rehabilitación del Imperial contribuirá al engalanamiento de Enramadas. Foto del autor Foto: / Foto del autor

SANTIAGO DE CUBA.— Como parte de las acciones dedicadas a los 500 años de la fundación de esta villa (que se cumplen en julio del 2015), el rescate emprendido en el emblemático Hotel Imperial, luego de alrededor de tres décadas cerrado, reportará un significativo aporte al fomento del turismo de ciudad y el embellecimiento de la calle Enramadas.

Ricardo Rodríguez Ríos, director de la unidad básica inversionista, de la Empresa Inmobiliaria del Turismo, señaló que a un costo superior a los ocho millones de pesos, la instalación recuperará el esplendor de su fachada ecléctica, mientras que totalmente climatizado, en su interior será dotada de modernos sistemas y el confort acorde con la categoría cuatro Estrellas.

Prevista para ser administrada por el Grupo Cubanacán, entre sus principales objetos contará en el primer nivel con recepción, carpeta y restaurante; dispondrá de tres ascensores y 36 habitaciones (tres semi suite) repartidas del segundo al cuarto nivel, y en la azotea exhibirá un snack-bar-mirador y el salón polifuncional.

Además, en el espacio contiguo que ocupara en Enramadas el mercado El Avileño, se incluirán escaleras de servicio y del sistema de evacuación contra incendios o en caso de eventos sísmicos, así como el servicio al aire libre de un bar-parrillada, con mesas y jardinería, para la atención directa de los visitantes.

Concebido todo mediante un diseño de la Empresa de Proyectos No.15, su proyectista general, arquitecto César Garrido Rodríguez, explicó que construido entre los años 1914-1915, el Imperial constituyó una de las piezas más significativas de la arquitectura santiaguera y el sistema de alojamiento de esa época en la ciudad.

“Es realmente una joya en el centro histórico de la ciudad, cuyo alto nivel de deterioro exige un proceso de intervención arquitectónico, que para preservar los valores eclécticos de la fachada prevé el rescate de los elementos decorativos y la reconstrucción de balaustres y balcones, entre otros preceptos.

“Interiormente —añadió—, se impone una reconstrucción que parte de la eliminación del nivel de oxidación de los elementos metálicos y el reforzamiento de la estructura, a la vez que tras la demolición requerida en algunas divisiones y entrepisos, que contribuirá a disminuir la carga del edificio, la posterior restitución será con elementos aligerados”.

Para tales fines se dispondrá de pinturas ferroprotectoras, resinas, mortero químico, hor­migón aligerado, panelería ligera con aislante acústico, y carpintería de PVC para la recuperación de la línea del diseño original del edificio, que en su fachada rescata el sistema de toldos olvidado en Enramadas.

La ejecución de la obra, que obviamente contempla todas las redes hidráulicas, sanitarias, eléctricas y mecánicas, el decorado y la ambientación, está a cargo de ingenieros, técnicos y operarios de Emprestur, quienes por su alto valor patrimonial y la privilegiada ubicación, asumieron el compromiso de concluirla en julio del próximo año.



 
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