Nunca es fácil interpretar los datos procedentes de esa gran caja negra que constituye la urna el día en que los ciudadanos están invitados a decir algo mediante su voto. Son múltiples las lecturas y elucubraciones de cualquier resultado electoral, y más si éste tiene que ver con una institución en la que creen muy pocos. No hay dudas de que el Parlamento de la Unión Europea (UE) es mucho menos conocido que el euro o el efecto de esta arma de destrucción masiva para tanta mayoría empobrecida en el sur europeo. El déficit democrático de la vigente UE venía marcando esta contienda electoral. El creciente desapego a esta institución es directamente proporcional a su subordinación a los intereses de un poder económico-financiero concentrado en muy pocas manos. Los datos son elocuentes en este sentido: seis de cada diez europeos siente que su voz no cuenta en la UE; el 69 por ciento de los europeos desconfía de ella; en España, en 6 años, se ha pasado de una valoración positiva de +42 puntos a una negativa de -58 puntos; el 73 por ciento de españoles desconfía en la UE.
A pesar de que esta cita electoral tiene mayor relevancia que las anteriores (porque se vota a europarlamentarios que sí han de elegir al presidente europeo), lo que realmente estaba en juego era saber qué pensaba la mayoría de los europeos sobre la UE que decidió desde su inicio gravitar sobre la tasa de ganancia del gran capital privado excluyendo a las mayorías populares. Ese monopolio de la política europea, presentada en forma bipartidista, Partido Socialista y Partido Popular, responsable de comandar la integración fallida neoliberal, tenía que pasar su examen ciudadano. La nota es elocuente: rotundo suspenso, con atisbos de ser irreversible. Más de la mitad de los europeos no fueron a votar y una gran mayoría de votantes fue para aquellas propuestas que cuestionaban ese modelo UE desde una u otra arista. Esa suerte de monopolítica, también llamada bipartidismo, definitivamente perdió en esta cita al mismo tiempo que otras fuerzas políticas surgieron con mucho ímpetu llegando a representar casi el 50 por ciento del total de la Eurocámara. A la victoria de la izquierdosa Syriza en Grecia, o la ultra derecha en Francia, o del ascenso de otras alternativas en Reino Unido o Alemania, se suma una grata sorpresa para el decadente panorama partidocrático en la política en España.
El grito “sí se puede” no es novedoso en política; lo verdaderamente original es que en España hubo 1.245.948 Podemos, esto es, un 7,97 por ciento de votos que declaran poder cambiar la democracia aparente y pactada por unos pocos por otra democracia real que democratice todos los ámbitos de la vida política, social y económica. Esta formación política, Podemos, de sólo cuatro meses de vida, organizada en círculos ciudadanos a lo largo de todo el territorio, con una dinámica regeneradora de la vida política, cuestionando el Pacto por Arriba, Paco de Elites, a la casta dominante de la política y las instituciones, aparece en España con intenciones de quedarse. Esta emergencia además no es a costa del tradicional partido de izquierda en España, que también sumó un millón y medio de votos. La importancia de Podemos no sólo está en los cinco europarlamentarios logrados, sino que lo ha hecho contra corriente de la hegemonía neoliberal mediática, con un relato fresco, sin corset, mostrando mucha empatía con una gran parte del pueblo gracias a su tono sincero, de tolerancia cero frente a la corrupción, frente a la venta de soberanía del Sur a favor del capital del Norte. Este más de millón de votos demuestra que hay mucha voluntad de que Podemos democratizar la economía humanizándola al servicio de todos, auditar la deuda ilegítima, reapropiarse de los sectores estratégicos, garantizar los derechos humanos desde la política pública. A todos esos Podemos, plasmado en su programa electoral, se suma una propuesta que devuelva la democracia a su pueblo para elaborar una nueva Constitución sin tener que pactarla con el franquismo ni con el poder financiero transnacional, mediante una Asamblea Constituyente de puertas abiertas para que estén todos y no solamente un grupo de sabios. Podemos, sólo con 100.000 euros gastados en una campaña donde los grandes gastan cifras astronómicas, con todo en contra, con silencio por parte de las encuestadoras dependientes, supo poner de su lado a muchos ciudadanos a los que les habían robado incluso el anhelo de tener esperanzas. Tras el 15M, Podemos se atrevió a mover ficha para convertir la indignación en cambio político, con entusiasmo. A pesar de la gran victoria, Podemos, por ahora, no ha logrado los objetivos planteados. Así dijo Pablo Iglesias, el profesor universitario y presentador de televisión que lidera este instrumento electoral del nuevo movimiento político; Podemos puede ser el inicio de una nueva etapa política de cara a las próximas elecciones presidenciales el año próximo.
Alfredo Serrano Mancilla, doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Barcelona (España), es director ejecutivo del Centro Estratégico Latinoamericano Geopolítico (CELAG).
Pablo Iglesias: «No me veo como concejal o alcalde, no tengo formación»
El líder de Podemos ha cargado contra quienes le acusan de haber recibido dinero de Venezuela y ha dejado la puerta abierta a una alianza política con IU
EUROPA PRESS | MADRID
El líder de Podemos, el profesor universitario Pablo Iglesias, ha subrayado que de momento la labor de su formación se tiene que centrar en Bruselas y "hacer un trabajo serio" en el Parlamento Europeo y ha admitido que no se plantea presentarse a las elecciones municipales de 2015 ni considera que sea el momento para abordar su presencia en los próximos comicios generales a pesar del éxito que esta formación ha cosechado tras el resultado electoral logrado en las europeas.
"No me imagino como concejal o alcalde, no tengo formación, pero es una cosa que tendrá que discutir la gente", ha señalado el eurodiputado electo en declaraciones a laSexta, al tiempo que ha subrayado igualmente que "tampoco es el momento" de hablar sobre la posibilidad de presentarse a las elecciones generales.
El futuro de Podemos pasa, al menos de manera inmediata, por "estar en Bruselas" y "hacer un trabajo serio", según ha explicado PabloIglesias, que ha dejado abierta la puerta a un posible alianza política con IU. "Si se encuentran espacios de confluencia será un proceso de protagonismo popular. No vamos a ir a cenar a un restaurante dirigentes de uno y de otro. Se acabó la vieja política", ha dicho tajante el líder de Podemos, que ha admitido haber hablado con Willy Meyer aunque no con Cayo Lara.
Ha rechazado también las declaraciones de dirigentes políticos que le comparan con otros partidos populistas europeos, como el Frente Nacional de Marine Le Pen, en Francia. "Quien dice 'primero los de aquí', los que no quieren mezclar, son Le Pen y Rosa Díez. Yo entiendo que Rosa, que lleva bajándose de un coche oficial 30 años, esté preocupada", ha dicho, en referencia a las declaraciones de la líder de UPyD, que le comparaba con la francesa.
Dinero de Venezuela
Igualmente, ha cargado contra quienes le acusan de haber recibido dinero de Venezuela y les ha advertido que denunciará estas calumnias para acabar "con la impunidad medía tica". "Eso demuestra el nerviosismo de los defensores mediáticos de la casta. Nosotros somos honrados, a diferencia de los que lanzan acusaciones", ha dicho.
En la misma línea, también ha rechazado las acusaciones de incoherencia a raíz de su colaboración en la cadena iraní HispanTV, donde tiene un programa. "El director del programa soy yo y ninguna lleva velo. El director de contenidos soy yo y en el programa hemos hablado de los derechos civiles de las mujeres", ha defendido.
Igualmente, ha censurado el bipartidismo, con un PP y un PSOE que "son lo mismo en cuestiones estratégicas", porque "rescataron a los bancos y han votado el 70% de las cosas juntas en el Parlamento". "Se parecen demasiado, aunque esa homofobia que encontramos en los dirigentes del PP no la encontramos en los del PSOE", ha dicho Iglesias, que ha defendido que "hay que acabar con el secretismo a la hora de hacer política, con las reuniones en reservados de restaurantes donde se toman decisiones al margen de los ciudadanos".
Proyecto aplicable y riguroso
Frente a estas opciones, el líder de Podemos ha defendido la viabilidad del proyecto que encabeza. "Hemos trabajado con muchos profesores universitarios en nuestro programa, queremos hacer algo que sea aplicable y riguroso, sin entrar en etiquetas", ha dicho PabloIglesias, quien ha citado entre las primeras medidas que pondría en marca la formación una auditoría pública de la deuda pública, una reforma fiscal "para que paguen los ricos, pues hay un 23% del PIB que es fraude fiscal que corresponde a las grandes fortunas" o medidas para acabar con los paraísos fiscales, "porque el estado tiene menos dinero para invertir" por culpa del fraude.
En una línea similar, ha reiterado su defensa de la nacionalización de algunas empresas cuando estas lleven prácticas oligopólicas "para garantizar que ningún ciudadano se quede sin luz ni calefacción". "Esto no es una cosa de derechas ni de izquierdas sino algo que viene en la Constitución", dice Iglesias, que critica que "ni PP ni PSOE lo cambian porque luego tienen a sus ministros en las consejos de administración de eléctricas".
En este sentido, ha apostado por regular la entrada de los políticos en la empresa privada para evitar las "puertas giratorias en las empresas estratégicas" y ha criticado que un miembro de un Gobierno pueda entrar en un consejo de administración de una empresa a la que ha favorecido. "¿Por qué fichan a Aznar? ¿Por qué es un genio de las finanzas? Porque les ayudó cuando estaba en el Gobierno", ha finalizado.
Justo debajo del logo, la página web de Podemos invoca su imponente resultado electoral: 1.245.948 votos y cinco escaños en el Parlamento europeo. El movimiento fundado por Pablo Iglesias y un grupo de profesores universitarios de Madrid suma ya más de 400 círculos —las asambleas de barrios y ciudades que estructuran la organización— que han llegado a Zurich o Edimburgo. De esas asambleas sectoriales surgió un grupo de 24 personas apadrinado por el círculo de enfermería, frente al que la lista presentada por el rostro más visible del partido conquistó en la consulta por Internet celebrada en los últimos dos días un 86,8% de los votos, frente al 10,34% de su alternativa. Será entonces la lista del profesor de Ciencia Política la que coordine la asamblea constituyente del partido en otoño.
Podemos dispone de un espacio mediático ganado a fuerza de muchas tertulias del omnipresente Iglesias para airear sus proclamas contra las élites políticas y económicas que los portavoces del partido denominan “casta”. Las encuestas pronostican que la formación sigue comiendo espacio a los partidos tradicionales. Y a la sede de la organización llegan cada semana centenares de adhesiones y donativos económicos.
Pero el modelo de Podemos sigue por definir. Es una página en blanco donde ni las estructuras, ni la organización territorial ni la dirección están perfiladas. Mucho menos, la política de alianzas ante futuros comicios. Y la primera decisión para empezar a edificar el futuro ha incendiado la organización y enfrentado a las bases con sus creadores. El anuncio de Pablo Iglesias de poner en marcha unas elecciones para designar al equipo que diseñará la asamblea de otoño —donde se decidirá todo— provocó un gran malestar en los círculos, expresado en una tumultuosa reunión celebrada en Madrid el pasado domingo. Las bases acusaron ese día a los promotores de Podemos de predicar una filosofía y practicar la contraria, sobre todo al ver programada una elección a través de listas cerradas que no se consultó a los simpatizantes. El escaso plazo (de seis días) que la organización dio para presentar una lista alternativa a la de Iglesias y su equipo solo empeoró las cosas.
La tensión fue tal en la reunión de círculos que uno de los padres del movimiento, Juan Carlos Monedero, alertó en ese local en Madrid, la cuna de la organización, sobre el riesgo de ruptura de Podemos. En aquel semisótano de Legazpi avirtió ante un centenar de simpatizantes que tal vez estén conviviendo en el partido “modelos incompatibles”. Monedero fue más lejos y acusó a esas asambleas (que operan sin censos ni órganos de control) de no ser democráticas. Una reunión similar en Málaga el sábado replicó el diagnóstico: la oposición generalizada de las bases a la nueva deriva de Podemos.
De fondo está el debate sobre el modelo de la organización y el papel de los círculos en las decisiones. Los ideólogos de Podemos rechazan ir a un sistema de delegados (representantes de los círculos) que los equipare “a un partido viejo” y piden abrir cauces de participación a través de Internet para evitar que el poder lo monopolicen aquellos con más tiempo libre para acudir a las asambleas. Enfrente, una amplia mayoría de los círculos de Madrid y otras ciudades temen que las decisiones empiecen a llegar impuestas desde arriba, como en esos partidos a los que pretenden combatir.
En la elección interna celebrada durante los dos últimos días pudo votar cualquier ciudadano a través de una página web que ya sirvió de soporte para elegir a los candidatos de las europeas. Bastaba con facilitar un teléfono móvil y ser mayor de 16 años. A última hora, frente al equipo de Pablo Iglesias concurrió un grupo de 24 personas apadrinado por el círculo de enfermería, una de las asambleas sectoriales de Podemos.
Los resultados se han conocido esta mañana y dan el triunfo amplio al núcleo de Iglesias, la cara visible del movimiento, flanqueado en la lista de 25 por personas de su máxima confianza como Luis Alegre, que integró desde el principio su proyecto y será el coordinador del equipo que pilote la asamblea Sí, se puede, el nacimiento de Podemos. El grupo de trabajo —los padres de la organización insisten en llamarle gabinete técnico y niegan que se trate de una dirección política— recibirá el encargo de ordenar ese cónclave para estructurar la organización, dotarla de una dirección y unos órganos de control para afrontar retos inminentes como las elecciones municipales y autonómicas de la próxima primavera y en las que Podemos aspira a tocar poder.
La tarea arranca hoy con una reunión abierta (una especie de multitudinaria tormenta de ideas) a todos los simpatizantes convocada el pasado abril —cuando ni siquiera los más optimistas soñaban con semejante representación en las europeas— para repensar el futuro del movimiento. Desde entonces, el ejército de Podemos se ha multiplicado, lo que a la vez complica la logística del encuentro. Finalmente, será en la Universidad Complutense de Madrid, un lugar simbólico puesto que ahí nació la idea de un grupo de profesores bregados en los movimientos sociales con extrema habilidad para el marketing y la comunicación política, que ya se significaron en el movimiento 15-M.
De aquella experiencia es de la que tratan de aprender ahora para no repetir errores. El riesgo lo advirtió también Monedero en la reunión de Legazpi: “Puede pasar que, como entonces, seamos profundamente democráticos pero también profundamente inoperativos”. Los líderes del movimiento huyen de la utopía y repiten que Podemos llega para cambiar las cosas. Y que eso se hace gobernando. Algunos sondeos pronostican que subidos a la ola de la indignación ciudadana pueden acabar mandando en importantes instituciones. De momento en el partido cabe casi todo: para montar un círculo basta una reunión de vecinos en un barrio y la comunicación vía correo electrónico a sus promotores. Durante las primeras semanas las caras más visibles del proyecto (Iglesias, Monedero y Alegre, entre otros) fueron apadrinando asambleas pero el éxito ha desbordado a la organización, que ya no puede estar en cada grupo que nace. Eso propicia por ejemplo que haya emergido un círculo de terapias naturales que pide financiar estos tratamientos desde la sanidad pública y polemizó durante el pasado fin de semana en las redes con otros grupos del partido.
La aspiración de Podemos de ampliar su base social en busca de mayorías ha ido integrando a movimientos heterogéneos apiñados en torno a un programa de mínimos. Su discurso de “radicalidad democrática, contra los desahucios y los privilegios de los bancos” sigue sumando adeptos cada día. Los portavoces de la formación no piden carnés y ni siquiera se autodenominan de izquierdas, sino que proponen un cambio de paradigma a la hora de analizar la política española: en lugar del eje izquierda-derecha proponen contraponer las élites a los ciudadanos. Esa deliberada ambigüedad ha llevado a Podemos a posicionarse con el derecho a decidir en el debate sobre la forma de la jefatura de Estado sin decantarse entre república o monarquía. Aunque la mayoría de sus simpatizantes preferiría una república, los padres intelectuales del movimiento piden evitar los posicionamientos que puedan alejar a potenciales votantes. La filosofía del modelo de crecimiento de Podemos lo defendió el profesor y politólogo Juan Carlos Monedero, uno de sus padres intelectuales, en la reunión de Madrid del pasado domingo, cuando se debatía una propuesta para sumarse a un referéndum simbólico de algunas organizaciones republicanas. “Tenemos posibilidad de gobernar en sitios, somos la tercera fuerza, vamos a sumar a la gente y no a asustarla”.