¿Qué ha pasado en Brasil 2014, una vez transcurrida la mitad de los 64 juegos que establece el calendario? ¿Va siendo un buen Mundial, o será que a estas alturas del fútbol ya nos complacemos con la menor oferta?
Cada cual podrá tener sus argumentos para justipreciar la cita. Particularmente, en virtud de que considero el fútbol –como ningún otro deporte- un acontecimiento emocional y estético, me agrada lo que viene sucediendo.
Lunares hay, es obvio. Digamos, los árbitros, que han asumido roles protagónicos desde el partido inaugural, cuando aquel japonés se creyó el cuento de Fred y decretó un disparo desde los 11 metros.
Igual pasó con México y los dos goles anulados a Gio dos Santos, o con los dos claros penales que le han escamoteado a Costa Rica frente a Uruguay e Italia. Yerros ha habido varios, y unos cuantos han pesado decisivamente en el score definitivo.
¿Qué más? Supongo que también sea para lamentar el bajo nivel enseñado por España en su defensa del trono, o la previsible ausencia de jogo bonito en Brasil, la mediocridad insoportable de Argentina en zona de creación, o el discreto Mundial que ha jugado Cristiano en sus primeros dos encuentros.
De eso y de otras cosas podemos lamentarnos. Pero lo que nadie podrá señalarle a Brasil 2014 es indiferencia en cuestiones ofensivas. Ha sido un evento de sobrada intención atacante, y eso, en tiempos de entrenadores de manual, se agradece como un trámite expedito.
Cumplidas las dos rondas iniciales de la fase de grupos, se han marcado 94 goles, a razón de 2,94 por partido. Sin emular con los maravillosos dígitos de antaño –en el fútbol, también, cualquier tiempo pasado fue mejor-, lo cierto es que el promedio supera por mucho a los establecidos para este tramo de contienda desde la aparición del formato de 32 equipos. Esto es, 2,5 en 1998 y 2002, 2,44 en 2006 y 2,09 en 2010.
Definitivamente, ha habido más voluntad de irse al frente de batalla, y el enemigo no la ha repelido con la misma violencia de antes. Por ejemplo, hace cuatro años la media de tarjetas amarillas era de 3,8 por choque, y ahora anda por 2,7. Enhorabuena.
Quedémonos en las estadísticas. Dice la FIFA que ahora se hacen más pases por match que en Sudáfrica 2010 (387 por 353), pero el tiempo real de juego ha descendido de 69.8 minutos a 55.3. Y si revisamos los logros por equipos, Holanda es el que más ha anotado (8 veces), Francia ataca por encima del resto (7 dianas, 9 tiros bloqueados por la defensa, 10 paradas de portero, 16 cañonazos fuera de los tres palos), y Colombia se defiende como nadie (49 tackles, 9 bloqueos, 8 paradas). El único equipo sin amonestaciones es Alemania, y Argentina ha emprendido más ataques que el resto (129).
¿Y quién exhibe más efectividad y frecuencia de pases? Pues la disminuida España, que realizó 1145 toques en dos juegos -86 de ellos en largo- y completó de manera adecuada el 83 por ciento. Sin embargo, La Roja no intervino en el duelo con más pases en lo que va de campeonato, dirimido entre Italia e Inglaterra con 1223 acciones de ese tipo. Casualmente, ese ha sido a mi juicio el mejor desafío de la Copa.
Hablemos de individualidades. El Índice Castrol* –muy de moda para calcular el rendimiento- favorece actualmente al germano Thomas Müller (9.75), escoltado por el iraní Mehrdad Pooladi (9.7), el estadounidense Geoff Cameron (9.64), el brasileño David Luiz (9.6) y el británico Phil Jagielka (9.56).
De momento, el desempate en la lucha por el Pichichi le corresponde al francés Karim Benzema (3 goles, 15 tiros a puerta), el marfileño Serge Aurier ha recorrido 19,342 kilómetros, el italiano Daniele de Rossi ha pasado en 202 oportunidades, y el meta nigeriano Vincent Enyeama no ha soportado anotaciones, con 8 evitadas.
Eso dicen los números, que son veleidosos y mañana pueden apuntar en otra dirección. Ahora mismo estamos viendo un magnífico Mundial, y ojalá que la apuesta por crear siga excediendo la intención de destruir. Ojalá que planteles como Colombia, Chile, Alemania, Holanda, Ghana, Francia y Costa Rica, encuentren recompensa suficiente a sus esfuerzos por regalarnos alegrías.
Leyenda
* El Índice Castrol usa fórmulas matemáticas que evalúan la actuación de cada jugador en orden a sus acciones individuales destinadas a asistir o prevenir goles. El sistema toma en cuenta la fuerza de la oposición y el tiempo del juego en que las acciones del futbolista ocurrieron.