David Ferrer, el número siete mundial, sufrió su derrota más temprana en un torneo del Grand Slam desde 2010: a los 32 años, cedió 7-6, 0-6, 6-3, 3-6 y 2-6 ante el ruso Kuznetsov, el número 118, que llegó a propinarle un 0-7 entre el segundo y el tercer set, además de un total de 77 ganadores. El español, que defendía los cuartos de final que alcanzó en 2013, no caía con un tenista de un ranking tan bajo en los torneos de la máxima categoría desde el Abierto de EE UU 2008 (Nishikori, entonces el número 126) y había alcanzado como mínimo la ronda de octavos en las 16 últimas citas grandes. Para Kuznetsov fue su primera victoria contra un tenista del top-10. Para Ferrer, una derrota que ahonda los sinsabores de un año de lo más complicado, que empezó con cambio de técnico (de Javier Piles a José Altur) y que ahora vivirá defendiendo su puesto en la elite de los diez mejores, en riesgo tras su derrota de Londres.
Para Kuznetsov es su primera victoria contra un tenista del top-10
Fino como una loncha de jamón tras seguir entrenándose mientras sufría problemas estomacales en los días previos al torneo, Ferrer peleó desde el oficio y la veteranía. Ganó la primera manga, que debió ser de su contrario, tras negar cuatro puntos de set y sobrevivir a nueve deuces con 4-5. La dinámica del encuentro, sin embargo, ya le era desfavorable. Kuznetsov, de ganador en ganador con su drive portentoso, todo un latigazo, desarboló por completo sus defensas. El español vivió el duelo a la defensiva y besó el piso con frecuencia, de resbalón en resbalón, incapaz de plantar los pies con la solidez necesaria para lanzar sus contraataques. Pese a su espíritu competitivo, le faltó rapidez de reacción, velocidad en el saque y argumentos con los que emborronar la partitura de un tenista inspiradísimo. El número siete tuvo bolas de break para adelantarse en la cuarta y la quinta manga. No las convirtió y el partido se le escurrió entre los dedos al ritmo de los pelotazos de Kuznetsov, todo un pegador. El ruso, de gestos rapidísimos, firmó algunos puntos antológicos y no se dejó intimidar por la fama de su contrario, el pitbull, que le dicen en el vestuario.
"Me metía gol cada vez", reconoció el número siete, asombrado por la facilidad de su rival para lograr ganadores. "Me sorprendió. Hizo muchos. En los momentos importantes, fue mejor que yo. Estoy triste. Es una decepción. En todo momento ha aguantado el ritmo, era él quien llevaba la iniciativa, ha sido mejor que yo en todos los aspectos".
Mientras el alicantino se despedía, Roberto Bautista derrotaba 7-5, 4-6, 6-2 y 6-2 a Hernych y se citaba en la lucha por los octavos contra el local Andy Murray, que en la pista uno se deshizo 6-1, 6-1 y 6-0 de Rola.
“Antes del torneo de Madrid”, dijo Murray; “me entrené mucho con él en Valencia. Es un muy buen jugador. La semana pasada ganó un torneo sobre hierba en Holanda. No juega como muchos de los españoles. Tira muy plano. Sin casi efecto. El césped se adapta muy bien a su estilo. Está mejorando constantemente. Está entre los 20 mejores del mundo. Es un salto de nivel [con respecto a Rola], eso seguro”.