Para derrotar a sus fantasmas y remontar en primera ronda de Wimbledon al eslovaco Martin Klizan (4-6, 6-3, 6-3 y 6-3), Rafael Nadal tiene que desterrar todos los miedos, tomar todos los riesgos y coger el encuentro por los cuernos. El número uno, que sumaba cuatro derrotas en sus últimos cinco partidos sobre hierba y había perdido en su debut de 2013, compite jugando sin pensar en sus maltrechas rodillas, pegando sin darle tregua a la espalda y corriendo sin temer un resbalón que le deje por los suelos. “Mentalmente he estado con las ganas, la pasión y la ilusión que en los dos últimos años no tuve porque me veía incapacitado físicamente”, dice luego sobre la remontada. Así, dispuesto a romperse antes que a perder por miedo a quedar roto, el campeón de 14 grandes consigue pasar ronda pese a que Klizan se procura la friolera de 13 puntos de break(convirtió tres) y le deja boquiabierto de resto ganador en resto ganador (41% de puntos conseguidos con el segundo saque), todo un aviso sobre dónde pondrá la diana Lukas Rosol, que le espera en segunda ronda, justo donde le ganó al español en 2012.
Hay que buscar una solución para que no le puedan atacar
Toni Nadal
“El primer resto ya fue una bomba de drive. Fue sobre un segundo servicio a 90 [millas, unos 144 kilómetros por hora]… y pataplam. Pensé: ‘¡Pues vaya!”, describe gráficamente el inicio del partido Toni Nadal, tío y entrenador del español. “Hoy en día la gente está muy dispuesta a jugarse el resto muy rápido”, subraya. “Basta ver las estadísticas de los puntos ganados sobre segundos saques. Se meten mucho [en la pista]. Estás con el agua al cuello. Contra Klizan, el segundo saque no fue lo suficientemente bien. Rosol también está dispuesto a jugar al límite. Eso te deja en manos del azar. Nos ha tocado un cuadro de gente dispuesta a pegarle muy rápido”.
En el jardín del tenis de ataque, Nadal vuelve a sobrevivir utilizando la receta que le ha llevado hasta las 700 victorias, que celebró ayer. Klizan se quedó escupiendo demonios tras ver cómo su contrario sumaba varios puntos catárticos con maniobras imposibles, dos veces, además, tras caerse y levantarse sobre la hierba. Recuperado el intangible de la épica y el corazón, ausentes los dos últimos cursos en Londres, Nadal busca ahora cómo mejorar su segundo servicio. Igual que en los días previos al torneo se le vio colocar botes de pelotas en la pista para practicar la dirección, ahora el mallorquín buscará respuestas técnicas. “Hay que buscar una solución para que no le puedan atacar: que la bola patine un poco más, sirviendo más cortado, y sacar un pelín más variado”, resume Toni.
Enfrente espera Rosol, un tenista temible en hierba, que además ya sabe lo que es ganar a Nadal en la catedral. Aquella noche de 2012, el checo pareció desconcertar al español con sus bailecitos entre saque y saque, sus gestos en los cambios de lado y su lengua chispeante. ¿Ocurrió eso o fue solo la imaginación de quienes lo vieron? Sonrió Nadal, y dijo: “El tenis es un deporte de respeto a tu rival. Ahí lo digo todo. Ahí acabo”.