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General: EL CAPÍTULO FINAL DE LA EXTREMA DERECHA EN COLOMBIA ?
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من: Ruben1919  (الرسالة الأصلية) مبعوث: 23/05/2014 22:11
¿El capítulo final de la extrema derecha?

La extrema derecha puede estar al borde de un puntillazo final en los próximos comicios electorales y en los estrados judiciales.

Por: Juan Gabriel Gomez Albarello
 
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    http://www.elespectador.com/noticias/politica/el-capitulo-final-de-extrema-derecha-articulo-494147
    http://tinyurl.com/o3o36w6
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 Aunque no le vaya muy bien en la primera vuelta, creo que es probable que Juan Manuel Santos gane las elecciones en la segunda. En ese escenario, sería probable también que prosperaran las investigaciones judiciales contra Álvaro Uribe y contra Oscar Iván Zuluaga. En tal caso, el proceso de paz podría quedar a salvo de sus enemigos más pertinaces.

La segunda vuelta entre Juan Manuel Santos y Oscar Iván Zuluaga se va a parecer mucho a la segunda vuelta entre Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen. En el 2002, la izquierda francesa se presentó a las elecciones atomizada y con candidatos deslucidos. Contra todo pronóstico, Le Pen, el candidato de la extrema derecha francesa, les sacó ventaja a todos ellos y pasó a la siguiente ronda a enfrentarse con el Presidente-candidato Jacques Chirac. Aterrada por un posible triunfo de Le Pen, la izquierda y también la derecha concurrieron en masa a votar contra Le Pen. El resultado fue contundente: Chirac obtuvo cuatro veces más votos en la segunda vuelta que en la primera.

Ciertamente, Santos no es Chirac y Colombia no es Francia. Este país sigue derechizado y hay un sector considerable de la población bastante sensible a la retórica extremista de Uribe. Santos, además, tiene muy pocas realizaciones para mostrar y las que tiene, lo hacen mal candidato. Sólo bastaría mencionar, en relación con las primeras, la fallida reforma a la educación, la fallida reforma a la justicia, la pendiente reforma a la salud y la situación del agro. En relación con las segundas, uno puede decir de la inequitativa reforma tributaria y de la locomotora minera que son más males que bienes. Por todo esto yo votaré en blanco en la primera vuelta.

Sin embargo, considero que Santos es mucho mejor que Zuluaga, razón por la cual votaré por el Presidente-candidato en la segunda vuelta. Si el proceso de negociación con las FARC continúa al paso que va y si fructifica una negociación con el ELN, entonces es posible que el país supere por fin el conflicto armado que lo ha dividido y azotado durante tantos años.

No sólo yo pienso así. Antiguos uribistas han tomado distancia de un expresidente que con mucha frecuencia se deja ver como un líder energúmeno y falaz. Por esta razón, aunque a Uribe se le puede atribuir buena parte del éxito de Zuluaga, en la segunda vuelta también se le atribuirá buena parte de su desgracia.

Desde luego, Zuluaga ha ayudado él mismo a su ascenso y también ayudará su caída. Mientras Santos se rehusó a debatir, Zuluaga concurrió con los demás candidatos a los escenarios de debate a defender su programa. Ahora, sin embargo, lo que Zuluaga tiene que defender es su persona: tiene que defenderse de decir mentiras y, si las pruebas reveladas se validan, de haber participado de una conspiración para enlodar la campaña de su rival basada en el uso de información reservada.

Con una victoria de Santos, la Fiscalía y los tribunales tendrán un gran respaldo político para llevar a juicio a Uribe y a Zuluaga. Convertida la segunda vuelta en un plebiscito por la paz, el poder judicial puede asumir la tarea de procesar a quienes conspiran contra la negociación y contra las instituciones. No irán a la picota por sus convicciones sino por maniobras que a todas luces tienen un cariz mañoso y fraudulento.

No abogo aquí por un uso político de la justicia. No por retórica sino por convicción creo que Uribe y Zuluaga merecen un trato imparcial. Mas creo que la evidencia que está en el dominio público está toda en su contra y que con ella, en cualquier país decente, saldrían condenados. Creo también que la justicia necesita respaldo político para imponer sanciones a personas poderosas, lo cual es distinto de abogar por un uso político de la justicia.

Pienso que Santos no puede vacilar. Ha soportado incólume los torpedos del Procurador al proceso de paz porque éste ha sabido mantenerse dentro de la ley o por lo menos ha sabido guardar bien las apariencias. En cambio, Uribe y Zuluaga han demostrado que no escatimarán recurso alguno para minar todo intento de negociación. Por tanto, a Santos no le puede temblar la mano para respaldar la acción de la Fiscalía ni la de los tribunales. Estos deben, a su vez, garantizar la más plena transparencia y objetividad, lo cual quedaría patente si las investigaciones relativas a hechos denunciados por Uribe se adelantan con el mismo juicio.
En caso de que no hubiese investigación ni sanción judicial, no sólo Santos tendría que seguir lidiando con enemigos declarados de la paz. Los ciudadanos también tendríamos que hacerlo con gentes que, como Uribe y Zuluaga, creen que el Estado de Opinión está por encima del Estado de Derecho.

Es bueno retomar aquí la tesis según la cual Uribe y Zuluaga son al proceso de paz en Colombia lo que Roberto D'Aubuisson fue al proceso de paz en El Salvador: sus enemigos declarados. Por tanto, no hay posibilidad de integrarlos al proceso de reconciliación. La forma en la cual Uribe y Zuluaga se han ido lanza en ristre contra su opositor y contra el proceso de paz, creo yo, le quita sustento a la tesis de León Valencia según la cual Uribe tenía que ser integrado como interlocutor.

Valga la pena recordar que D'Aubuisson fue el fundador del partido político del Presidente que negoció con el FMLN. Alfredo Cristiani representaba el ala moderada y modernizante de ARENA. Para firmar la paz con el FMLN, Cristiani excluyó a su ala más radical: la de Roberto D'Aubuisson. De acuerdo con un documento de la CIA desclasificado en 1993, allegados de D'Aubuisson estaban involucrados en un complot para matar a Cristiani y detener de ese modo el proceso de paz.

Uribe y Zuluaga no han llegado tan lejos, pero lo que se le atribuye ya es bastante grave. Ellos, empero, quieren presentarse como víctimas del mismo tipo de campaña que han desplegado contra su rival. Zuluaga, además, quiere hacernos creer que no está en contra del proceso de negociación sino de las condiciones en las cuales se realiza. Como lo ha dejado ver en sus entrevistas, si Zuluaga llegara la Presidencia le formuluaría a las FARC demandas que de antemano esta guerrilla rechazaría.

En todo ello hay una gran maniobra de ocultación de sus intenciones y de distorsión de los hechos. Se trata de las mismas maniobras que Uribe desplegó como Presidente y que ha desplegado como político activo después de dejar la Presidencia. No sobra insistir en el hecho de que la campaña de Uribe y Zuluaga, que involucra el uso de información reservada, tiene todos los visos de una conspiración contra las instituciones con ayuda de gente dentro de esas mismas instituciones. No podemos soslayar la forma en la cual el expresidente Uribe intentó sabotear las negociaciones de paz filtrando las coordenadas de la ubicación de varios guerrilleros que serían transportados a La Habana, hechos por los cuales ya fue denunciado ante la Fiscalía.

A este respecto, deberíamos tomar en cuenta la extraordinaria continuidad de los métodos atribuidos al Presidente Uribe y los atribuidos a su candidato a la Presidencia: chuzadas cuando estaban en el gobierno y chuzadas para llegar al gobierno. Todo lo cual no hace sino confirmar la convicción de quienes pensamos que la paz y la estabilidad institucional precisan de un remedio radical: del ostracismo de estos falaces y energúmenos líderes de la extrema derecha.

La sanción penal genera inhabilidades y, por lo tanto, es en la práctica equivalente a la sanción ateniense contra los poderosos que pudieran desequilibrar la democracia. Si esa sanción llega a prosperar, Uribe y Zuluaga probablemente se irían del país y asumirían desde su exilio el carácter de perseguidos y de mártires, como lo ha tratado de hacer sin éxito Luis Carlos Restrepo. Sin embargo, con una comunidad internacional volcada a favor de la paz, no encontrarían muchos lugares donde su vehemencia tuviese resonancia.

Sin duda, durante un tiempo seguirían teniendo eco entre sus áulicos y acólitos, varios de ellos con voto en el Senado y en la Cámara. Mas podría suceder que a estos se les redujera tanto el espacio político que tuvieran que moderarse y que lo hicieran tanto como para que la extrema derecha dejase de ser extrema.

Ese posible cambio dependería, en todo caso, de varios factores, incluidas las decisiones que se tomen en La Habana en las negociaciones con la guerrilla y de las decisiones que se tomen en Bogotá, donde está la sede del gobierno. Aquí es oportuno señalar que el ostracismo de los líderes más recalcitrantes de la extrema derecha precisa de un correspondiente ostracismo de aquellos de la extrema izquierda gravemente comprometidos en la planeación y comisión de crímenes atroces.

En un reciente artículo, Marta Ruiz llamó la atención sobre la detención de Gerry Adams, líder del Sinn Féin, uno de los arquitectos de la paz en Irlanda del Norte. Lo que hizo Ruiz en su columna fue poner en la palestra el entusiasmo de quienes creen que se puede hacer la paz haciendo caso omiso de los efectos que el conflicto armado ha tenido sobre las víctimas. En ese mismo texto, Ruiz recordó el carácter ejemplar de Joaquín Villalobos, antiguo líder del FMLN, quien aceptó la sanción de la Comisión de la Verdad de mantenerse excluido de la actividad política salvadoreña durante veinte años. A renglón seguido, Ruiz destacó que esto “no impidió que otros miembros del FMLN ocuparan cargos y curules y que ese movimiento llegara a la presidencia este año por segunda vez consecutiva, ahora en cabeza de un exguerrillero.”

Creo que es improbable que con sus actuales tesis las FARC o el ELN lleguen alguna vez al poder por la vía democrática. No obstante, la promesa del proceso de paz es esa: que tengan el espacio político en el cual puedan presentarse ante la ciudadanía como una alternativa política viable. Para ser alternativa, sin embargo, los líderes guerrilleros deberían seguir el ejemplo de Villalobos y darle paso a figuras que no tengan las manos tan sucias y tan manchadas.

Las encuestas de opinión son claras en mostrar una tendencia consolidada de apoyo al proceso de paz y, simultáneamente, de rechazo a que los líderes guerrilleros tengan asiento en el Congreso. Ese rechazo es la respuesta contundente a la arrogancia guerrillera en lo que concierne a la responsabilidad que les cabe por la crueldad con la que han actuado en muchas ocasiones. En este contexto, si el Presidente Santos se le midiera a arrinconar a la extrema derecha, porque eso le daría al país paz y estabilidad institucional, también tendría que ser bastante riguroso con la extrema izquierda. Creo que este país no aceptaría menos.

 


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من: Ruben1919 مبعوث: 29/05/2014 20:03

Colombia: en juego la paz o la guerra en América Latina

29 mayo 2014 | +

La segunda vuelta de las elecciones presidenciales colombianas el 15 de junio tendrá una excepcional trascendencia para América Latina y el Caribe.

Si lograra imponerse el candidato uribista Oscar Iván Zuluaga, cuya campaña de guerra sucia dirigió Uribe, volaría el proceso de paz en La Habana entre las FARC y el gobierno colombiano y el país se precipitaría a una sangrienta intensificación de las hostilidades con esta guerrilla y la del ELN.

Zuluaga basó su campaña en la mano dura contra la guerrilla y declaró al día siguiente de su victoria en primera vuelta que suspendería “provisionalmente” las pláticas de paz en La Habana hasta que las FARC, a las que define como “el mayor cartel del narcotráfico en el mundo”, acepten un cese al fuego unilateral y otras condiciones onerosas. Esto equivale a pedir a la guerrilla que se rinda incondicionalmente, lo que pondría fin al prometedor proceso de paz.
Respecto a Venezuela, Zuluaga afirma que es “una dictadura” y que con él en la presidencia no podría seguir como garante del proceso de La Habana pues debe aplicársele la Carta Democrática de la OEA.

Es evidente que Uribe, apoyado por sus numerosos y belicosos seguidores de extrema derecha, echará toda la carne al asador para sentar a Zuluaga en el palacio de Nariño y empujarlo a la guerra contra Venezuela y eventualmente contra Ecuador y Nicaragua. No se olvide que en esas andaba cuando el sector de la oligarquía tradicional, representado por el hoy presidente Juan Manuel Santos le cerró el paso a sus intentos de reelección. Una vez en la presidencia, Santos se reunió con Chávez, pusieron a un lado sus grandes diferencias ideológicas y normalizaron y estrecharon las relaciones bilaterales, rotas por Uribe, cuya fluidez ha continuado con Maduro. Santos se insertó sin dificultades en los mecanismos de Unasur.

En cambio Uribe representa al sector oligárquico más subordinado a Estados Unidos, revanchista y vinculada con los sectores ultraderechistas de ese país, entre ellos la contrarrevolución cubana de Miami. El ex presidente viene de los sectores lumpen-burgueses surgidos de los negocios con el narcotráfico y el paramilitarismo y, es sin duda, el caudillo por excelencia de la derecha latinoamericana más sumisa a Washington.

Una guerra regional fratricida como la que sueñan Uribe y sus aliados en Estados Unidos liquidaría los avances conseguidos por nuestros pueblos después de la elección de Chávez a la presidencia de Venezuela(1998) en materia de independencia económica y política, autodeterminación y reconquista en varios países de muchos de los derechos sociales y bienes privatizados por el neoliberalismo.

Con la presidencia de Colombia a su disposición, Uribe intentará atraer a México y Perú a posiciones más derechistas, neutralizar los proyectos trasformadores de Bachelet en Chile y hacer cumplir a la Alianza del Pacífico el papel designado por Washington de Caballo de Troya contra los países del Alba, Unasur y la Celac.

Por el contrario, la reelección de Santos significaría la continuación del proceso de paz, una mayor inserción de Colombia en los mecanismos de unidad latino-caribeña, un mayor acercamiento a los gobiernos que abogan por ella y la continuación de una política mucho más respetuosa de los derechos humanos que la de los gobiernos de Uribe, como reconocen voceros de la izquierda colombiana de la alianza UP-Polo Democrático. Sin embargo, el apoyo de sus dos millones de votos para el presidente candidato aún espera por debates en curso. Sí apoyarán a Santos muy activamente los partidarios del alcalde Progresista de Bogotá Gustavo Petro, la izquierda del Partido Liberal y un número indeterminado de legisladores del Partido Conservador que están por la paz, aunque su candidata Marta Ramírez(2 millones de votos), cercana a Uribe, apoya a Zuluaga. Tampoco es seguro aún el respaldo a Santos del candidato “verde” Enrique Peñaloza.

Santos, superado por Zuluaga en primera ronda por casi medio millón de sufragios no tiene ninguna seguridad de ganar en segunda vuelta a menos que afine muy bien su estrategia, continúe sumando aliados y realice junto a estos un esfuerzo supremo.

En un contexto de 60 por ciento de abstención en primera vuelta, los votos de la izquierda y los partidarios de la paz pueden ser los decisivos para cerrar el paso a Uribe. Pero hay que convencer a esos votantes de la necesidad imperiosa de hacerlo por más reservas que guarden hacia Santos y sus políticas neoliberales.

Twitter: @aguerraguerra
(Tomado de La Jornada)


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من: Ruben1919 مبعوث: 02/07/2014 08:49
 OIT DESCALIFICA AL GOBIERNO NACIONAL EN MATERIA LABORAL

Bogotá, 4 de junio de 2014. 

En el marco de la 103 Conferencia Internacional de la OIT, en Ginebra, Suiza, el pasado 3 de junio, la Comisión de Aplicación de Normas examinó el caso de Colombia por el Convenio 81 (Inspección del Trabajo), tras haber sido incluido el gobierno colombiano en la lista de 25 países que deben rendir informe ante esta Comisión.

En la sesión se pronunciaron los presidentes de las centrales sindicales de Colombia: CUT, CGT y CTC, quienes recibieron el apoyo de la CUT Brasil; la AFL-CIO de Estados Unidos; la UGT de España y la ISP.

Colombia fue llamada por el incumplimiento al Convenio 81 porque en el sistema de inspección del trabajo hay un escaso número de inspectores (1 por cada 45 mil trabajadores),  son vinculados sin estabilidad laboral y están sujetos a las decisiones de empleadores y gobierno, no cuentan con recursos para hacer verdaderas inspecciones, imponen un número mínimo de sanciones ante los múltiples casos de violaciones y las sanciones económicas no se hacen efectivas.

“Todas estas circunstancias incluyendo pocas sanciones a las violaciones a la libertad sindical,  repercuten en que en Colombia haya unos mínimos índices de sindicalización colectiva, persista la tercerización laboral y reine la informalidad en el empleo”, aseguró Luis Alejandro Pedraza, presidente de la CUT y representante de la Central en la Conferencia de la OIT.

Al concluir el próximo 12 de junio, la 103 Conferencia, la OIT hará perentorias recomendaciones al gobierno colombiano, que incluyen las propuestas presentadas por el grupo de trabajadores como la ratificación de la parte II del Convenio relativa a la inspección del trabajo en establecimientos comerciales, así como el convenio 176 (seguridad y salud en la minas), la expedición de un nuevo decreto previo proceso de consulta en la Comisión Nacional de Concertación de Políticas Salariales y Laborales, que contemple mecanismos efectivos para la inspección y vigilancia de todas las formas de tercerización laboral ilegal  y la construcción de un proyecto de ley para reformar la legislación relativa a la inspección del trabajo atendiendo las observaciones de la Comisión de Expertos plasmadas en los informes de 2011 y 2014.

“El movimiento sindical colombiano ha venido insistiendo desde hace muchos años, especialmente durante los gobiernos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, en la permanente violación de los derechos laborales y sindicales  de los trabajadores. Por fin la OIT hoy  acoge las denuncias de los trabajadores”, aseguró el líder sindical.

Mayores informes: presidencia@cut.org.co



 
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