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General: Papa Francisco está cumpliendo ... duro contra pederastas y cómplices
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 28/09/2014 13:46 |
Francisco lanza su campaña contra pederastas y cómplices en la Iglesia
El Papa ya advirtió de que con los abusos no permitiría privilegios ni "hijos de papá"
En el Vaticano, cada acción e incluso cada gesto, por banal que pueda parecer, incluye además un mensaje, un aviso para navegantes más o menos subliminal. Y la decisión sin precedentes del papa Francisco de ordenar la detención –a la luz del día y aireando los graves cargos en su contra-- del exarzobispo polaco Josef Wesolowsky, acusado de abusos sexuales a menores mientras fue nuncio en la República Dominicana, incluye dos serias advertencias a los sectores más retrógrados de la Curia, los mismos que ahora se atrincheran para impedir cualquier apertura –el regreso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar—, pero permanecieron ciegos, sordos y mudos durante décadas de abusos.
La primera advertencia de Jorge Mario Bergoglio es que, ahora sí, se acabó la tibieza –por no decir la complicidad—con los delitos de pederastia. La segunda es la garantía de que, aunque se remuevan los cimientos de San Pedro, nadie –por importante que sea—se salvará de ser juzgado por hechos tan graves. Ya lo advirtió a finales del pasado mes de mayo durante el vuelo de regreso de su viaje a Tierra Santa: “Hay tres obispos bajo investigación y otro, ya condenado, del que estoy estudiando la pena. En Argentina, a los privilegiados les llamamos hijos de papá. Les puedo asegurar que, sobre este asunto tan grave, no habrá hijos de papá”. Ahora, con dos decisiones coordinadas en el tiempo –la detención de Wesolowsky y la defenestración de monseñor Livieres Plano, obispo de Ciudad del Este (Paraguay), por encubrir a un sacerdote argentino acusado de pederastia--, el papa Francisco ha convertido por fin en hechos sus frecuentes palabras y gestos contra la pederastia en el seno de la Iglesia. En los muros del Vaticano, que tantas veces ofrecieron refugio, olvido e inmunidad diplomática a delincuentes vestidos de largo, Francisco ha colgado un cartel que viene a decir: “No se admiten pederastas ni encubridores”.
Una decisión política que ha endemoniado a algunos –el obispo Livieres Plano ha llegado a decir que el Papa “tendrá que rendir cuentas con Dios”--, que preocupa a tantos otros –incluso entre los elegidos por Bergoglio para renovar la Curia hay quienes, como el cardenal australiano George Pell, fue investigado por abusos en el pasado—y que, sin embargo, a algunos les parece la única salida –aunque dolorosa— hacia una Iglesia que sea capaz de predicar con el ejemplo. Para el cardenal Velasio de Paolis, la decisión de Francisco sobre el exarzobispo Wesolowsky marca efectivamente un antes y un después: “Hasta ahora, la Iglesia no juzgaba el delito de pederastia desde el punto de vista criminal, sino disciplinario. Los abusos sexuales contra menores eran una violación de la disciplina eclesiástica. Por eso, el arresto del arzobispo Wesolowsky es una fuerte e inequívoca decisión política de Francisco. Hay que juzgarle como a cualquier otro criminal. Y la pena tendrá un doble efecto: punitivo y ejemplar para el bien común”.
El exarzobispo Wesolowsky tenía en su poder más de 100.000 archivos pornográficos entre vídeos y fotografías
Una condena que, según los datos que se van conociendo, no será difícil de dictar. Porque –y aquí viene otra novedad--, la Santa Sede, tantas veces fortín inexpugnable para proteger la privacidad de sus asuntos, parece en este ocasión mucho menos preocupada por evitar las filtraciones del sumario que se instruye contra Wesolowsky. Según se va sabiendo, poseía más de 100.000 fotografías y vídeos de pornografía infantil, más otros 45.000 archivos que ya habría borrado. En las imágenes, que tenía distribuidas entre el ordenador de la nunciatura y su portátil, aparecen menores –sobre todo niños, pero también niñas—entre 13 y 17 años.
Hay que juzgarle como a cualquier criminal", dice el cardenal Velasio de Paolis
Los investigadores también han tenido acceso al testimonio de niños que explicaban de qué forma el polaco –que ya el pasado mes de junio fue expulsado del sacerdocio—los abordaba en algunas playas de la República Dominicana, los llevaba en su coche a una casa que tenía alquilada junto al mar y les ofrecía dinero por desnudarse y mantener relaciones entre ellos o con adultos mientras él grababa con el teléfono móvil. Un simple vistazo a los lugares en los que el alto prelado –quien según los investigadores se movía “de forma experta y compulsiva” por las páginas más infames de Internet—ha estado destinado como embajador del Vaticano, ofrece una perspectiva muy preocupante: además de en la República Dominicana, Josef Wesolowsky fue nuncio en Bolivia y en Asia Central. La Interpol ya está también investigando la trayectoria criminal del prelado y tanto en Polonia como en la República Dominicana hay investigaciones abiertas. Desde su huida de Santo Domingo hasta su detención el pasado martes, el exarzobispo polaco gozó de libertad de movimientos en Roma, hasta el punto de que –ya con el escándalo en las televisiones dominicanas—el obispo auxiliar de Santo Domingo, Víctor Masalles, se lo encontró paseando tranquilamente por el centro de la capital italiana. “Para mí ha sido una sorpresa”, escribió en su cuenta de Twitter, “ver a Wesolowsky paseando por Vía della Scrofa en Roma. El silencio de la Iglesia ha herido al pueblo de Dios”.
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Francisco trata de abrir la Iglesia a las nuevas formas de familia
Los conservadores se opondrán en el Sínodo a la readmisión de los divorciados vueltos a casar
Ya hay un alto prelado en la cárcel por blanqueo de dinero y un arzobispo en arresto domiciliario por abuso de menores. El papa Francisco no ha ido todavía ni a Milán ni a Lourdes ni a Madrid, pero sí a Corea, a Albania y a la isla de Lampedusa, lugares donde ni el catolicismo ni la vida misma han navegado nunca con el viento a favor. La agenda que se marcó Jorge Mario Bergoglio cuando, según sus propias palabras, llegó al Vaticano “desde el fin del mundo” se va cumpliendo. Un plan de transparencia para el dinero del IOR (el Instituto para las Obras de Religión), tolerancia cero con los pederastas y un viaje continuo hacia las periferias del mundo. La siguiente etapa, que empieza hoy con el Sínodo sobre la Familia, es tal vez más difícil aún, porque consiste en abrir las puertas de la Iglesia a quienes se fueron alejando por azares de la vida –divorciados vueltos a casar— o a quienes siempre las encontraron cerradas –parejas de hecho, nuevas familias surgidas de relaciones rotas, hijos adoptados por parejas del mismo sexo--. Y es precisamente aquí, en las distancias cortas entre el dogma y la tradición, donde un papa como Francisco se la juega.
No en vano está siendo ahora cuando los sectores más retrógrados de la Iglesia –aquellos que siempre han visto a Francisco con recelo, pero no lo habían expresado todavía por temor a ser arrollados por su liderazgo— están saliendo a la luz. El ejemplo más claro es el libro que el cardenal alemán Gerhard Müller, el poderoso prefecto para la Congregación para la Doctrina de la Fe, y otros cuatro purpurados –un estadounidense, otro alemán y dos italianos— han publicado en paralelo al Sínodo de la Familia y en el que se oponen frontalmente a que los divorciados vueltos a casar puedan regresar a los sacramentos o a que, en determinados casos de fracaso matrimonial, los procedimientos de nulidad se aceleren y simplifiquen. “Está en juego la ley divina”, sostienen los autores del libro, “porque la indisolubilidad del matrimonio es una ley proclamada directamente por Jesús y confirmada muchas veces por la Iglesia. El matrimonio solo puede ser disuelto por la muerte”.
Los más críticos con las reformas del Papa alegan que "está en juego la ley divina"
Müller, actual jefe del antiguo Santo Oficio, el mismo cargo que ejerció Joseph Ratzinger hasta que sustituyó a Juan Pablo II, tiene enfrente nada más y nada menos que al propio Jorge Mario Bergoglio, al cardenal de su confianza Walter Kasper –“todo pecado puede ser perdonado, también el divorcio”—y al cardenal Lorenzo Baldisseri, que será precisamente el secretario del Sínodo sobre la Familia. Baldisseri, como buen italiano, prefiere mediar entre las partes antes de que la sangre llegue al río, pero no por ello esconde su opinión ni la del Papa: “Las cosas no son estáticas, caminamos a través de la historia, y la religión cristiana es historia, no ideología. El contexto actual de la familia es diferente al de hace 30 años, a los tiempos en que se publicó la Familiaris consortio [la exhortación apostólica de Juan Pablo II]. Si negamos esto, nos quedamos anclados 2.000 años atrás. El Papa quiere abrir la Iglesia. Hay una puerta que hasta ahora ha estado cerrada y Francisco quiere que se abra”.
El cardenal Baldisseri replica a los inmovilistas que Bergoglio quiere abrir una puerta que estaba cerrada
Más claro, agua. Tan claro que, de pronto, como si tocaran a rebato, los cancerberos de la tradición están despertando. La última aparición ha sido la del cardenal esloveno Franc Rodé, antiguo prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, que ha puesto a Bergoglio de vuelta y media: “Sin duda, el Papa es un genio de la comunicación. Tiene a su favor que parece simpático. Pero sus opiniones relativas al capitalismo y a la justicia social son excesivamente de izquierdas. Se ve que está marcado por el ambiente del que viene. En América del Sur hay grandes diferencias sociales y cada día se producen allí grandes debates sobre esa cuestión. Pero esta gente habla mucho y resuelve poco”. No se trata solo del desahogo aislado de un cardenal al que, a los 80 años, le están cambiando el decorado, sino que refleja el sentir contrario a las reformas de un sector que, aunque minoritario, sigue existiendo dentro del Vaticano y permanece alerta, ojo avizor. Tanto que aquellas conspiraciones que amargaron los últimos días del pontificado de Benedicto XVI están volviendo a surgir: informes secretos, filtraciones interesadas con muy mala uva, acusaciones con más o menos fundamento que tratan de desprestigiar a los más cercanos colaboradores de Francisco, incluido el cardenal australiano George Pell, actual prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede. Está por ver si se trata de los últimos coletazos de una época terrible para el Vaticano –aquel caso Vatileaks que se cerró, tal vez en falso, con la detención del mayordomo de Ratzinger— o del principio de las hostilidades contra Bergoglio.
Un musulmán en el Sínodo católico
P. O.
No se trata de un proceso rápido ni propenso a los grandes titulares. El Sínodo de la Familia, que se enmarca bajo el título “Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización” y se desarrollará hasta el próximo día 19, contará con 253 participantes, de los que 191 serán “padres sinodales” y el resto se dividirá entre expertos laicos y --por primera vez en un sínodo-- 14 matrimonios llegados de Líbano, Congo, Ruanda, Filipinas y diversos países de Europa. Entre ellos se encuentra una pareja formada por una católica y un musulmán. Los obispos, que ya enviaron al Vaticano el contenido de su intervención para poder ordenarlas por grupos temáticos, dispondrán de cuatro minutos para defender sus propuestas. El debate servirá para elaborar un documento que será enviado a las Conferencias Episcopales de todo el mundo. Por tanto, según ha advertido el cardenal Lorenzo Baldisseri, el Sínodo “no adoptará decisiones” y sus conclusiones sólo servirán “de base para la segunda asamblea que se celebrará en 2015”. Será, por tanto, el próximo año cuando, de haberla, se anunciará la nueva postura de la Iglesia hacia las familias.
Por tanto, lo interesante ahora no son tanto las respuestas –que tardarán en llegar--, sino hasta qué punto la Iglesia está dispuesta a interrogarse y cambiar o a seguir cómodamente instalada en una tradición que la aleja de los fieles. En la víspera del Sínodo, y aprovechando su cuenta de Twitter, @pontifex, el papa Francisco ha lanzado un mensaje que, aunque obvio, parece un desafío a quienes, anclados en la tradición o los dogmas, siguen abonados a la teoría del valle de lágrimas. “La Iglesia y la sociedad”, dice el Papa, “necesitan familias felices”.
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