No hubo medio de comunicación en el mundo que excluyera las imágenes de Lionel Messi y de Carlos Tevez en la presentación de Barcelona vs Juventus. Los dos, a su manera, fueron la referencia insoslayable a la hora de presentar la finalísima de la Champions League. Más allá de Iniesta, Pirlo, Neymar, Buffon, Luis Suárez, Morata, Mascherano, Pogba, Xavi o Vidal, por citar algunas de las estrellas de máximo nivel, lo cierto es que Leo y Carlitos representaron la identificación más cercana a la definición del torneo de clubes más importantes del planeta.
En pocos días, el efecto será el mismo en Chile. La "Pulga" y el "Apache" se convertirán en los íconos mediáticos a la hora de caracterizar al seleccionado argentino que disputará la Copa América. El fenómeno va a ser similar en el país trasandino como en el continente europeo. A la hora de cualquier mención sobre los referentes del plantel, los apellidos de ambas figuras de reconocimiento internacional serán asociados directamente con la Selección.
Nada indica, desde ya, que otros futbolistas de la elite europea - Di María, Higuain, Agüero o el propio "Masche", por ejemplo - queden excluidos del lote selecto de los referentes albicelestes, pero ninguno puede cobrar hoy día la dimensión de Messi y de Tevez en la consideración general. Son parte de la segunda línea y conforman un cuarteto de acompañantes de lujo, alejados de quienes hoy son internalizados por el inconsciente colectivo argentino como los abanderados de la concreción de un sueño que no se consigue desde 1993, cuando Argentina ganara la Copa América en Ecuador, a la postre el último logro de relieve.
Tanta referencia hubo a situaciones de discordia entre los dos futbolistas en el pasado que ahora no habrá mejor oportunidad para que en la concentración del grupo en La Serena comience a disiparse la ola de rumores y se asiente la base de una convivencia sana entre las partes. Tanto Leo como Carlitos mantuvieron una relación cordial durante el Mundial 2006 en Alemania, pero tras el Mundial 2010, en Sudáfrica, de inmediato se activó un cortocircuito que despertó suspicacias en la Copa América 2011 y más a lo largo de la etapa de Alejandro Sabella como entrenador, al punto de que este jamás convocó al atacante surgido en Boca Juniors.
Tevez había salido en agosto 2010 - un mes después de la Copa del Mundo - a apoyar la continuidad de Diego Maradona al frente del equipo nacional, argumentando que ésa había sido la promesa de Julio Humberto Grondona en Ciudad del Cabo, luego del 0-4 contra Alemania que dejó al albiceleste fuera de la Copa del Mundo en cuartos de final. La AFA había concertado un amistoso en Dublín, finalmente ganado 1-0 a Irlanda, y el por entonces jugador de Manchester City había realizado declaraciones públicas sosteniendo al anterior cuerpo técnico, las cuales ratificó personalmente en una charla a solas con JHG. Nada fue igual para él desde entonces. Su poder e influencia dentro del grupo mermaron y hasta el nuevo entrenador, Sergio Batista, le asignó un espacio de menor jerarquía dentro de la consideración general. Una performance en escala descendente durante el torneo continental organizado en nuestro país al año siguiente derivó en una noche fatídica: la eliminación a manos de Uruguay en una definición por penales, en la que además falló al ejecutar su lanzamiento.
Entre Messi y Tevez asomaron signos confusos en cuanto a la relación entre colegas, reforzadas por las suspicacias. En 2012, por ejemplo, la consolidación del astro de Barcelona en la Selección coincidió con el peor momento del Apache en los citizens, en medio de un conflicto con el DT Roberto Mancini. Un año más tarde, el egreso del "Apache" rumbo a la Juventus representó un momento clave en su trayectoria. De a poco, como si hubiera aprendido de los efectos perniciosos que llegaron a catalogarlo como un futbolista conflictivo, mutó de a poco hasta dejar de lado las frases picantes y explosivas para decantar en una baja de perfil mediático que lo terminó favoreciendo.
Ahora, Carlitos aprendió a moderar su discurso, expresando lo justo y necesario. Reflexivo y autocontrolado, fue cerrándole las puertas a cualquier posibilidad de recibir ataques externos. De la voz surgida desde lo visceral pasó a contar hasta diez antes de emitir una idea. Está dando los pasos en la dirección correcta: hace camino al andar. Llegó a la Selección para sumar y no para dividir. Va ganando protagonismo por su aporte al proyecto colectivo más que al lucimiento individual. El propio DT Gerardo Martino fue el puente para el regreso. El “Tata” marcó las pautas sin imponer nombres propios: todos tendrán un lugar, jugando de entrada o ingresando desde el banco.
El primer beneficiado con la vuelta de Tevez es Messi. Claramente, Leo empieza a recoger señales positivas para la estructuración de su juego. Primero, porque se le va a descomprimir el peso de la mochila maradoneana que carga cada vez que se pone la 10 del equipo nacional. Así, más allá de las diferencias, descubre un ecosistema en el cual va a ir retomando confianza y seguridad. Ya no será el centro de todas las expectativas, sino qué estas se irán delegando en un referente nato como lo es el atacante de la Juve, ya que absorbe la presión y libera al resto de la exposición continua en cada acción.
Martino ha dado un golpe de efecto que hasta pudo haber sorprendido a la luz del propio espíritu componedor y contenedor que irradia desde su forma de manejarse. Como todo cimbronazo, el grupo de entrada reaccionó perplejo pero luego fue asimilando y acomodando la novedad. El “Tata” ofrece a sus jugadores un reto doble: 1) alejar la mira permanentemente en Leo como destinatario del balón, aunque estuviera rodeado de rivales; 2) reincorporar a un compañero en el que se habían depositado rasgos negativos como si fuera un ritual dispuesto a sacrificar al endemoniado, por el otro. Así, Tevez lo asume y suma; va construyendo su espacio a partir de una imagen más emparentada con el perfil bajo que con la puesta en escena enfocada en la exposición mediática.
Leo necesita de un Tevez en la Selección, que le permita acomodarse como el líbero de ataque que es y en la posición que elija. Hoy, esa dimensión de futbolista que libere a la Pulga de la imagen de peaje del juego colectivo tampoco parece existir en Barça, más allá de que los resultados le permitan mantener competitividad en los frentes que afronta. Carlitos también va a sacar provecho de Messi. Interactuando, los dos se van a potenciar y el resultado favorecerá al equipo. Llegó la hora de probarlo. Es ahora o nunca.